Arce y el descontrol de los tiempos institucionales

Desde el inicio de la gestión el Gobierno no logra acompasar las necesidades políticas y de opinión pública a su agenda de actos, lo que lo deja en entredicho

Ciertamente, el gobierno ha manejado los tiempos de la legislatura de una forma extraña y no parece que tenga verdadero control del calendario, algo que a poco que reúna torpezas con agresividades puede acabar disparando el humor público, que no está para jueguecitos.

A saber, el gobierno de Luis Arce asumió el poder en noviembre de 2020 con ánimo de “reparación”. En sus primeros discursos se hablaba mucho de depurar responsabilidades por los hechos de 2019 y las víctimas de Senkata y Sacaba, que al final fueron hechos aislados, ocupaban papel central en la planificación, pero alguien se hizo un lío bárbaro. Los más cercanos a Evo Morales tardaron apenas tres meses en empezar a exigir acción (o renuncia) a los ministros de Justicia y Gobierno, Iván Lima y Eduardo del Castillo, convertidos hoy en enemigos de primer orden. Que Luis Fernando Camacho y Jeanine Áñez pudieran ser candidatos a la Gobernación de Santa Cruz y Beni respectivamente fue tomado como una traición y la presión se redobló hasta que Del Castillo accedió a detener a Áñez en Trinidad solo luego de que le fuera mal. Solo después de esa aprehensión ordenaron las causas partiendo el proceso en dos (Golpe de Estado I y II) para eludir el juicio de responsabilidades y garantizar el “éxito” apretando a los militares involucrados siempre dispuestos a pactar la rendición.

Tampoco le fue bien con la gestión del tiempo respecto a la economía. La pandemia fue de alto impacto en la economía nacional, pero sobre todo en la mundial, las cadenas de suministros colapsaron y por ende, los precios se dispararon con todo su efecto inflacionario y la réplica ortodoxa de los bancos centrales subiendo los tipos de interés haciendo desaparecer el dólar sobre todo en países como el nuestro, que hoy padece la escasez, sin embargo el gobierno de Arce no quería culpar a la pandemia de los malos resultados económicos de 2020 sino a “los golpistas”, y por eso no tardó en cantar victoria y dar por cerrado ese episodio, provocando entonces que todas las consecuencias tardías se achaquen específicamente a su gestión.

El manejo de los tiempos judiciales también le está dejando en mal lugar. El Gobierno de Arce dio por buenas las explicaciones de un Tribunal Constitucional que avaló la gestión de Jeanine Áñez, evidentemente no lo hizo gratis. Como todos sus antecesores, las resoluciones de los más altos tribunales se vienen acomodando a los deseos del presidente, pero los asuntos más turbios han quedado para el final, justo cuando se evidencia el interés estratégico de los mismos.

Denunciar estrategias hostiles con el fin de “acortar su mandato” a estas alturas, cuando queda poco más de doce meses para sacar las ánforas a los colegios electorales, parece más bien el enésimo discurso del miedo orientado a suspender garantías constitucionales en un país que está para pocas bromas.

La lucha por la sigla del MAS ya parece ser extemporánea y bien harían ambas partes, y también la oposición, en asentar sus propuestas y empezar a exponerlas de forma clara y sin dobleces. Toca cerrar las especulaciones que afectan a la gestión y ponerse en modo campaña. Seguramente la economía del país lo agradecerá, porque el pulso apenas llega.


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