Menos muertes en las carreteras: Un desafío para todos

Las carreteras del país son escenario de numerosos accidentes que resultan en pérdidas humanas y materiales significativas, pero no hay preocupación política sobre ello

Bolivia se enfrenta a una problemática persistente y alarmante que sin embargo apenas ocupa espacio en la discusión política o social: la siniestralidad en las carreteras. Ni siquiera en el Chaco, donde la ruta 9 es una verdadera trampa mortal, el asunto ha sido nunca priorizado. Y es que, aunque en muchos países se han logrado avances significativos en la reducción de accidentes viales, Bolivia aún tiene un largo camino por recorrer. Las estadísticas son contundentes y requieren una acción inmediata y coordinada para garantizar la seguridad de todos los usuarios de las vías.

En el ámbito internacional, países como España han visto fluctuaciones en sus estadísticas de siniestralidad vial. En 2019, España reportó un aumento del 7% en la mortalidad de motoristas y un incremento preocupante en las muertes de ciclistas, que pasaron de 2 a 9 en un solo año. Estas cifras resaltan la vulnerabilidad de los usuarios más expuestos, un fenómeno que también se observa en Bolivia.

En Bolivia, la situación es igualmente preocupante. Las carreteras del país son escenario de numerosos accidentes que resultan en pérdidas humanas y materiales significativas. La precariedad de la infraestructura vial, la falta de educación y concienciación sobre seguridad vial, y la insuficiencia de controles rigurosos son factores que contribuyen a esta problemática.

A corto plazo y más allá de la crisis, resulta importante la mejora de la Infraestructura Vial: Es esencial iniciar un plan de emergencia para la reparación y mantenimiento de las carreteras más deterioradas, como por ejemplo la ruta a Bermejo. La señalización adecuada y la instalación de barreras de protección en puntos críticos pueden reducir significativamente los accidentes.

Otra medida necesaria, si la Policía tuviera mejor consideración pública, sería implementar controles más estrictos en las carreteras, especialmente en épocas de alta movilidad, como los fines de semana y las festividades. Las sanciones deben ser más severas para quienes incumplen las normas de tránsito, especialmente para conductores ebrios o aquellos que exceden los límites de velocidad, pero sobre todo, se debe evitar que haya “negociación” paralela.

Además, es necesario realizar campañas educativas a través de medios de comunicación y redes sociales, enfocadas en la importancia de respetar las normas de tránsito y la responsabilidad individual en la conducción.

A mediano plazo es importante integrar programas de educación vial en el currículo escolar para inculcar desde temprana edad la importancia de una conducción segura y respetuosa y promover el uso del transporte público y modos de transporte alternativos como la bicicleta, garantizando al mismo tiempo la seguridad de los ciclistas con la construcción de ciclovías.

La reducción de la siniestralidad vial en Bolivia no solo depende de las autoridades, sino también de la colaboración de todos los ciudadanos. La seguridad en las carreteras es un derecho y una responsabilidad compartida. Con acciones coordinadas y un compromiso firme, podemos transformar nuestras carreteras en espacios seguros para todos.

El desafío es grande, pero no imposible. Cada medida tomada, cada norma respetada y cada esfuerzo realizado contribuyen a salvar vidas. El camino hacia carreteras más seguras está en nuestras manos.


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