El gas y las lecciones

Entre 2006 y 2015, cuando se instruyó aquello de pinchar todo incluyendo reservas naturales, se hizo demasiado poco para reponer reservas y demasiado poco para industrializar el gas

Seguramente nadie querría estar hoy en la piel del presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). La empresa es fundamentalmente el objeto principal de los principales males que afectan al país, y obviamente poco tuvo que ver en su génesis Armin Dorgathen, que suponemos está trabajando para superar los mismos.

El problema de las finanzas del país tiene su origen en Yacimientos: la renta petrolera de hoy es menos de la mitad de la hace una década y no solo porque se produzca también la mitad, sino porque no hay dónde vender ni interna ni externamente: Brasil y Argentina solucionaron sus problemas de abastecimiento y ya juegan en las grandes ligas, y la industrialización del gas se perdió en un maremágnum de declaraciones y promesas nunca satisfechas. Todas las cifras que tienen que ver con caídas de exportaciones, con desequilibrios en la balanza y demás tiene el mismo origen.

Al mismo tiempo, también todos miran a Yacimientos cuando toca explicar ese agujero negro por el que se van millones de dólares cada año en compra de combustible que luego se comercializa subvencionado. El asunto se explica solo: inflación, pero aún así no se deja de pedir explicaciones a quien debería ser proveedor, peor cuando aparece la escasez, aunque sea el rumor la causa.

Difícilmente se puede considerar esto un problema coyuntural y ciertamente, es vergonzante encontrar a los políticos de hace cuatro días pidiendo explicaciones a un Dorgathen que poco a o nada tuvo que ver mientras se canoniza a otros que pararon procesos de fondo y permitieron otros que colocaron al país en la misma disyuntiva de siempre: exportar o morir. Entre 2006 y 2015, cuando se instruyó aquello de pinchar todo incluyendo reservas naturales, se hizo demasiado poco para reponer reservas y demasiado poco para industrializar el gas dotándonos de alternativas de exportación con mejores precios y menos volubles como para ahora pedir explicaciones.

Lo propio con la subvención, que solo se intentó quitar una vez y duró tres días…

A Dorgathen y a su ministro hay que pedirle responsabilidades de aquí al futuro. Alguien debe ponerle el cascabel al gato en el asunto de los combustibles, y no será solo autorizando mezclas con etanol hasta proporciones absurdas, pero sobre todo, necesita un plan de verdad sobre los hidrocarburos.

Tener un plan de reactivación urgente que no avanza en cuatro años más allá de lo simbólico lo vuelve inútil, y no cambiar de estrategia no parece razonable. Dorgathen anunció que YPFB asumiría también la exploración en la cadena, pero una vez más parece que el anuncio se lanzó al aire sin tener las certezas suficientes para materializarse en algún proyecto de necesidad.

El gas vive una segunda era dorada a nivel mundial, indultado por las cumbres del clima y promocionado hasta el extremo por los regímenes del golfo hasta que ha sido considerado el combustible de la transición ecológica. Alguien debe hacer números y considerar si vale la pena darnos ya por vencidos.

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