El petróleo y la COP 28

El planeta necesita un cambio de enfoque en la lucha contra el calentamiento global que permita avanzar hacia un mundo más igual, donde unos deben decrecer y los otros, crecer sosteniblemente.

El refranero popular está repleto de versos que hacen referencia a lo que pasa cuando se deja al tigre a cargo de las gallinas, y más o menos eso es lo que está por pasar en la Cumbre del Clima de Dubai – sí, Dubai – donde la ONU convocó la COP 28 y permitió que el presidente de la plenaria fuera el sultán Al Jaber, ministro de Hidrocarburos y máximo ejecutivo de la empresa petrolera estatal, una de las 15 más grandes del mundo y con fastuosos planes de expansión.

En el borrador filtrado sobre las conclusiones, que elabora el propio Al Jaber y se pasa a la negociación, se pidió a los países “reducir tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles en los sistemas de energía” y por tanto, elimina la retórica habitual de “abandonar o dejar progresivamente”. A modo de concesión insta a que se siga ese proceso “de manera equitativa para conseguir la neutralidad de carbono antes, en o alrededor de 2050, de acuerdo con la ciencia”, que equivale a decir que todo puede seguir igual si se plantan los suficientes árboles que capturen el carbono emitido y se desarrollan tecnologías que neutralicen esas emisiones, algo que los ecologistas y muchos expertos ya han mostrado inviable.

El mundo está ante una suerte de neocolonialismo verde donde todo pasa por que todos cambiemos y porque nadie denuncie quién es el responsable

Los países ricos y más “concienciados” han puesto el grito en el cielo - de hecho se está elaborando otro borrador - mientras los países más pobres y atrasados miran con relativa incredulidad. Sudamérica es un buen ejemplo en esto: Lula habla de protección a la Amazonía al tiempo que se integra en la OPEP, Venezuela avanza posiciones hacia las riquezas del Esequibo, Milei desconoce cualquier restricción basada en la agenda 2030, Arce avanza en el litio sin renunciar al gas y a los desmontes y solo Petro parece haberse enfundado en un traje verde radical poco acorde a las prácticas extractivas colombianas: Ecopetrol proyecta sumar medio millón de barriles diarios en el corto plazo.

Hay una cosa cierta: cambiar toda la matriz energética a energías limpias no es gratis y preparar toda la infraestructura para transformar el parque automotor en vehículos eléctricos tampoco. Esos mismos países ricos que ponen el grito en el cielo son los que han desarrollado las industrias verdes, las que producen placas solares, aerogeneradores y todos los insumos del auto sostenible. Esos mismos países ricos son los que darán los créditos, con intereses por muy blandos que sean, para que el sur global los imite y cambie sus matrices energéticas. Esos mismos países ricos son los que se niegan a dotar el Fondo de Pérdidas y Daños desde 2015 y cuyo último as en la manga es un canje de deuda por naturaleza.

El mundo está ante una suerte de neocolonialismo verde donde todo pasa por que todos cambiemos y porque nadie denuncie quién es el responsable de haber acabado con casi todo. Cosas de la diplomacia.

Es intolerable que el asunto de los fósiles se cuele por la puerta de atrás, con un presidente petrolero imponiendo criterio desde sus intereses, pero eso no quita que sea cierto que el planeta necesita un cambio de enfoque en la lucha contra el calentamiento global que permita avanzar hacia un mundo más igual, donde unos deben decrecer y los otros, crecer sosteniblemente.

Es hora de que el sur tome la palabra, sin trampas.


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