La amenaza a la Libertad de Prensa

Un país sin prensa libre que fiscalice al poder arriesga su propia democracia, y son los ciudadanos quienes deben tomar la iniciativa

El 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, decretada por la ONU desde el año 1993. En esta fecha se evalúa el estado de la libertad de prensa a nivel mundial, la defensa a los ataques a la independencia de la prensa y de los periodistas y se rinde homenaje a aquellos profesionales del periodismo que han perdido la vida en el ejercicio de su labor.

Huelga decir que el estado actual es catastrófico en prácticamente todos los países del mundo y también en Bolivia y no porque el periodismo como fenómeno cultural haya pasado de moda o “no sea necesario”, como vaticinaron los poderosos con la irrupción de las redes sociales, sino porque el populismo imperante está convirtiendo el oficio, de por sí vulnerable, en un ejercicio de alto riesgo.

La libertad de prensa es el derecho que tienen todos los medios de comunicación de investigar y mantener informada a la sociedad en general sobre los hechos y acontecimientos que suceden en el día a día, sin que por ello, puedan ser víctimas de censura, acoso, hostigamiento o algún tipo de coacción durante el ejercicio de su profesión. A la fecha, cualquier información publicada es objeto de crítica desmesurada por quienes se ven afectados por la misma y las amenazas por cualquier soporte proliferan.

El problema no es de percepción y tampoco de corporativismo: el periodismo sigue siendo una actividad necesaria para controlar el poder, para difundir conocimiento y elevar la voz del pueblo, víctima tantas veces de tantos abusos, pero los problemas que lo asedian pueden acabar con él.

Las redes sociales han ayudado a democratizar el periodismo, a escuchar mas voces y a llegar a rincones que parecían inaccesibles; un gran alcance refuerza además la legitimidad del medio, pero a la vez lo expone. Los años de experiencia han permitido ajustar las falencias, pero al mismo tiempo han proliferado iniciativas comunicacionales que tienen poco que ver con el ejercicio del periodismo, aunque apelan a la libertad de prensa para justificarse, cuando en realidad muchas deberían recurrir a la libertad de expresión, pues no tienen siquiera idea del código de ética y los principios que rigen el oficio.

Esta democratización en redes ha provocado también un cambio radical en el modelo de negocio: empresas privadas e instituciones públicas han encontrado otros canales para distribuir sus contenidos y publicidades de forma directa sin pasar por el filtro del periodismo, por lo que se ha reenfocado la inversión y ha dejado a los medios en un proceso de reinvención del que no se acaba de salir, no porque los medios no seamos conscientes de que la cosa ha cambiado, sino porque los lectores/televidentes/oyentes siguen sin aceptar precisamente eso.

Puede que los más jóvenes hoy se entretengan en TikTok viendo videos virales que funcionan en todo el mundo, y eso es diferente de tener prensa local, que se interesa por los problemas de los vecinos, que siente y padece los mismos abusos y despropósitos y que defiende los valores constitucionales, y por eso es que el periodismo es un Bien Público que los Estados deben proteger y promover muy al margen de los lineamientos políticos.

Defender hoy la Libertad de Prensa puede ser más o menos popular, pero son ustedes, amables lectores, quienes tienen en sus manos la posibilidad de protegerlo y promoverlo. Y esto es clave: No hay Democracia sin Libertad de Prensa


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