La sequía y las soluciones estructurales

Las inversiones en agua hace tiempo que no se rigen por un Plan Hidrológico Nacional, que no está ni vigente ni actualizado, sino por programas destinados a cooptar alcaldes

Por el momento, parece que las autoridades van a salvar el match point de la sequía porque contra pronóstico, las lluvias en este lado se han adelantado respecto a los últimos años, que apenas empezaban en enero, y de alguna forma le van a dar aire a la situación que se preveía por demás catastrófica.

Esto no quiere decir ni mucho menos que se esté corrigiendo la situación dramática o que nos podamos olvidar de la misma hasta 2025. Las previsiones son negativas respecto a la temporada hídrica con Bolivia bajo el efecto del Niño, y aunque el cielo esté más o menos generoso en este momento, es posible que vuelvan a aparecer largas semanas sin precipitaciones en plena temporada de lluvia y que haya zonas muy concretas donde en realidad no se estén produciendo lluvias.

Es posible que el alarmismo esté asociado a alguna mala praxis política e institucional. Las urgencias para declarar zonas catastróficas muchas veces tienen que ver con las intenciones de mover recursos rápidamente y sin tantos controles, pero lo cierto es que el escenario climático es dramático para Bolivia, señalado como uno de los países más vulnerables a los efectos del calentamiento global, precisamente en lo que hace a la provisión de agua.

Se trata de optimizar los recursos y ponerlos donde sea más provechoso para el conjunto del país, porque no, no hay plata para quedar bien con todos

Las largas temporadas de sequía en nuestro país se han hecho comunes. Llevamos viviendo en ellas los últimos 8 años, lo que supone un periodo extraordinariamente largo para el fenómeno de El Niño, que suele alternarse, con La Niña y sus lluvias frecuentes hasta el exceso. Cada una de estas temporadas tiene múltiples efectos y derivadas que afectan al día a día de los ciudadanos, por lo que los expertos recomiendan ya dejar de tratar el asunto como algo coyuntural o pasajero y empezar a tomar decisiones para llegar a soluciones duraderas en los principales asuntos: la producción, el consumo humano y los efectos en actividades secundarias como la educación o el cuidado.

Las inversiones en agua hace tiempo que no se rigen por un Plan Hidrológico Nacional, que no está ni vigente ni actualizado. La última década estas inversiones se han ligado sobre todo a los programas de Mi Agua y Mi Riego, que en realidad se convirtieron en programas muy coyunturales y pasajeros para garantizar la inversión en las comunidades sin que necesariamente formen parte de algo más grande, o de una estrategia común para priorizar ciertas producciones sobre otras en función de su adecuación y urgencia, por ejemplo. Por lo general se han abordado proyectos pequeños del gusto de las alcaldías con fines más electorales que humanitarios o productivos.

En esas, el país necesita ser más agresivo, priorizar proyectos grandes y planificar muy bien el proceso. Se trata de optimizar los recursos y ponerlos donde sea más provechoso para el conjunto del país, porque no, no hay plata para quedar bien con todos, ni siquiera solo con lo del partido de gobierno.

En esas, es urgente que cada departamento revise sus cuencas, identifique inversiones y planifique necesidades descartando cualquier atisbo de optimismo. La crisis climática avanza y el agua es ya el bien más preciado. No podemos quedarnos sin él.


Más del autor
El olvido de la nacionalización
El olvido de la nacionalización
Tema del día
Tema del día
Para comprender el valor
Para comprender el valor