La alfabetización y el derecho a decidir

La pandemia no ayudó, pero el país debe reaccionar y exigir mayor inversión que cierre la brecha tanto en la alfabetización significativa como, sobre todo, digital

El 8 de septiembre se celebra a nivel mundial el Día Internacional de la Alfabetización. Fecha que ha venido ganando importancia desde que la ONU aprobara su conmemoración en el año 1965. El objetivo de este día, es evaluar cómo ha mejorado la tasa de alfabetización de los países miembros, en pos al logró de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Aunque en un principio en este día solo se evaluaba la cantidad de personas que sabían leer y escribir, dentro del territorio nacional de cada país, a partir del año 2017, también se sumó la alfabetización digital, que no es otra cosa que la capacidad que tienen las personas para entender y usar de forma provechosa las nuevas tecnologías comunicacionales, en síntesis Internet.

Bolivia sigue teniendo uno de los peores servicios de internet del continente y el aprovechamiento de la tecnología es prácticamente nula

En Bolivia uno de los grandes logros del Estado en este siglo es el de haber conseguido la universalidad de la alfabetización. A través de diferentes campañas impulsadas por diferentes gobiernos, se logró llegar a comunidades remotas para dar un mínimo de enseñanza, y aunque aún falta mucho para obtener resultados satisfactorios y útiles para el país, al menos se ha logrado universalizar la primera etapa de la alfabetización que permite comunicarnos de forma efectiva con el resto de las personas, utilizando diferentes canales adecuados a cada situación, aunque sea para transmitir ideas muy simples.

Queda todavía por profundizar en esta etapa básica la capacidad que dota la alfabetización para permitir conocer nuestro mundo, ampliando nuestro rango de conocimiento al respecto, por medio de libros, folletos y gran variedad de material escrito o digitalizado.

La segunda etapa tiene que ver ya con la autosuficiencia, con ser capaces de autoaprender, elevando así las competencias dentro del mercado laboral o la economía en general.

Es verdad que en Bolivia está muy en cuestión la profundidad de estos aprendizajes no solo con los beneficiarios del programa de la educación de adultos, sino con el aprendizaje significativo que deberían obtener los estudiantes regulares: las universidades vienen advirtiendo desde hace tiempo que las competencias adquiridas en la etapa escolar son insuficientes para precisamente sacarle buen rendimiento a los estudios superiores.

Por otro lado, Bolivia sigue teniendo uno de los peores servicios de internet del continente y el aprovechamiento de la tecnología es prácticamente nula más allá del nivel usuario. Incluso empresas grandes han acabado cediendo en sus plataformas digitales a las formas populares de comprar y vender o de aprender. Esto también nos está dejando muy atrás en la relación con el resto de los países.

La pandemia no ayudó, evidentemente, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados culpando a los imponderables. El país debe reaccionar y exigir mayor inversión que cierre la brecha tanto en la alfabetización significativa como, sobre todo, digital. Una persona que lee, escribe, interpreta y además se puede manejar en un entorno tecnológico es una persona que puede aspirar a ser libre por no tener condiciones de desigualdad. En los tiempos de extremismo en los que vivimos, tener una población más sabia y mejor formada es ineludible. Ojalá haya tiempo de reaccionar. Ojalá todos puedan tomar sus decisiones sabiendo.


Más del autor
Tu casa, es tu reflejo
Tu casa, es tu reflejo
Tema del día
Tema del día