Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

Bolivia y los BRICS

Nadie sabe hacia dónde acabará apuntando la iniciativa, pero la prioridad hoy es evidente: incentivar canales de intercambio comercial en monedas diferentes al dólar

Un tema de fondo lleva dominando el análisis político y económico mundial en las últimas dos semanas: la expansión de los BRICS y su configuración como algo más que un espacio de cooperación económica (aunque en realidad siempre fue justamente ese algo más que un espacio de cooperación económica lo más importante) ha puesto en guardia a occidente, sin que nadie del establishmenth se atreva verdaderamente a asumirlo.

En occidente insisten en minimizar la cumbre del pasado fin de semana, sus conclusiones y su propia existencia. No existe más allá de ser un fenómeno cultural heterodoxo, con cierto interés antropológico, y es que algunos les cuesta entender que pueda haber gente sentada alrededor de una mesa analizando intereses estratégicos y que estos no sean coincidentes con los de Estados Unidos o Europa. Esto incluye a gran parte de América Latina, alineada a la OCDE pese a estar lejos de todos sus parámetros.

Desde que se formó, los críticos han minimizado el impacto de los países reunidos señalando sus diferencias, pues poco tiene que ver Brasil con Rusia y China o India con Sudáfrica, cuya economía es pírrica pese a ser la más importante de África. La pasada semana se sumaron muchos otros países, entre ellos Argentina que inició la adhesión formal al foro y otros como Bolivia que pidieron su ingreso, que representan más o menos el 55% de la población y el 35% del PIB mundial, una cifra muy importante para hacer negocios.

Todo está en pañales y esos pedidos de adhesión, etc., se materializarán en términos políticos, pues ni los protocolos están claros, pero lo que quedó claro es que hay una voluntad de crecer e incorporar nuevas realidades nacionales a un grupo de gigantes con aspiraciones de constituir un nuevo orden mundial. Contrasta poderosamente la agilidad del grupo frente a los protocolos oxidantes que han secado cualquier intento de integración en América Latina y que hacen andar a pedales a organismos como la Celac o la Unasur.

Nadie sabe hacia dónde acabará apuntando la iniciativa, pero la prioridad hoy es evidente: incentivar canales de intercambio comercial en monedas diferentes al dólar. A partir de ahí surgen docenas de incógnitas, críticas y análisis, todos aún transitivos, sobre las bondades y perjuicios que la materialización de la idea puede acabar causando. Los hay más proclives a creer que es el fin del mundo unipolar y que hará del comercio algo más justo y hay quien pronostica el fin de los días con países quebrando y gente lanzándose por las ventanas.

Lo que la expansión del grupo y la forma en la que lo está haciendo deja claro que la economía está en el centro del debate y que otros asuntos como los derechos humanos, la democracia, la ética e incluso la soberanía nacional, pasa a mejor vida a la hora de elegir bando. El criterio es de tipo inmediato, como las redes sociales.

El mundo avanza hacia la multipolaridad, pero no conviene perder de vista que esta no puede construirse sin un esquema de valores de referencia. Eso sí, en pleno siglo XXI, estos valores ya no son un secreto.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
El vecino paraguayo
El vecino paraguayo