Sánchez, la plurinacionalidad y el “imperio” español

El choque de modelos liberal y progresista ha encallado en la realidad plurinacional de un país como España y sus representantes tendrán la llave de la gobernabilidad mientras se frena el ánimo ultraderechista

Todas las encuestadoras habían descontado la victoria de la derecha en España, salvo la que maneja el Estado. Toda Europa y medio mundo miraba con mucha atención esta elección porque efectivamente entraban en colisión dos modelos: uno de vuelta a las raíces liberales y conservadoras representadas por PP y VOX, que solo podían gobernar juntos, y una centrada en una propuesta progresista y socialdemócrata. En ningún caso el modelo capitalista estaba en discusión, pero sí la forma de desarrollarse y lograr la igualdad de oportunidades.

Las expectativas en la derecha eran tan altas – miembros del Partido Popular llegaron a hablar de la mayoría absoluta, es decir, 176 diputados necesarios para gobernar en solitario en ese sistema parlamentario – que haberse quedado tan lejos, aún en alianza con la ultraderecha de VOX, que le impide poder hablar con ningún otro, solo puede ser interpretado como un fracaso.

Esto no quiere decir que Pedro Sánchez con su Partido Socialista y Yolanda Díaz con su Sumar, que salvó los muebles de una apuesta arriesgada al aislar a los elementos más radicales de la coalición, hayan firmado una victoria contundente. Al contrario, las fuerzas nacionalistas, convertidas en independentistas en los últimos años, tendrán la llave de la gobernabilidad.

En términos democráticos se ha desmontado la teoría antisanchista, el gobierno y sus aliados han salvado los muebles después de cuatro años durísimos, con pandemia y guerra incluida que disparó la inflación. Las medidas puestas en marcha por el gobierno de coalición han funcionado y los números macroeconómicos esta vez sí se han reflejado en la calle: los votantes españoles recuerdan cómo se gestionó la anterior crisis con sus millones de parados, mientras que esta vez se ha afrontado con gasto público y protección para vulnerables y empleados, lo que ha salvado la situación.

La elección deja varias enseñanzas. La fundamental es que una vez más las encuestas no sirven para anticipar resultados sino para configurarlos, y que son el apoyo fundamental de medios al servicio de intereses políticos y económicos para crear climas de opinión a favor o en contra de determinadas opciones. Ahora, eso no quiere decir que los votantes sean tontos como bien se ha demostrado.

La otra es que el modelo liberal de recortes, bajadas de impuestos a los más ricos y liberalizaciones apenas seduce a un tercio del electorado y que en general, es un modelo superado en toda Europa. No conviene olvidar que la última primera ministra británica que intento aplicar esos principios duró apenas diez días en el cargo.

Ahora, el sistema español es tramposo en tanto da mucho peso a partidos de acción no nacional que al final, son quienes dan la gobernabilidad. Todos estos han pasado de nacionalistas a independentistas gracias a la acción dura del PP, que sistemáticamente niega esa realidad nacional, pero que han sufrido el peor golpe electoral de la mano de Pedro Sánchez, que en una relación diferente los ha llevado a sus peores resultados, aunque sigan siendo claves porque efectivamente representan más a la España de hoy. Lo han dicho las urnas.

Con probabilidad Sánchez tendrá que hacer concesiones y explorar una vía de reforma constitucional profunda donde se den espacio a los nacionalismos e independentismos para alcanzar sus objetivos. Es el único marco de juego sobre el que se puede avanzar, aunque con seguridad veremos operaciones mediáticas de fondo que traten de impedir ese gobierno.

Como explicábamos el domingo, el destino del gobierno de España en concreto tendrá poco efecto sobre las aspiraciones sudamericanas de elevar su voz en el concierto internacional, pero en el detalle, un cambio hacia posiciones conservadoras con ánimos imperialistas supone abrir espacios en la guerra cultural para cambiar el relato soberanista hacia una reinterpretación de los hechos de la colonia en los que, sin duda, saldríamos perdiendo. Le daremos tiempo a las conclusiones.


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