¿Tarija ciudad de borrachos?

Enfocar todas y cada una de las actividades públicas, inversiones o promociones turísticas en la industria del vino va a pasar factura a Tarija a nivel social

Desde la independencia hasta bien entrado el siglo XXI a Tarija se le conocía como la capital de la sonrisa, un espacio diseñado para el goce y disfrute, una ciudad en comunión con la naturaleza donde no había mucho de nada ni tampoco faltaba. Tal vez nunca fue una ciudad ambiciosa porque no lo pretendió, sino que sus habitantes priorizaron el vivir bien de verdad y de ahí se arraigaron unas cuantas costumbres que cultivaban el placer, el sol, el vino, la música, la tranquilidad. En algún momento se convirtió en tierra de poetas y músicos que irremediablemente evoca sonrisas entre nuestros connacionales al recordar esta tierra creativa y abierta.

En algún momento, sin embargo, la industria derivada de estos asuntos de la buena vida y del turismo se fueron convirtiendo en monotemáticos. Tarija fue mutando de ser un destino priorizado por el placer de descansar y disfrutar a serlo por el placer de farrear, y muchos de los vecinos parecen haber reducido el significado de vivir tranquilos a empinar el codo a cualquier hora.

La Defensoría de la Niñez del Gobierno Municipal ha advertido que las intervenciones de restitución se incrementan cada fin de semana, en los que como mínimo se registran cinco. Una intervención de restitución supone llegar a un domicilio o un descampado o debajo del puente o una kermese donde los niños están siendo puestos en peligro por sus propios padres, que con absoluta reiteración, se encuentran bajo los efectos del alcohol.

Es verdad que la industria del vino es una de las más importantes del departamento, aunque signifique apenas el 1% de las exportaciones que, además, no retribuyen en las instituciones locales y apenas genere puestos de trabajo directos y varios indirectos no siempre bien pagados, como señalan los productores de uva.

Otra cosa es hacer apología, como construir una enorme copa de vino a la que llamamos mirador y que no se utiliza para nada salvo para que todos los ciudadanos al levantar la vista puedan antojarse del liquido elemento que parece gobernar la vida en este valle, al que además le han puesto de “marca ciudad”: “Vino para quedarse”. Ojito.

Enfocar todas las actividades políticas, turísticas, económicas o promocionales en el vino está teniendo un costo enorme en la ciudad, en su tejido social y familiar. Los datos indican que el alcoholismo afecta a buena parte de los vecinos y somos de largo el departamento que más alcohol consume y a más temprana edad.

Las simplificaciones nunca han sido buenas. Cuando la característica se convierte en estigma, sufrimos todos. Es importante que todas las partes se comprometan en mantener una Tarija limpia y saludable, el alcohol se está convirtiendo en un problema social de primer orden que afecta a las familias. Atajarlo a tiempo es un deber.

DESTACADO.- Otra cosa es hacer apología, como construir una enorme copa de vino a la que llamamos mirador o elegir una marca ciudad que diga: Vino para quedarse


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