El liderazgo de Santa Cruz

Plantear el desarrollo económico en Santa Cruz como resultado de una batalla política entre dos visiones antagónicas de país apenas logra perjudicarlo

Santa Cruz ha vivido una temporada de alta emocionalidad, y no hay duda de que se enfrenta a su propio desafío en medio de estos tiempos convulsos. De cómo resuelva sus propias dudas dependerá en buena medida la suerte del conjunto de la nación, sin olvidar que Santa Cruz, con sus más de tres millones de personas, es un lugar diverso y multicultural donde no hay una sola narrativa imperante.

A Santa Cruz se le pide liderazgo nacional y madurez para estar a la altura de los desafíos, y es verdad que ha crecido mucho desde aquel desencuentro con el presidente interino Carlos Mesa y las aspiraciones de ese territorio, que ciertamente mantiene algunas lógicas inenarrables. Fuera espoleada por aquello, por la propia presión demográfica o por el gen cruceño emprendedor, Santa Cruz encontró algunas lógicas que avalaron la inversión y la retroalimentación; un modelo movido principalmente por las lógicas liberales con unos poderes públicos que construían a su alrededor el relato de la identidad.

Ahora, la misma Santa Cruz que ha borrado de su memoria desarrollista la contribución de Camiri y sus pozos petroleros para apuntalar su relato de milagro agroindustrial vive ahora más cerca del Estado que nunca, con sus regalías de Incahuasi, sus créditos de las AFP a la CAO intermediados por el Gobierno; sus trenes y sus combustibles subvencionados por el Estado; la vista gorda de los transgénicos y el biocombustible como señuelo.

Hace una década el modelo agroindustrial se consolidaba con aquel pacto nunca escrito de las élites cruceñas con el gobierno de Evo Morales en su “ganar – ganar” y con Gravetal como uno de los pilares del acuerdo. Hace tres años, Santa Cruz era capaz de plantearse su modelo y sus alternativas, dando muestras de madurez, en medio de terribles incendios desatados en la Chiquitanía, que amenazaba quedar sepultada bajo los voraces apetitos de los depredadores de la tierra. Este año el debate se ha centrado sobre si cambiar o no las losetas del centro de la ciudad, apelando ni siquiera a argumentos de ingeniería o movilidad, sino a cuestiones de identidad que poco tienen que ver con la diversidad de aquella tierra.

Plantear el desarrollo económico en Santa Cruz como resultado de una batalla política entre dos visiones antagónicas de país no solo es contraproducente para el propio desarrollo, que no logra generar las condiciones de confianza necesarias, sino también para la política, que genera divisiones en lugar de fomentar la integración.

Con todo lo vivido en los últimos tres años en el país y con Santa Cruz como protagonista, solo se explica que haya vuelto a entrar en el bucle de la inseguridad y la polarización por la interpretación errónea del momento.

Santa Cruz sigue teniendo pendiente el reconocerse a sí misma y el asumir una posición de liderazgo real, sin victimismos, sin revanchismos, sin relatos fantásticos. Bolivia y Santa Cruz ganan en el entendimiento. Es urgente que todos trabajemos para ello y vaga esta fecha especial, en la que recordamos la gesta libertaria, que cuando nos aliamos y trabajamos juntos, somos imparables.

Felicidades Santa Cruz

Destacado.- La misma Santa Cruz que ha borrado de su memoria desarrollista la contribución de Camiri y sus pozos petroleros para apuntalar su relato de milagro agroindustrial vive ahora más cerca del Estado que nunca


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