La COB y los otros trabajadores

El mercado laboral ha cambiado en Bolivia y en el mundo, pero la Central Obrera apenas se preocupa de gestionar el incremento salarial y velar por sus funcionarios públicos

Probablemente la iniciativa de crear una nueva organización de trabajadores a nivel nacional que pueda ejercer la representación del sector, ante el ejecutivo y ante la patronal, acabe pinchando sola y no se concrete en nada beneficioso para la población.

Probablemente ha sido un simple movimiento político, a tenor de las entidades patrocinantes entre las que se cuentan declarados opositores como Adepcoca o los profesionales médicos, en lucha casi permanente, además de sectores que no son exactamente trabajadores por cuenta ajena, como los gremiales.

En cualquier caso, si es un movimiento en serio o ha sido un movimiento de desgaste, ha hecho movilizarse a los diferentes voceros de la Central Obrera Boliviana para tratar de desacreditarlo y salvar los muebles.

Y es que el principal argumento que emplean los críticos es inapelable: la Central Obrera Boliviana ha dejado de ser una entidad autónoma que vele por los intereses de los trabajadores para convertirse apenas en un ente gestor del incremento salarial, que cada vez es a la medida de las necesidades del gobierno: cuando necesita votos se eleva por encima de la inflación, cuando necesita ahorrar se permite incluso que no haya incremento.

Esto puede no ser novedad, pues en los tiempos del MNR y del MIR también se dieron lógicas similares a las actuales, se han alcanzado cuotas de sumisión muy elevadas, pues la Central Obrera tiene bancada propia dentro del MAS y se ha asegurado de reservas cupos en casi todos los legislativos departamentales y/o municipales.

El segundo argumento, sin embargo, es el que tiene mayor recorrido y profundidad y describe mejor el drama laboral de Bolivia, un drama al que la propia Central Obrera Boliviana parece ajena al tratarse, esencialmente, de un conglomerado formado por funcionarios públicos o de Cooperativas.

En Bolivia el principal problema laboral es el de la informalidad, que se ejerce además en condiciones muy precarias y a la vista de todo el mundo. Mientras la COB y el Gobierno han pactado una serie de condiciones de contratación que se aplican en las empresas públicas – respaldadas con el Presupuesto General del Estado – y en las grandes empresas con amplios márgenes de beneficio, pero se vuelven draconianas para cualquier PyMe o cualquier emprendedor que quiere formalizase, la inmensa mayoría simplemente no aplica ninguna y se conforma con ganar del día, aunque eso no quiere decir que no tenga preocupaciones por el futuro.

Probablemente la Central Obrera Boliviana se siente amenazada en sus privilegios de interlocución, pero en la medida en que ha sido incapaz de dar respuestas y proteger a los trabajadores que se desempeñan en las nuevas formas de contratación o que simplemente tratan de ganarse la vida como pueden, pero también sueñan con un buen servicio de salud, una jubilación decente y por qué no, una vivienda social, un permiso de paternidad o un aval crediticio.

Bolivia necesita un mercado laboral más flexible y más moderno y sus trabajadores necesitan más capacidad y más formación para ser más productivos, algo que también pasa por tener garantizada la supervivencia, algo para lo que no solo hace falta trabajar, aunque a la Central Obrera eso no le preocupe en absoluto.


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