Desayuno escolar y conciliación

Desde diferentes sectores se viene promoviendo de una vez la modificación del programa del desayuno escolar para convertirlo en almuerzo escolar y facilitar la jornada continua

El asunto del desayuno escolar en Cercado y en otros muchos municipios se ha convertido en una suerte de negociado en el que los propios niños acaban siendo cómplices de irregularidades, con lo que malo es el ejemplo que se está dando a esos menores. Las denuncias por la escasa calidad son recurrentes, pero demasiadas veces, socapadas por los propios estudiantes y sus familias, que en realidad les dan otras cosas para sobrellevar la jornada escolar. En esas, cabe preguntarse si el programa está cumpliendo sus objetivos y si no requiere dar de una vez una buena vuelta al programa que cumpla con otros objetivos.

La Organización Internacional del Trabajo señala que la jornada continua favorece la productividad, la eficiencia y, evidentemente, la conciliación laboral

La iniciativa del desayuno escolar evidentemente no es exclusiva de Tarija ni de este tiempo. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas hace más de medio siglo que promueve ese programa porque cumple con numerosos objetivos para con la infancia: el principal es ofrecer al menos un alimento con la calidad controlada y los aportes nutritivos requeridos para la infancia, algo que no todas las familias pueden garantizar. El segundo es incentivar la asistencia a la escuela, sobre todo en esas familias donde los niños suelen trabajar para ayudar a los padres, aunque sea en pequeñas actividades poco rentables como vender bolsas negras en el mercado. El tercero es también incentivar ciertas iniciativas productivas en el campo agroalimentario que puedan generar cierto comercio local, pero evidentemente lo que sucede en Bolivia no responde precisamente a eso.

Desde diferentes sectores se viene promoviendo de una vez la modificación del programa del desayuno escolar para convertirlo en almuerzo escolar, es decir, establecer comedores escolares en los colegios que permitan enfrentar la jornada escolar de otra manera y, sobre todo, contribuir a la conciliación familiar y laboral. Es algo que ya funciona, por ejemplo, en el área rural, y también en otros muchos países del mundo, siendo ese uno de los programas que más han contribuido a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y a la equidad de género.

Con la decisión de relajar las últimas medidas de bioseguridad por la pandemia se ha reabierto el debate sobre la utilidad o no de la jornada continua, sobre todo en las instituciones públicas, una jornada que de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) favorece la productividad, la eficiencia y, evidentemente, la conciliación laboral, pero que en Bolivia parece que ha sido la puerta hacia una jornada interminable que ni siquiera permite ir a casa a almorzar.

Es cierto que en Tarija, una ciudad todavía manejable en sus distancias, el ritual de retornar a casa para almorzar con la familia, aunque sea a las carreras y exija movilizar muchos recursos humanos y familiares, es un ritual muy arraigado, lo que no quita que no se pueda empezar a sondear nuevas formas de hacer las cosas que permitan a los niños aprovechar mejor su estancia en el colegio y a los padres, su tiempo con los niños. Es tiempo de ser creativo y abierto, pues Bolivia también debe ser capaz de ser más eficiente en todos sus rituales. El debate está sobre la mesa.


Más del autor
Las ranas pidiendo rey
Las ranas pidiendo rey
Tema del día
Tema del día
Evo, la justicia y la política
Evo, la justicia y la política