YPFB y cómo aprovechar el momento

YPFB tiene pendientes varios debates de sostenibilidad que deben trasladarse a la sede de la soberanía popular

El barril de petróleo sigue alto y nadie sabe cuanto tiempo se mantendrá alto, pero de momento nada indica que vaya a bajar próximamente y no tanto por la enquistada guerra en Ucrania, que probablemente se alargue, sino por las consecuencias que está teniendo esta en los conceptos de lucha contra el cambio climático, mucho más etéreos cuando lo que se pone en cuestión son precisamente las capacidades de adaptación del mundo occidental, y en particular, Europa.

Sin embargo, todo apunta a que este periodo de bonanza no se va a aprovechar convenientemente en Bolivia, sino más bien todo lo contrario. Con los precios elevados y el consumo disparado tras la reactivación, los recursos destinados a la subvención de los hidrocarburos se multiplican y condicionan las cuentas públicas cada día más, mientras que el supuesto beneficio que llegaría por multiplicar el valor de la venta de gas apenas se siente porque las ventas en realidad no se están multiplicando, sino todo lo contrario: Brasil y Argentina luchan por tener más gas boliviano por ducto cuyos precios son mucho más amables que los del GNL del mercado marítimo a estas alturas del combate mundial, y sin embargo, Bolivia no es capaz de abastecer la demanda.

El problema no se reduce solo a esa incapacidad, que podría ser incluso estratégica, sino que va más allá. No se percibe en Yacimientos una estrategia acorde al nivel de emergencia en cuanto a bajón de producción ni tampoco una estrategia que privilegie los emprendimientos nacionales por encima de la exportación, una forma de actuar que tiene un viejo resultado conocido: el vaciamiento del recurso estratégico a cambio de nada. O en todo caso, de un beneficio económico efímero que apenas alcanza para quedar bien en las campañas electorales.

YPFB tiene pendientes varios debates de sostenibilidad que deben trasladarse a la sede de la soberanía popular, y no es precisamente bajo consignas como se debe avanzar en el tema, sino sobre el Pacto de Estado que incluso permita forzar al máximo el texto constitucional para buscar alternativas de producción y extracción.

El modelo de desarrollo del sector en la práctica dista del contemplado en el decreto de nacionalización o en la propia Constitución, y básicamente delega en las empresas transnacionales extranjeras toda la responsabilidad de la exploración, pero además, no les obliga en nada, y por lo tanto, resulta plácido para ellas limitarse a extraer lo ya descubierto.

YPFB debe resolver a la brevedad qué hacer con las técnicas de fractura hidráulica autorizadas bajo eufemismos hace ya cinco años en el área remota de Miraflores y de la que apenas se ha informado, pero también sobre qué instrumentos poner en marcha la exploración autónoma reservada para YPFB pero siempre retardada por miedos vanos.

Es urgente que YPFB marque el camino sin temores al qué dirán, pero de acuerdo al marco legal y siempre sabiendo para qué, pues lo importante no es hacer cualquier cosa, sino saber para qué se hace.


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