Un 6 de agosto para acercarse

El 6 de agosto debería ser el día para buscar puentes de acuerdo que nos permitan construir, como un día, hace ya casi 200 años, nos permitió fundar esta República después de expulsar al invasor español

Cada efeméride de la naturaleza que sea invita a la reflexión, y la de este 6 de agosto de 2022, con el mundo en llamas conteniendo la respiración entre bravuconadas y decisiones cuasi suicidas, no es para menos.

Se podría decir que para Bolivia, como para todo el continente sudamericano no alineado a los intereses de los bloques en conflicto (al menos no más a unos que a otros), la crisis es una oportunidad de la que habría que salir reforzados - como tantas veces se ha premonizado - por aquello del incremento de la demanda de materias primas en el afán alarmista y la revalorización de determinadas posiciones de mercado, como en el caso del litio, que deberían hacerse valer, pero la experiencia es tal que se augura el enésimo fracaso: con demasiadas probabilidades la crisis de la crisis de la pandemia y su guerra en Ucrania la acabarán pagando los más pobres.

Bolivia necesita Pactos de Estado que nos permitan avanzar, que dejen al margen de la batalla política asuntos claves como la educación, el desarrollo tecnológico, la política del gas y el litio, como mínimo

No ayuda nada en este mundo multipolar donde cada cual mira por sus intereses antes de sumarse a uno u otro bloque el constante ruido interno que provoca la polarización política y el permanente intento de anular a la otra parte. Bolivia es un país inmenso y diverso que se manifiesta en cada opinión y discurso, pero también en cada convocatoria electoral. Ganar es algo más que sumar unos pocos de votos más que el otro, pero también es algo más que apostarlo todo a incendiar la calle caiga quien caiga.

Lo que pasa en Bolivia entre elección y elección se asemeja cada vez más a un periodo de entre - guerras, donde los bandos, en lugar de concentrarse en hacer lo mejor para el país y sus ciudadanos, se concentran en sumar argumentos y agravios con los que enervar a sus simpatizantes para el siguiente conflicto, en esas, lo importante parece ser el “cuanto peor, mejor” y esa voluntad encubierta de que, por un lado, no se haga nada, y por el otro, todo tenga que costar sangre, sudor y lágrimas para que tenga su punto de conquista sufrida.

Bolivia ha sido muchas veces pionera en la praxis política en este continente y a nivel mundial; lo fue en el siglo XX derrocando presidentes en mitad de una guerra; nacionalizando o haciendo la revolución del 52, y lo fue después aplicando teoría populista para empoderar a las clases populares. Quizá en este tiempo toca de nuevo innovar y tal vez en sentido contrario.

Bolivia necesita acuerdos en asuntos concretos. Pactos de Estado que nos permitan avanzar, que dejen al margen de la batalla política asuntos claves como la educación, el desarrollo tecnológico, la política del gas y el litio, como mínimo, para que no se conviertan en acciones declarativas o leyes con alto contenido ideológico que al final, nunca se aplican por reticencias internas e insuficiencia de recursos.

El 6 de agosto debería ser el día para exaltar lo que nos une y no lo que nos separa; para buscar puentes de acuerdo que nos permitan construir, como un día, hace ya casi 200 años, nos permitió fundar esta República después de expulsar al invasor español. Hoy es un día para recordar a nuestros héroes y nuestras gestas y renovar los compromisos para seguir viviendo juntos. Porque juntos somos más fuertes.

Feliz 6 de Agosto, y Viva Bolivia.


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