La dignidad de la tercera edad

Nunca ningún gobierno ha priorizado la inversión en la tercera edad pues apenas el 7,62% de la población en 2021 tenía más de 64 años, pero los datos están cambiando

El 26 de julio es, además de Santa Anita, el Día internacional de los abuelos, así tal cual, y que seguramente es una de las fechas que más deberían invitar a la reflexión de todos, pero que en Tarija queda eclipsado precisamente por la fiesta de los más pequeños, exactamente como les gustaría a los abuelos.

El asunto no es menor en un país que envejece a toda velocidad. La esperanza de vida se ha incrementado casi diez años en lo que va de siglo – de 61,84 en 1999 a 71,5 en 2019 - y la natalidad se ha reducido drásticamente como marca la tasa de fecundidad: de 4 hijos por mujer en 2000 a 2,6 en 2019. Esto tendrá consecuencias casi inmediatas en un país que no está preparado para hacerse viejo de repente.

En Bolivia no hay red de protección social más allá de la propia familia y del seguro básico de salud que atiende las enfermedades casi siempre tarde

Nunca ningún gobierno ha priorizado la inversión en la tercera edad pues apenas el 7,62% de la población en 2021 tenía más de 64 años. Así es normal que los recursos se vayan en colegios, parques, canchas y demás, frente a otros países con un peso específico de sus mayores por encima del 20 por ciento, donde el gasto en residencias, políticas de atención integral, dependencia y también en el ocio y salud de ese núcleo de población es prioridad (electoral).

En Bolivia no hay red de protección social más allá de la propia familia y del seguro básico de salud que atiende las enfermedades casi siempre tarde al no haber tenido una cultura de salud preventiva; por eso es tristemente habitual que las personas mayores, una vez que terminan su ciclo laboral, normalmente por agotamiento, acaban parqueados en algún rincón de la casa familiar donde no molesten mucho.

Las pensiones de hoy son bajas para los pocos que pueden acceder a ellas después de haber completado una vida laboral más o menos regular. Para el resto queda un miserable bono al que llaman “Renta dignidad” de 350 bolivianos que apenas alcanza para los objetos de aseo personal.

Algunos afortunados pueden acceder a alguna Residencia u Hogar de la Tercera Edad, muchas veces atendidos por religiosas que suelen tener que apelar a la caridad para llenar la despensa y poder tratar con un mínimo de dignidad a sus pacientes, mientras que de Centros de Día u otras actividades de Terapia Ocupacional que son casi indispensables para mantener una tercera edad digna, apenas nadie quiere oír hablar.

Lo cierto es que la pirámide poblacional se está volteando a velocidades altísimas y sería necesario plantear hoy un plan integral a todos los niveles que sea capaz de brindar la atención decente a todos los adultos mayores de los que no hay que acordarse solo una vez al año. Ojalá seamos capaces de repartir los esfuerzos y las preocupaciones entre los más pequeños que fuimos y los más mayores que llegaremos a ser. Porque llegar a viejo en Bolivia no es tarea fácil, al menos intentemos que esa fase final sea feliz y no traumática.


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