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El reverdecer del pulso por el 45%

El problema del 45%, como el del 55%, no es el acuerdo ni la distribución, pues Tarija y Chaco son complementarias, se necesitan, y cualquier inversión es en beneficio mutuo, sino la gestión que se hace de esos fondos.

La aceleración de la carrera electoral por las subnacionales a partir de la convocatoria lanzada por el Tribunal Supremo Electoral no solo ha tenido efecto llamada entre los potenciales candidatos, sino también sobre los temas pendientes en el departamento, que sin duda condicionarán no solo la campaña, sino la propia selección de candidatos.

Uno de los primeros en aparecer ha sido precisamente el del 45%, el acuerdo histórico para el reparto de regalías petroleras en Tarija que se formalizó a principios de siglo y que ha quedado posteriormente blindado a través de diferentes normas, especialmente con la aprobación del Estatuto Regional.

Por sus características, el asunto del 45% se convierte en una baza ideal para agitar populismos tanto a favor como en contra, y agitar de forma interesada viejas rencillas y odios entre chapacos y chaqueños que no aportan nada al desarrollo común.

El Chaco ha sido por años la billetera del país y desde sus entrañas han fluido líquidos y gases que han servido para construir las más grandes autopistas del país. Desde San Alberto se abastecía al cinturón industrial de Sao Paolo. Sin embargo, sus índices de desarrollo eran de los más bajos del país y la pobreza de las más altas. El olvido sistemático del eje central sobre el departamento de Tarija se sintió de forma acusada en la región chaqueña, castigada además por sequías y plagas.

El pacto del 45% se forjó en los 90 y se formalizó después; el Chaco siempre ha sido casi la mitad del territorio y casi el 40% de la población, aunque en los últimos años ha perdido peso respecto al resto del departamento. El acuerdo permitió además no cerrar algunos asuntos, como la ubicación de Margarita.

Siempre ha resultado curioso escuchar a algunos chapacos protestar del centralismo de La Paz y defender las regalías y, a su vez, negarlas al Chaco y poner en cuestión el reparto que permitió, al menos, un estatus quo departamental.

La postulación de Óscar Montes como Gobernador - que en el pasado ha puesto en cuestión el acuerdo de la autonomía regional, aunque seguro lo matizará en los próximos días – y también la aparición de Walter Ferrufino, promotor subterráneo de la Ley que busca la modificación del reparto de regalías, ha puesto en alerta de nuevo a los chaqueños, para los que el asunto se convierte en vital no solo por su funcionamiento, sino por el aire político que da a las autoridades en problemas.

Y es que el problema del 45%, como el del 55%, no es el acuerdo ni la distribución, pues Tarija y Chaco son complementarias, se necesitan, y cualquier inversión es en beneficio mutuo, sino la gestión que se hace de esos fondos. No es culpa de un acuerdo de pacificación que ni el Chaco ni Tarija no luzcan las obras que merecen ni hayan forjado el desarrollo que se pretendía, sino de aquellos que lo han administrado. En eso es en lo que los ciudadanos seguramente se fijarán a la hora de decidir su voto, siempre y cuando nadie se esfuerce demasiado por reabrir heridas del pasado.

DESTACADO.- Siempre ha resultado curioso escuchar a algunos chapacos protestar del centralismo de La Paz y defender las regalías y, a su vez, negar ambas cosas al Chaco


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