Un último esfuerzo contra el Covid en Tarija
El dato de letalidad es el que viene a corroborar el buen desempeño en Tarija, pues con 2,4% es el más bajo del país desde hace varias semanas, y el Sereci corrobora su fiabilidad
Hemos desarrollado en Tarija una especie de masoquismo político, en el que el flagelo está a la orden del día, y donde cuesta horrores reconocer acaso una buena acción realizada desde cualquier ámbito, especialmente el de la gestión pública. Sabemos siempre rebuscar para salir mal parados, pero muy poco para salir bien.
Tarija está siendo el departamento que mejor se está enfrentando al Covid-19 en el país, en comparación con cualquiera, y los datos cantan. El 11% de la población ha sido testeada, bien con prueba PCR, bien con prueba rápida y su pertinente valoración de cuadro clínico y relación epidemiológica, situación que nos coloca a la cabeza del país en este sentido, sin haber hecho demasiados excesos en la promoción de los rastrillajes como otros alcaldes y gobernadores.
Este esfuerzo en el testeo se corresponde con la cantidad de casos positivos que registra el departamento, que ya ha superado los 10.000 positivos y tal como están las proyecciones, pronto superará a Cochabamba. Tarija es el único departamento que incorpora a la estadística oficial los resultados de pruebas rápidas en rastrillajes y laboratorios privados, si vienen acompañados de un diagnóstico clínico compatible o un contacto evidente con caso confirmado.
Tarija es el único departamento que incorpora a la estadística oficial los resultados de pruebas rápidas en rastrillajes y laboratorios privados, si vienen acompañados de un diagnóstico clínico compatible o un contacto evidente con caso confirmado
¿Qué hacen los demás departamentos con sus pruebas rápidas? Es un misterio. O más bien no. La política ha entrado en juego y mantener las cifras bajas parece una directriz no escrita. Dar la sensación de que la curva se ha doblado parece prioritario, pero lo cierto es que la cadena de contagios no se ha cortado en ningún departamento, pero sí la disponibilidad de pruebas PCR en un momento de máxima demanda mundial con el rebrote en Europa y la explosión en India y otros países del Asia central, y también la disponibilidad presupuestaria: de 100 bolivianos a mil.
A ciertos niveles parece haberse desatado una especie de carrera absurda donde reportar muchos casos penaliza y el que reporta pocos, saca pecho asegurando que se ha controlado alguna situación respecto a la pandemia. Parece que seis meses después nos hayamos olvidado de algunos aspectos básicos de esta enfermedad: la alta transmisibilidad que obliga al aislamiento estricto de los contagiados y los sospechosos, el papel de los asintomáticos, que extienden el virus y la alta letalidad entre personas mayores y con enfermedades de base.
El dato de letalidad es el que viene a corroborar el buen desempeño en Tarija, pues con 2,4% es el más bajo del país desde hace varias semanas, justo desde que La Paz empezó a contabilizar sus decesos.
La prueba del algodón la dan los registros en el Sereci sobre la mortalidad en este 2020 respecto a los años anteriores hasta el mes de agosto. Mientras que en Tarija hay un exceso de muertes sobre el promedio 2016-2019 de 90 personas – al margen de las 200 registradas por Covid -, en La Paz hay más de 8.000 muertes sin explicar, en Cochabamba 1.800 y en Beni 500. Los expertos señalan que es evidente que hay un subregistro de decesos, y también de contagios, mientras que otros departamentos, como Chuquisaca, tienen altas tasas de letalidad – 8% en caso de los capitalinos - pero poca distorsión con el registro del Sereci, donde apenas hay 29 muertos extras aparte de los del Covid.
Ahora, falta lo más difícil. Todos debemos poner de nuestra parte para acabar de cortar de una vez la cadena de contagios. Nos va la economía, la salud, y en resumen, la vida en ello.