Que el consumismo no te consuma
Llegamos a Nochebuena y parece ser que en la mente de gran parte de la población sobresale una sola palabra: comprar. Y es que en esta fecha del año es cuando buscamos todo tipo de excusas para gastar. Así el consumismo nos seduce y nos cautiva. La televisión y ahora las redes sociales,...
Llegamos a Nochebuena y parece ser que en la mente de gran parte de la población sobresale una sola palabra: comprar. Y es que en esta fecha del año es cuando buscamos todo tipo de excusas para gastar. Así el consumismo nos seduce y nos cautiva.
La televisión y ahora las redes sociales, con sus herramientas específicas, nos invaden con sus propuestas consumistas. Todo esto se acompaña de grandes tiendas que adornan sus locales para la “ocasión”. Sumando a todo este escenario sus “maravillosas” ofertas.
Todo este continuo bombardeo publicitario empieza hace más de un mes antes de que llegue la Navidad, y lo hace comenzando por meter en las cabezas de los más pequeños un montón de anuncios de juguetes.
De esta manera, los padres bajo la presión de sus hijos acaban por convencerse de que para demostrar lo mucho que les quieren les tienen que comprar más regalos, y terminan sometiéndose a la dictadura de la publicidad.
Así olvidan las alternativas de consumo más justo, social y ambientalmente amigables, como puede ser buscar juguetes de artesanía local, sin embalajes innecesarios, no sexistas ni bélicos, que estimulen la creatividad, adecuados a cada tipo de edad, con materiales naturales y biodegradables, juguetes en los que se esté pagando el producto, y no su publicidad.
Además, estamos olvidando incluso lo más importante: “es posible jugar sin juguetes”. Para ello está la creatividad.
Sin embargo, para los expertos en el tema, el consumo se vive como una vía de escape individual, una zona de huida fácil a los problemas de la vida cotidiana, ya que, mientras compramos, pensamos menos. No pensar es, de hecho, la primera razón esgrimida por las personas para justificar sus compras.
“Consumir es una satisfacción social donde lo irracional y lo compulsivo mandan. Tiene funciones aparentemente terapéuticas que luego se convierten en frustración”, afirma Luis Enrique Alonso. “Después de las Navidades nos sentimos muy cansados. Antes de Navidad te lo han prometido todo y te has autoprometido todo, y después, pues ha sido como otra cualquiera. Para los consumidores más desprotegidos, adolescentes o niños, por mucho que les regalen, nunca se va a cumplir con la lógica del deseo que se han puesto. Hay cierta sensación de frustración. Para públicos más maduros la sensación es de hastío. Todo el mundo protesta pero todo el mundo lo hace”, comenta Alonso.
Un estudio realizado en nuestro país sobre las compras de los hogares en Bolivia, desde 2006 a 2015, comprueba que el último trimestre (octubre-diciembre) es cuando más se gasta, siendo diciembre el mes en el que las familias realizan el mayor gasto del año.
Durante el periodo de análisis se observa que, en todos los años, durante el cuarto trimestre (octubre-diciembre) el gasto es mayor en un 25%, en promedio, comparándolo con el trimestre anterior (julio-septiembre). En los años 2014 y 2015 fue cuando se presentó la mayor diferencia: 32% y 33% más de gasto en el último trimestre respecto del anterior.
Esto debido a que en esos dos años se dio un segundo aguinaldo, que hizo incrementar aún más la capacidad de gasto de los hogares en diciembre.
Quizá lo interesante no sea escapar o anhelar otro tipo de navidad sino relativizar la necesidad de agotarnos en compras y con expectativas muy altas. Es hora también de dar paso a la creatividad y sencillez.