Los pecados de Eva
Eva nació en el paraíso, un pedazo de tierra bendecida por Dios. Aunque ella sabía de la existencia de este ser supremo, había aprendido también a desobedecerle. Hoy pagamos sus consecuencias. En el paraíso no había oportunidad para el conocimiento. Así, Eva no sabía de economía ni de...
Eva nació en el paraíso, un pedazo de tierra bendecida por Dios. Aunque ella sabía de la existencia de este ser supremo, había aprendido también a desobedecerle. Hoy pagamos sus consecuencias. En el paraíso no había oportunidad para el conocimiento. Así, Eva no sabía de economía ni de tecnología; sin embargo, tenía algunos atributos que la hicieron presa para el envanecimiento.
Eva tenía dos hijos, uno moreno y el otro, sin ser rubio, de tez más clara. Ambos vivieron su infancia en la inocencia y, sin ninguna maldad, compartían el territorio. Por entonces era la única diferencia entre ellos. Crecieron juntos, compartiendo las bondades de la tierra. Sin embargo, en este ambiente prodigo en recursos, los demonios (nunca ausentes cuando la felicidad es plena) la tentaron con veleidades en medio de este cúmulo de beneficios. Así surgió la soberbia, y Eva empezó a endiosarse y creyó ser la enviada para dominar el paraíso. Surgieron la avaricia y la lujuria, y con ellas, las ansias de empoderamiento. Eva había mordido la manzana.
Uno de los demonios que trabajó en silencio fue la insidia. Entonces Eva empezó a hacer lo menos recomendable, dar preferencias a uno de sus hijos, con lo cual provocó el recelo del otro. Emergió la desconfianza y al final, la triste realidad: disputas por pretender ser el mejor y humillar al otro: la herida estaba abierta. Los hermanos fueron separados por estas diferencias, que nacieron con su naturaleza, pero que fueron profundizadas por Eva y los demonios, que cumplían su cometido: convertir el paraíso en un infierno.
Hoy, con la herida abierta, profunda y sangrante, Caín y Abel se encuentran en disputa, en pleno crecimiento. No existe lucha racial, sino de clase: ambos son hermanos, aunque diferenciados por este desacierto. Hoy el pecado de Eva está latente, y todo esto por haber mordido el letal fruto.