Que el miedo no contamine nuestros debates
En los últimos años parece haberse “bajado la barra”, refiriéndonos al nivel de los debates en distintos temas. Cuando hay un tema de discordia, lo saludable es presentar ideas, datos, información y análisis. Pero a estas alturas ya no sorprende el predominio de insultos y...
En los últimos años parece haberse “bajado la barra”, refiriéndonos al nivel de los debates en distintos temas. Cuando hay un tema de discordia, lo saludable es presentar ideas, datos, información y análisis. Pero a estas alturas ya no sorprende el predominio de insultos y descalificaciones.
Algunos piensan que es parte del fenómeno de las redes sociales, donde no prima la profundización sino el facilismo y la simulación. Sin embargo, que las máximas autoridades del Estado, candidatos presidenciales, asambleístas y otros personajes públicos expresen adjetivos en vez de ideas y argumentos, y no solo en las redes, es preocupante.
Un ejemplo concreto y reciente se observa alrededor de la nueva medición de “pobreza multidimensional”, presentada esta semana por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
Como se vio en las noticias, el CEDLA estima que el 61% de la población boliviana está en una situación de pobreza multidimensional. Esta medición difiere de las tradicionales formas de medir la pobreza, que suelen enfocarse en una sola dimensión o en unas pocas.
El método más común es el de la línea de pobreza, que mide los ingresos de las personas. Según este método, la pobreza extrema bajó de 38,2% en 2005 a 15,2% en 2018 y la pobreza moderada disminuyó de 60,6% a 34,6%. Mide solamente una dimensión: los ingresos.
Las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es otro método que se enfoca en más dimensiones: condiciones de infraestructura de vivienda, insumos energéticos, niveles educativos y atención de salud de la población.
En febrero pasado, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, se manifestó abierto a incluir otras dimensiones para medir la economía más allá del PIB. Una apertura saludable, aunque no se ha avanzado en absoluto en ese camino
Otro método multidimensional es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide también las oportunidades de la población, a través del análisis de dimensiones como el “disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno”.
En esta dirección parece apuntar el índice de pobreza multidimensional del CEDLA, incluye además de los ingresos económicos de las personas, los bienes durables del hogar, la educación, el acceso a internet, empleo de calidad, salud y servicios básicos.
Asimismo, incluye otras nuevas dimensiones como “la pérdida de poder y voz de la población” (relacionado con la cooptación y división de organizaciones sociales y situaciones similares), y la seguridad humana (relacionada con la violencia dentro y fuera del hogar).
El vicepresidente Álvaro García Linera se apresuró en calificar esta medición con adjetivos como “rocambolesca”, “inventada”, “pobreza intelectual”, “propaganda”. Por su parte, el INE ha abierto la puerta a un debate de mayor altura, argumentando diferencias metodológicas. Si el CEDLA se equivoca, que se explique cómo y porqué. Debate.
En febrero pasado, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, se manifestó abierto a incluir otras dimensiones para medir la economía más allá del PIB. Una apertura saludable, aunque no se ha avanzado en absoluto en ese camino.
En todo caso, la postura del INE parece más acertada que la del vicepresidente. Si la idea es revolucionar, no debiera haber tanta aversión oficialista al cambio de indicadores. Después de todo, se trata de mirarnos con nuevos ojos, unos propios, y ya no con la mirada colonizada de siempre.
Algunos piensan que es parte del fenómeno de las redes sociales, donde no prima la profundización sino el facilismo y la simulación. Sin embargo, que las máximas autoridades del Estado, candidatos presidenciales, asambleístas y otros personajes públicos expresen adjetivos en vez de ideas y argumentos, y no solo en las redes, es preocupante.
Un ejemplo concreto y reciente se observa alrededor de la nueva medición de “pobreza multidimensional”, presentada esta semana por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
Como se vio en las noticias, el CEDLA estima que el 61% de la población boliviana está en una situación de pobreza multidimensional. Esta medición difiere de las tradicionales formas de medir la pobreza, que suelen enfocarse en una sola dimensión o en unas pocas.
El método más común es el de la línea de pobreza, que mide los ingresos de las personas. Según este método, la pobreza extrema bajó de 38,2% en 2005 a 15,2% en 2018 y la pobreza moderada disminuyó de 60,6% a 34,6%. Mide solamente una dimensión: los ingresos.
Las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es otro método que se enfoca en más dimensiones: condiciones de infraestructura de vivienda, insumos energéticos, niveles educativos y atención de salud de la población.
En febrero pasado, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, se manifestó abierto a incluir otras dimensiones para medir la economía más allá del PIB. Una apertura saludable, aunque no se ha avanzado en absoluto en ese camino
Otro método multidimensional es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide también las oportunidades de la población, a través del análisis de dimensiones como el “disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno”.
En esta dirección parece apuntar el índice de pobreza multidimensional del CEDLA, incluye además de los ingresos económicos de las personas, los bienes durables del hogar, la educación, el acceso a internet, empleo de calidad, salud y servicios básicos.
Asimismo, incluye otras nuevas dimensiones como “la pérdida de poder y voz de la población” (relacionado con la cooptación y división de organizaciones sociales y situaciones similares), y la seguridad humana (relacionada con la violencia dentro y fuera del hogar).
El vicepresidente Álvaro García Linera se apresuró en calificar esta medición con adjetivos como “rocambolesca”, “inventada”, “pobreza intelectual”, “propaganda”. Por su parte, el INE ha abierto la puerta a un debate de mayor altura, argumentando diferencias metodológicas. Si el CEDLA se equivoca, que se explique cómo y porqué. Debate.
En febrero pasado, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, se manifestó abierto a incluir otras dimensiones para medir la economía más allá del PIB. Una apertura saludable, aunque no se ha avanzado en absoluto en ese camino.
En todo caso, la postura del INE parece más acertada que la del vicepresidente. Si la idea es revolucionar, no debiera haber tanta aversión oficialista al cambio de indicadores. Después de todo, se trata de mirarnos con nuevos ojos, unos propios, y ya no con la mirada colonizada de siempre.