Lo que tapan las campañas

La campaña electoral más larga de la historia de Bolivia ha entrado en su recta decisiva. Ya hay candidatos presidenciales y también candidatos a las cámaras de Diputados y Senadores que buscarán su curul el 20 de octubre de este año. Por el camino ha quedado la letra escrita del pacto...

La campaña electoral más larga de la historia de Bolivia ha entrado en su recta decisiva. Ya hay candidatos presidenciales y también candidatos a las cámaras de Diputados y Senadores que buscarán su curul el 20 de octubre de este año. Por el camino ha quedado la letra escrita del pacto constitucional y el resultado de un referéndum a todas luces vinculante. Lo más llamativo es la falta de reacción social, que ha apostado claramente a la resolución electoral de un asunto complejo que riñe corazón y bolsillo.

La estrategia del MAS en ese sentido está resultando impecable (desde el punto de vista electoral, obviamente). El rápido desconocimiento de los resultados al grito de “manipulación” que no logró ninguna gran manifestación en defensa del voto, la posterior estrategia judicial para que una de las últimas sentencias del Tribunal Constitucional antes de su renovación por la vía del voto  fuera la de avalar la tesis de la supremacía del Pacto de San José ha despejado el camino de Evo Morales. Incluso la movilización contra el Código Penal, que vino seguida al fallo del TCP, que fue abrogado, contribuyó a abrir distancias y convertir el referéndum en asunto del pasado; después vino el mar y el fallo de La Haya y finalmente, la aceleración de la campaña con la convocatoria de unas Primarias sui géneris.

A la fecha, y las encuestas lo demuestran, como la última de Mori publicada en El Deber, Unitel, Correo del Sur y El Potosí, el MAS sigue consolidando su suelo mientras la oposición se pierde en debates de egos sin que realmente se entren en los debates de fondo, que no son otros que los del modelo de país, de relación interna y externa que queremos tener.

Encuestas con 30 por ciento de indecisos dan poca luz, pero las tendencias son evidentes. El MAS crece y el resto no, aunque digan que sí, y además es evidente que la mayor parte de los indecisos son votantes conscientes  – no militantes entregados - que se están pensando si repetir el voto de confianza que le dieron en 2009 y 2014 al MAS y que consolidaron las fabulosas mayorías absolutísimas por encima del 60 por ciento, o si por el contrario, es momento de cambiar de opinión.

La estrategia del MAS es el miedo, y la punta de lanza la exhibición de una estabilidad económica que, en principio, no aguanta comparación con épocas anteriores, algo que en términos de PIB y el resto de indicadores más ortodoxos del capitalismo han ponderado incluso el FMI y el Banco Mundial.

Esos mismos organismos son los que ahora están augurando un futuro a corto plazo poco bondadoso para la economía de la región, sin embargo, esta vez no se puede culpar solo al contexto externo de lo que venga. La situación de los hidrocarburos es precaria; las exportaciones han caído y cada vez se produce menos en el país; los jóvenes no encuentran trabajos calificados, lo que dificulta la emancipación y la formación de familias, lo que a su vez genera otra multitud de problemas.

En campaña es necesario hablar de estas cosas, no esconder las verdaderas intenciones ni hablar de promesas de trazo grueso y buena voluntad. Las campañas han cambiado, y por mucho que se empeñen los expertos marketineros, los ciudadanos sí quieren saber.

DESTACADO.- El MAS crece y el resto no, aunque digan que sí, y además es evidente que la mayor parte de los indecisos son votantes conscientes  – no militantes entregados - que se están pensando si repetir el voto de confianza que le dieron en 2009 y 2014 al MAS o no

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