Arce Catacora, el origen

La cumbre entre Ministerio de Economía, Gobernación, Subgobernadores (que para el caso son igual Gobernación) y Alcaldes del pasado miércoles por la noche no acabó tan mal como se preveía. Tampoco bien. La convocatoria tenía que ver con el hecho puntual de los débitos automáticos que sin...

La cumbre entre Ministerio de Economía, Gobernación, Subgobernadores (que para el caso son igual Gobernación) y Alcaldes del pasado miércoles por la noche no acabó tan mal como se preveía. Tampoco bien. La convocatoria tenía que ver con el hecho puntual de los débitos automáticos que sin clemencia ejecuta el Gobierno Nacional sobre las cuentas de la Gobernación para regocijo de los alcaldes municipales; pero en el fondo se debatía sobre el modelo autonómico y la lealtad institucional. En ese marco, el Ministerio de Economía tuvo que dar muchas más explicaciones al día siguiente de las que le hubiera gustado. Y ninguna suficientemente contundente.

El problema puntual es de la coyuntura y del cálculo de los débitos, pero el problema va mucho más allá de la pelea por lo pequeño, pues de fondo hay un manejo excesivamente optimista y discrecional de la Economía nacional y tal vez, una suerte de ajuste de cuentas con el departamento más opositor de Bolivia.

El Ministro de Economía, Luis Alberto Arce Catacora, aseguró el miércoles en el salón Rojo
que el problema tenía que ver con la planificación de Oliva, y aseguró que advirtió de problemas serios “si no se invertía en proyectos de continuidad”, pero le hemeroteca da cuenta de otra situación.

En 2014 se derrumbó el barril de petróleo, lo que iba a tener un impacto innegable en las cuentas nacionales y particularmente de Tarija. El Ministro Arce aguantó con el discurso
de que la caída era coyuntural hasta pasadas las elecciones subnacionales de marzo de 2015. El barril bajó de 130 en julio 2014 a 30 en enero 2016. Ahora apenas pasa de los 50.

Luego de empaparse de la situación y hacer cálculos, la Gobernación de Tarija presentó en marzo de 2016 su “Plan de Rescate” al Gobierno Nacional. Básicamente consistía en facilitar financiación y ciertamente era algo optimista, al pretender que el Gobierno entregara más de 600 millones de dólares a crédito sin medir una por una todas las consecuencias e impactos.

Le hubiera servido para presentarse más amable ante la población tarijeña, pero lo negó hasta las últimas consecuencias sin ofrecer alternativas.

En septiembre de 2016, también en Tarija, Arce Catacora reconoció que Tarija necesitaba
una inyección de dinero público para evitar la “recesión”. Pero no movió ficha. La crisis financiera se convirtió en crisis social: desempleo, migración, etc.

En 2017, ya conscientes de la necesidad de implementar Plan B, la Gobernación arrancó con la gestión de créditos en la banca privada con poca colaboración del Gobierno Nacional, cuya autorización era imprescindible. En junio Arce Catacora salió del gabinete por motivos de salud. Pronto empezaron a fluir los fideicomisos primero, con el propio Evo Morales anunciando ante los riesgos asumidos. Al final del año también se aprobaron los créditos en la banca privada.

Para entonces, muchos de los proyectos en cartera que había dejado Lino Condori se habían cerrado; con los recursos se agilizaron los más avanzados y la deuda de proyectos comprometidos paso de casi mil millones de dólares a 200. Proyectos nuevos apenas han entrado los de los alcaldes. Con todo, Oliva aún puede hacer política con lo poco que quedó en pie mientras el Gobierno aparece como el guardián celoso de la bolsa, ejerciendo justamente contra el departamento que más le aporta.

Es verdad que economía es política, que la coyuntura es coyuntura, y que no siempre se acierta. Pero la historia hay que contarla bien. Desde el origen.

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