YPFB, Boyuy y la exploración “a lo bestia”

Más allá de las interpretaciones de “éxito exploratorio” y de “fracaso comercial” que han tenido unos y otros sobre el ya famoso pozo Boyuy X-2 , y de la inexistencia del “mar de gas” en el Subandino Sur, una mirada retrospectiva ayuda a entender los porqués y cómos de la...

Más allá de las interpretaciones de “éxito exploratorio” y de “fracaso comercial” que han tenido unos y otros sobre el ya famoso pozo Boyuy X-2 , y de la inexistencia del “mar de gas” en el Subandino Sur, una mirada retrospectiva ayuda a entender los porqués y cómos de la situación actual.

Tras el acertado decreto supremo que nacionalizó los hidrocarburos el 1ro de mayo de 2006, nunca se dotó a YPFB de la capacidad técnica, tecnológica, financiera ni operativa para asumir de manera independiente las tareas exploratorias estratégicas que garanticen las reservas necesarias para la exportación más allá del mediano plazo, y mucho menos emprender seriamente la industrialización.

Los “contratos de operación” firmados a finales ese 2006, tampoco obligaron a las “socias” transnacionales a realizar exploraciones significativas, entre otros beneficios que no competen a este texto.

Lo que sí, a principios de esta década, expertos, centros de investigación y otros conocedores del sector, advertían que los aumentos de volúmenes exportados no estaban solventados por una “reserva estratégica” para Bolivia. Y las siempre atrasadas certificaciones de reservas gasíferas no hacían más que aumentar la desconfianza.

En medio de esto, un editorial del periódico Cambio, del 14 de diciembre de 2013, que rescataba criterios de altos ejecutivos de Repsol respecto a la exploración de hidrocarburos en Bolivia, resultó sumamente revelador en su momento, pero releyendo su contenido, lo es aún más en la actualidad.

En dicho editorial, “ejecutivos de Repsol pusieron una disyuntiva al Director y Editor de este diario” (Cambio) con la siguiente cuestión: “Muchos dicen que la exploración de hidrocarburos debe ser planificada, estudiada y ordenada, mientras otros aseguran que se debe hacer la exploración a lo bestia”.

“Sin esperar una respuesta”, continúa el relato del editorial, “y casi con un discurso que parecía calculado, el ejecutivo de la petrolera se respondió (palabras más, palabras menos): ‘Yo creo que la exploración se debe hacer a lo bestia, es decir en todos los departamentos posibles, en cualquier momento y bajo cualquier condición’”.
Las declaraciones hacían sospechar, en aquel tiempo, que algo no marchaba bien en el “upstream” si es que la preferencia era explorar “a lo bestia” en vez de hacerlo de manera “planificada, estudiada y ordenada”.

Los resultados de la exploración “a lo bestia” son escasos o nulos en cuanto a hallazgos de reservas significativas (más allá de la reposición bajo denuncia de juegos contables), pero era un presagio a lo que se ve hoy, cuando Bolivia le abre las puertas al fracking, y quita la protección a las áreas protegidas, territorios indígenas y reservas naturales.

Esas declaraciones ilustran también el tipo de gestión que realiza YPFB, especialmente desde que las reservas aprietan. Y es ejemplo de, simplemente, sin reserva estratégica no se puede hacer gestión de verdad. Y de que, idealmente, no se debería haber exportado “ni un milímetro de gas sin valor agregado”.

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