Empoderar a los jóvenes de sus hidrocarburos

Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, la mayor empresa de Bolivia y la que debía ser la bandera nacional, ejemplo del buen hacer, ha abierto un programa innovador denominado “semillero de talentos”, que sin duda es una buena iniciativa para la formación de los jóvenes...

Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, la mayor empresa de Bolivia y la que debía ser la bandera nacional, ejemplo del buen hacer, ha abierto un programa innovador denominado “semillero de talentos”, que sin duda es una buena iniciativa para la formación de los jóvenes profesionales en el país, pero que fracasará si lo que se pretende es simplemente ampliar el espacio de funcionarios de baja cualificación, todavía sin remuneración.

En el entorno OCDE, la política educativa se viene concertando cada vez más con las empresas dominantes, de forma que se prioriza la educación técnica, cada vez más acrítica, y se ofrecen estancias de formación en la empresa garantizando una transición del mundo formativo al laboral, donde necesariamente se asumen otras responsabilidades. El discurso está sostenido sobre innumerables reflexiones y doctrina teórica con el objetivo de formar profesionales más eficientes para proveer servicios y productos en un mundo orientado al consumo.

En el caso del programa de YPFB, sus responsables no han dado mayores detalles de cómo se va a coordinar con las instituciones académicas de referencia para que formen profesionales al menos hábiles en las disciplinas básicas que requiere el mercado petrolero. Más bien todo parece apuntar a un proceso autónomo, en el que los estudiantes y egresados, por motivación propia, lleguen hasta la petrolera, presenten sus credenciales y sean incorporados y destinados de la forma más acertada posible de acuerdo a las motivaciones.

No vamos a entrar en este editorial sobre la figura de las prácticas laborales, la tentación de utilizar a los becarios y practicantes para sustituir puestos laborales remunerados, ni sobre el otro extremo, el que supone una frustración para el estudiante o egresado que opta a una práctica y acaba calentando el asiento sin más.

Han pasado trece años desde la nacionalización y el objetivo de institucionalizar YPFB para convertirla en una empresa capaz y eficiente que ejerciera su poder y papel en toda la cadena de los hidrocarburos. YPFB es hoy por hoy un gigante dependiente de las subsidiarias, que siguen poniendo el conocimiento técnico y la tecnología.

Han pasado cosas en estos trece años. Se tienen dos plantas separadoras de líquidos que han tardado más de la cuenta y se industrializa gas en el Chapare para producir urea. Es sin duda un avance muy significativo respecto a los 180 años anteriores. Sin embargo las expectativas eran tan altas que la sensación es de sabor a poco. La transferencia de esa tecnología y ese conocimiento todavía no es soberana y no se enseña en la universidad, las verdaderas ausentes de todo el proceso.

El sector de los hidrocarburos sigue siendo como un ente ajeno a lo nacional, más allá de que en 2003 se convirtiera en una bandera para derrocar al Gobierno y que las regalías estén a la orden del día. La incertidumbre prevalece precisamente por esa ausencia académica. Todas las iniciativas encaminadas a empoderar a los jóvenes de sus recursos y su futuro son positivas, pero la casa no debe empezarse a construir por el tejado, sino que son necesarios sólidos cimientos.

DESTACADO.- YPFB es hoy por hoy un gigante dependiente de las subsidiarias, que siguen poniendo el conocimiento técnico y la tecnología

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