Sólo nosotras nos entendemos
July Rojas Medrano ¿Por qué no denuncias a ese hombre que te hace tanto daño? Y ella se queda callada y no me responde. Trato de entenderla, de ponerme en su lugar, de imaginar qué es lo que puede estar pasando por su mente que no le permite decidir alejarse de esa persona. Tiene un...
July Rojas Medrano
¿Por qué no denuncias a ese hombre que te hace tanto daño? Y ella se queda callada y no me responde.
Trato de entenderla, de ponerme en su lugar, de imaginar qué es lo que puede estar pasando por su mente que no le permite decidir alejarse de esa persona. Tiene un hijo en común, ella es profesional, trabaja y tiene un salario mejor que el de él. Ella se encarga de los quehaceres de la casa, de la cocina y de los estudios de su niño; mientras él tiene un salario seguro producto de su trabajo aunque no sea profesional académico. En más de una ocasión se acerca con lágrimas en los ojos y me cuenta todas sus tristezas que están relacionadas con su pareja, aunque sabe cuál será mi consejo se reconforta al saber que la escucho.
En alguna ocasión me responde que no quiere dar un paso más allá por temor al qué dirá la gente de ella: ¿una mujer divorciada? Aunque a mí no me parece una razón coherente en esta época donde hay muchas mujeres que valientemente deciden salir adelante con uno o más hijos, trato de entenderla.
Me pongo a pensar en que si una mujer que tiene todas las posibilidades para salir adelante por sí sola y no lo hace por esquemas mentales, qué pasa con las mujeres que no tienen las mismas condiciones laborales y económicas pero viven un drama mucho peor. Nos falta querernos más, confiar en nosotras mismas y arriesgarnos a salir adelante sin pensar en el qué dirán de nosotras, sino, en que vamos a estar mucho mejor.
¿Por qué no denuncias a ese hombre que te hace tanto daño? Y ella se queda callada y no me responde.
Trato de entenderla, de ponerme en su lugar, de imaginar qué es lo que puede estar pasando por su mente que no le permite decidir alejarse de esa persona. Tiene un hijo en común, ella es profesional, trabaja y tiene un salario mejor que el de él. Ella se encarga de los quehaceres de la casa, de la cocina y de los estudios de su niño; mientras él tiene un salario seguro producto de su trabajo aunque no sea profesional académico. En más de una ocasión se acerca con lágrimas en los ojos y me cuenta todas sus tristezas que están relacionadas con su pareja, aunque sabe cuál será mi consejo se reconforta al saber que la escucho.
En alguna ocasión me responde que no quiere dar un paso más allá por temor al qué dirá la gente de ella: ¿una mujer divorciada? Aunque a mí no me parece una razón coherente en esta época donde hay muchas mujeres que valientemente deciden salir adelante con uno o más hijos, trato de entenderla.
Me pongo a pensar en que si una mujer que tiene todas las posibilidades para salir adelante por sí sola y no lo hace por esquemas mentales, qué pasa con las mujeres que no tienen las mismas condiciones laborales y económicas pero viven un drama mucho peor. Nos falta querernos más, confiar en nosotras mismas y arriesgarnos a salir adelante sin pensar en el qué dirán de nosotras, sino, en que vamos a estar mucho mejor.
