La tórtola y la urraca

Una tórtola se ausentó de sus pichones, de apenas un día de nacidos, para conseguirle su alimento que le pedían a gritos. Cansados de sus llantos, una urraca fue a calmar a las tortolitas y sin saber la realidad del caso criticó a su madre diciendo: -¿Por qué será tan irresponsable la...

Una tórtola se ausentó de sus pichones, de apenas un día de nacidos, para conseguirle su alimento que le pedían a gritos.
Cansados de sus llantos, una urraca fue a calmar a las tortolitas y sin saber la realidad del caso criticó a su madre diciendo:
-¿Por qué será tan irresponsable la tórtola que deja abandonado a sus crías recién nacidas?
Al llegar la tórtola con el poco alimento que había conseguido, fue reclamado por la urraca quien le dijo:
-¿Por qué en vez de vagar no atiendes a tus pichones? Incómoda por esa calumnia, la tórtola le responde:
-¡Primero averigua antes de hablar! De inmediato fue a cumplir con su responsabilidad, mientras la urraca seguía cuestionándole.
Al día siguiente, la tórtola fue nuevamente a conseguir alimento para sus pichones que gritaban de hambre. Para evitar que sigan haciendo más escándalo, la urraca fue a tranquilizar a las tortolitas y como siempre volvió a criticar a su madre, sin conocer la realidad del caso dijo:
-¡Qué desalmada madre es la tórtola!
Al llegar la tórtola con el alimento en su pico, fue nuevamente reclamada por la urraca le dijo:
-¿Por qué en vez de vagar no te ocupas de tus crías?
Y en esa oportunidad, la tórtola por atender sus obligaciones más urgentes le hizo caso omiso a la urraca.
A la tercera vez, la urraca decide ir tras de la tórtola, para averiguar qué cosa hace que descuida a sus crías. Estando unos metros más allá, la urraca comprobó que la tórtola estaba en los matorrales buscando panales. Valorando recién el esfuerzo que hacía por sacar adelante a sus pichones, al calumniar injustamente a la tórtola, la urraca de vergüenza se retiró del matorral sin que sea vista.
Sin embargo la tórtola, al percatarse que la estaban sesteando le mandó este mensaje a la urraca:
-¡Ahora que averiguaste la verdad sigue calumniándome!
Aludida por escuchar dichas palabras, la urraca con mayor razón se alejó de la tórtola.
Es más, no le dio cara por un buen tiempo, aprendiendo la lección de no entrometerse en asuntos ajenos sin poseer fundamento alguno.

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