¿Qué conocimientos servirán para salir de la crisis?
La pandemia y la ineficacia de la economía ortodoxa
La crisis socioeconómica en la que se encuentra el mundo entero requerirá de un gran esfuerzo para ser superada. Es importante que las soluciones no partan de las mismas recetas que nos empujaron a esta dramática situación



En los últimos meses el mundo entero se ha enfrascado en un profundo debate sobre las causas y las consecuencias de la crisis sanitaria desatada por el coronavirus. La propagación de una pandemia es una cosa, pero el que las sociedades hayan estado más o menos preparadas para enfrentar la contingencia no es culpa del virus, sino de una forma de organizar la sociedad.
En ese sentido, la ciencia económica ortodoxa aquella que es la que define los objetivos económicos y la dinámica de las principales instituciones económicas del Estado, está siendo fuertemente cuestionada por su incapacidad para dar una respuesta oportuna a la pandemia y a sus consecuencias.
Hecho que se suma a las ya tan cuestionables maneras en que esta ciencia venía enfrentando la emergencia ambiental y la extrema desigualdad, problemas que afectan a la mayor parte de las sociedades capitalistas de este planeta.
La economía como religión
Según el reconocido economista francés, Alain Minc, autor del libro “Los profetas de la felicidad” en referencia a los economistas, “la economía es una extraña religión que, a diferencia de las religiones reveladas, debe proveer cada día la prueba de la existencia de su dios. Exigencia exorbitante de la cual se hace eco el clero multiforme que la sirve, expertos, periodistas, universitarios, hombres de negocios, funcionarios, y que asume por su cuenta la comunidad de los fieles, es decir, todos nosotros”.
Lo que señala Minc tiene que ver con ese conocimiento tan abstracto en el que ha derivado la ciencia económica ortodoxa, cada vez más difícil de comprender si es que no se accede a una formación especializada. Es como si la sociedad tuviese que hacer un acto de fe. Creer en el conjunto de políticas económicas que suelen tener justificaciones abstractas.
Sin embargo, como puntualiza el director de estudios de Economía del Emmanuel College, de la Universidad de Cambridge, Jonathan Aldred: “Las teorías económicas convencionales han tenido poco que ofrecer. Por el contrario, han actuado como una jaula alrededor de nuestro pensamiento”.
Y continúa: “todavía peor que eso, la economía nos ha llevado de modo sutil e insidioso a introyectar un conjunto de valores y formas de ver el mundo que nos impide hasta imaginar formas diversas de cambio radical”.
El problema de cuantificar el futuro
Uno de los principales problemas que encuentra Jonathan Aldred en la manera en que la economía ortodoxa enfrenta los problemas de una sociedad, tiene que ver con cómo afronta la incertidumbre del futuro. Lo que hace es intentar cuantificarlo, asignando una probabilidad a cada posibilidad.
Sin embargo, “hasta con la mayor pericia del mundo, a menudo nuestro conocimiento se queda corto. Con frecuencia debatimos para predecir qué consecuencias son más probables. Todavía peor, puede que haya consecuencias que no hayamos considerado, futuros que nadie había imaginado, como tan vivazmente ha mostrado la pandemia”.
Este esquema de pensamiento nos lleva a tomar decisiones de maximización económica, bajo el supuesto probabilístico de que algo malo podría pasar. Nunca nos prepara para afrontar lo peor en las mejores condiciones. Está pasando con la pandemia y seguramente pasará con el cambio climático.
Economía y pandemia
“La ortodoxia económica respalda ese cuento según el cual esta pandemia es un desastre para el que nadie podía haber estado preparado, […]. Esta historia le viene bien a algunos de los multimillonarios del mundo, sólo que no es verdad. Existe una alternativa: la pandemia proporciona más pruebas de que para habérselas con la emergencia climática, la desigualdad y con cualquier crisis que aparezca, tenemos que repensar nuestra economía de arriba abajo”, señala Jonathan Aldred.