Una mezcla entre tecnología y transformación laboral
¿Economía colaborativa o precarización del trabajo?
La economía colaborativa se presenta como una actividad de cooperación mutua. Sin embargo, su implementación por grandes empresas está generando precarización del trabajo y otros problemas sociales



A finales de abril, los repartidores de Pedidos Ya la compañía transnacional de entrega a domicilio (o delivery) que opera también en Bolivia protestaron porque la empresa modificó los mecanismos de gestión de pago, por la falta de seguridad social y por la carencia de indumentaria de bioseguridad. Estos son problemas recurrentes en las empresas que utilizan el modelo de “economía colaborativa” en estos tiempos.
La economía colaborativa que para muchos académicos es un nombre mal utilizado refiere a un nuevo modelo de consumo que se caracteriza por la utilización de plataformas digitales que median el acceso a un conjunto de bienes y servicios sin necesidad de adquirirlos, bienes y servicios que van desde casas, hasta la utilización del tiempo de la gente “bajo demanda”.
El problema es que la mayor parte de estas plataformas virtuales están controladas por grandes empresas. Estas utilizan el carácter “colaborativo” para lucrar a través mecanismos que precarizan el trabajo y generan otros malestares sociales.
En muchas ciudades de Bolivia también en Tarija, empresas como Pedidos Ya, Airbnb, Uber, entre otras, tienen varios años operando sin un marco normativo específico que proteja a los trabajadores (y tampoco a los consumidores).
La idea de lo colaborativo
Según el libro “Whats mine is yours” (Lo mío es tuyo), escrito por Rachel Botsman y Roo Rogers, en 2010, se plantea que la esencia de la economía colaborativa “permite a la gente acceder al disfrute de bienes y servicios sin necesidad de adquirirlos, mediante diferentes fórmulas de intercambio, donaciones recíprocas o pequeños alquileres”.
En este esquema de intercambio, también conocido como el modelo peer to peer production (P2P), la idea es que se pueda compartir desde música, libros, autos, motos, herramientas, ropa y, entre todo ello, “tiempo libre” que no es otra cosa que trabajo.
Una mediación peligrosa
Desde las voces detractoras, el crecimiento de este tipo de empresas y su influencia en la economía se denomina como proceso de “uberización”, en alusión a la empresa Uber, que intermedia entre pasajeros y conductores que utilizan vehículos particulares para transportar personas.
Mayo Fuster Morell, investigadora de economía colaborativa de la Universidad de Harvard, señala que “el gran reto de la economía colaborativa es que nos puede traer un capitalismo mucho más salvaje y una agudización de sus prácticas extraccionistas”.
El principal problema es que se pierde la idea de colaboración porque 1) toda la información la manejan empresas que centralizan y no comparten los datos, 2) las comunidades no tienen capacidad de decisión sobre las plataformas y 3) los beneficios se concentran en pocas manos, beneficios que son los que deberían disfrutar quienes colaboran.
Uno de los principales problemas, además, es que estas empresas, bajo el eslogan de “sé tu propio jefe” como se expone en la página de contratación de Pedidos Ya se organiza un modelo de trabajo en el que las personas realizan su actividad sin seguridad social y la empresa solo utiliza su trabajo cuando lo necesita, lo que conlleva mucha incertidumbre.
Existen otros tipos de problemas derivados de este modelo, como el alq uiler por días de residencias a través de la plataforma Airbnb, que genera malestar entres los vecinos, pero principalmente el incremento desmedido de los alquileres, que hace que mucha gente tenga que dejar los barrios en los que vive.