Bolivia: Se perfila cierre de año con fragilidad económica
A nivel global, distintos analistas e instituciones financieras vienen advirtiendo que los niveles de deuda, la especulación y la guerra comercial entre China y EEUU pueden detonar una crisis de proporciones en cualquier momento. Muchos no se animan a decir cuándo; los más audaces hablan de...



A nivel global, distintos analistas e instituciones financieras vienen advirtiendo que los niveles de deuda, la especulación y la guerra comercial entre China y EEUU pueden detonar una crisis de proporciones en cualquier momento. Muchos no se animan a decir cuándo; los más audaces hablan de que podría ocurrir entre 2020 y 2022.
En Bolivia, otrora “oasis” económico de Latinoamérica, la desaceleración que se vive desde 2014 -fruto de la caída del precio del petróleo, entre otras cosas- el panorama se veía complicado para el corto plazo. Pero la crisis política parece haber acelerado el tiempo.
El año 2013, el PIB creció en 6,8%. En 2014 el crecimiento se redujo a 5,46%. En 2015 siguió bajando, al 4,8%. Entre 2016 y 2018 el incremento del PIB estuvo en torno del 4% al año. Este año 2019 las instituciones internacionales, que ya diferían bastante entre sí, han tenido que modificar sus proyecciones varias veces.
A principios de año, el FMI proyectaba un crecimiento cercano al 4%. La CEPAL, siempre un poco más optimista, hablaba de un 4,4%. El Ministerio de Economía, entonces encabezado por Luis Arce Catacora, presagiaba un retorno al 4,7%, con lo que se pretendía reactivar el doble aguinaldo. Dichas estimaciones fueron reduciéndose a lo largo de los meses.
El propio INE reveló un crecimiento de 3,13% al segundo trimestre de 2019, y un interanual entre julio de 2018 a junio de 2019 de 3,38%, con lo que se descartaba el segundo aguinaldo. También en julio, la agencia Bloomberg estimaba un crecimiento de 3,8% hasta fin de año.
En octubre, antes de la crisis electoral, Fitch Ratings calculaba que sería de 3,5%. Ahora la misma calificadora rebaja su proyección a un 2,5%.
El nuevo ministro de la cartera económica, José Luis Parada, no es tan pesimista, y cree que el crecimiento podría cerrar entre un 3 y 3,2%. La desaceleración viene influenciada también por la tendencia regional, y la autoridad considera que el crecimiento de Bolivia será, de todas formas, el más alto de la región.
Las cifras no son halagüeñas, pero el colchón macroeconómico acumulado en los años de bonanza ha permitido amortiguar los problemas estructurales y externos. Las preguntas que todos se hacen son, cuánto más aguantará, y qué depara el futuro inmediato.
Indicadores
Las RIN muestran una caía sostenida desde que se desplomaron los precios internacionales del petróleo, agudizada aun más en los últimos años. De los históricos $us 15.122,8 millones de 2014, cayeron a $us 6.841 millones al 1 de noviembre de 2019.
La cifra ya está muy por debajo del nivel de 2008 (7.722 millones) y se encamina hacia los de 2007 (5.319 millones) a un paso más acelerado del que se esperaba hace pocos meses atrás.
Es importante el papel que está jugando la proporción de las RIN en oro, que equivalen a $us 2.089 millones. Sin este metal, las divisas (fundamentalmente dólares, aunque algo en otras monedas como euros, etc.) alcanzan los $us 4.485 millones.
Con todo, el ministro Parada se muestra optimista, pues considera que todavía se tiene un “buen nivel” y que “una vez que se normalicen las actividades, se puede esperar una recuperación, existe el potencial productivo”. Otros analistas son más pesimistas, apuntando que no existen fuentes significativas de ingreso de divisas después del gas. Los meses darán la respuesta.
En tanto, la deuda externa al 31 de agosto (último dato disponible en la web del BCB) es de $us 10.746,9 millones. Todavía es manejable, según expertos y criterios internacionales, aunque la tendencia sigue al alza.
El déficit fiscal (proyectado para este año en 7,8% del PIB), que en muchos casos se puede justificar en la medida en que permita generar crecimiento económico a través del gasto e inversión pública estratégica, empieza a preocupar incluso a quienes se adscribían a corrientes keynesianas.
Esto porque, al parecer, la eficiencia del gasto público para generar crecimiento parece estar llegando a su límite: el gasto ha crecido casi sin pausa hasta niveles récord (estimada en $us 18.730 millones para 2018, según Jubileo con datos del Ministerio de Economía), pero el PIB crece a tasas cada vez menores. La tendencia muestra que crecer con déficit se va haciendo cada vez más difícil.
¿Qué deparará el presupuesto 2020?
Según las Directrices de Formulación Presupuestaria del Ministerio de Economía y Finanzas, las entidades públicas deben formular sus presupuestos desde el mes de abril y presentar sus documentos, POAs y presupuestos institucionales en septiembre.
Para octubre, el ministerio debiera haber remitido un proyecto de ley del Presupuesto General del Estado (PGE) a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), para su discusión y aprobación en ambas cámaras, y su consiguiente promulgación por el ejecutivo.
Hasta esta semana primaba la incertidumbre, pero recientemente se conoció que el anterior Gobierno entregó el proyecto de ley del PGE 2020 a la ALP el 31 de octubre, y su tratamiento debiera iniciarse estos días para tener un PGE aprobado antes de fin de año.
El Gobierno de transición prevé no realizar ningún ajuste al proyecto del PGE 2020, aunque los técnicos del Ministerio de Economía podrían realizar algunas observaciones para su modificación.
El proyecto habría sido calculado con un precio referencial del barril de petróleo de 59,87 dólares, unos 4 dólares más que en el estimado para esta gestión. Mientras tanto, municipios, gobernaciones, universidades y sus respectivos proyectos requieren respuestas.