¿Cómo saber si un gato tiene la Rabia?, síntomas y prevención
La rabia es una enfermedad muy temida. Esto se debe a que resulta mortal en la práctica totalidad de los casos. Además, puede transmitirse de los animales a los humanos. En algunos países el gato se cuenta entre las especies que pueden contagiar a las personas.
Se trata de una enfermedad distribuida a nivel mundial, aunque en muchos países ha conseguido controlarse gracias al desarrollo y a la extensión de programas de vacunación. Según nuestro lugar de residencia, será obligatorio o no vacunar a nuestro gato.
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¿Qué es la rabia?
La rabia es una enfermedad vírica infecciosa causada por un virus de la familia Rhabdoviridae. Es una zoonosis, lo que quiere decir que los animales la pueden transmitir a los seres humanos. Puede afectar a todos los de sangre caliente. El contagio se produce solo a través de los animales infectados, ya que eliminan el virus a través de la saliva.
Esta eliminación del virus se produce antes de que se inicien los síntomas. El período de incubación es muy variable. Va desde las dos semanas hasta varios meses. Esto se debe a que depende del lugar de la inoculació
Es raro que en nuestro entorno un gato se infecte de rabia. Se sabe que los murciélagos pueden ser una fuente de contagio, aunque el riesgo es bajo. La rabia puede manifestarse de dos formas, denominadas furiosa y muda. La primera es la más frecuente en los gatos. Por otra parte, los seres humanos que enferman lo suelen hacer a partir de perros infectados.
Síntomas de la rabia en mininos
El virus de la rabia afecta al sistema nervioso central del animal infectado. Esto causa distintas alteraciones que se va a manifestar a nivel neurológico. Todas ellas son de gravedad, al punto de que acaban por provocar la muerte del gato.
Destacan los siguientes síntomas:
- Agresividad, cambios de comportamiento inexplicables.
- Encefalitis. Reducción o ausencia de reflejos palpebrales, corneales y pupilares.
- Anisocoria, que es la diferencia en el tamaño de las pupilas. Estrabismo.
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Mandíbula colgante. Sialorrea o producción excesiva de saliva.
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Convulsiones, espasmos en los músculos. Temblores.
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Desorientación. Deambulación sin ningún destino. Descoordinación.
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Reacciones exageradas de sensaciones como el miedo, el enfado, la sensibilidad a la luz, etc.
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Parálisis. Coma. Muerte por parada respiratoria, lo que suele ocurrir en tan solo unos 3-4 días.
¿Cómo se diagnostica la rabia?
La confirmación de la enfermedad tiene lugar post mortem. Para ello se necesita una muestra de tejido del cerebro. Dada la gravedad de esta patología, si sospechamos que un gato ha contraído la rabia, debemos aislarlo e informar de inmediato al veterinario.
Tratamiento para la rabia
Debido a las características de la rabia, los animales sospechosos de estar enfermos no se tratan. Con ello se pretende proteger la salud pública, pues, recordemos, estamos ante una zoonosis, que, además, cuenta con una elevadísima tasa de mortalidad.
En cuanto a la desinfección del ambiente, es posible destruir este virus empleando agentes físicos como el calor y los rayos ultravioleta. Pero, también, puede recurrirse a productos químicos como la cal, los detergente, la lejía, el cloro o el yodo.
Cómo prevenir la rabia
La medida estrella contra la rabia es la vacunación. Si siempre es más importante prevenir que curar, en el caso de la rabia se convierte en la única opción. Para los gatos se utiliza, sobre todo, una vacuna inactivada que consigue proporcionarles una muy buena protección. Los gatos pueden recibir la primera dosis de esta vacuna a edades tempranas.
En concreto, se recomienda su administración entre las 12 y las 16 semanas de vida. El veterinario nos informará. Hay que revacunar en función de la legislación de nuestra localidad de residencia. Por ello, aunque algunas vacunas consiguen conferir inmunidad incluso por tres años, puede que la ley nos obligue a repetir la dosis cada doce meses.
Además de la recomendación de vacunar a los animales contra esta enfermedad, si vivimos o viajamos a algún país donde la rabia es un problema, por ejemplo, la India, debemos actuar con precaución. Esto implica no entrar en contacto con gatos callejeros. Aunque parezcan sanos, pueden estar contagiados, por lo que supone un riesgo manipularlos.