Virgen de Guadalupe La fiesta grande de Entre Ríos
Por RENE AGUILERA FIERRO (*)
La festividad de la Virgen de Guadalupe es bastante antigua, otrora, la población de Entre Ríos era una pequeña aldea, se comunicaba con Tarija (Bolivia) mediante estrechos senderos, por los que transitaban sacerdotes, hacendados, comerciantes, arrieros y ciertos pobladores que, por causas mayores, debían constituirse en Tarija y otras ciudades. El trayecto era sorteado a lomo de animal o sencillamente a pie. Para el efecto, existían días fijos para las caravanas, o cuando se formaban grupos de viajeros, el motivo era defenderse mutuamente de los feroces guaraníes que acechaban los caminos.
Con el transcurso del tiempo, la costumbre y la práctica de transitar el tramo, se trazó una ruta y a fuerza de trabajo solidario, se fue abriendo precarios caminos de carretas, hasta que finalmente, el 26 de septiembre de 1931, se inaugura solemnemente el camino carretero Tarija – Villa Montes, viajando por él la comitiva que concurriera a los festejos del primer Centenario de la erección de Tarija en Departamento, obra encomendada al Ingeniero alemán Hanz Block. Tres años antes, el Presidente Hernando Siles había evitado la guerra con el Paraguay; a raíz de ello, tomó las medidas necesarias para defender el Chaco en caso de una inminente agresión. A partir del año 1931, la comunicación vial se hizo un tanto más llevadera, aunque en periodos de lluvia se tornaba intransitable, desastre carretero que se mantuvo hasta la década del 1980.
La población de Entre Ríos, con disimulada sorpresa, el primer domingo de octubre, año tras año testificaba la afluencia de aborígenes que provenían del Río Pilcomayo, quienes llegaban hasta el templo para rendir culto a la fe cristiana, luego de escuchar misa, se trasladaban en grupo hasta un campo contiguo al pueblo, conocido como Pampa de la Cahuarina, instalados allí, se servían sus alimentos traídos consigo, luego procedían a la práctica de sus diversas costumbres y juegos, mientras la población civil observaba de reojo aquellas actividades, pero a medida que pasaba el tiempo, tanto los niños como los curiosos les fueron rodeando para contemplar las ocurrencias de los avas guaranies y cuñas, junto a sus hijos, los indígenas deleitaban a la gente con sus destrezas y acrobacias. El hombre guaraní es llamado indistintamente camba, Kumbae, ava, chaguanco, chiro, tembeta, mbya, simba, chiriguano. Como bien podrá apreciarse, el apelativo de Camba, común en el léxico boliviano, proviene del guaraní Cuimbae, que quiere decir varón, hombre y por extensión, al hombre y a la mujer guaranitica se los llama cambas, lo propio ocurre con los oriundos de Santa Cruz de la Sierra.
Los juegos consistían en competencias de fuerza y habilidad, pero también en pruebas de valor y sacrificio. El látigo, arma infaltable entre los originarios, servía para defensa personal y castigar el mal.
Con el transcurso del tiempo, y luego de los sucesos de Curuyuqui, acaecido el 28 de enero de 1892, los avas disminuyeron en número en las diversas comunidades, posteriormente emigraron a otros sitios, incluso se trasladaron con sus familias a la Argentina, particularmente a las provincias de Salta, Jujuy, Tartagal, Embarcación, Colonia Santa Rosa, Ledesma, Orán y otros lugares.
Para entonces, la llegada de los avas, cuñas, cuñatais y chiretes a Entre Ríos, se había convertido en una tradicional visita; los propios habitantes de la población se habían integrado a los originarios, situación que dividía en bandos de guerreros, por un lado estaban los Avas, llamados Chiriguanos, palabra quechua que quiere decir Chiri igual frío y wanaj escarmiento, en alusión a una leyenda andina referida al castigo impuesto por el Inca a unos avas capturados, quienes murieron debido al frío de la noche, hay quienes más osados, consideran wano, como estiércol e interpretan como cagado de frio. Por otro lado, estaban los Matacos, palabra que proviene del quechua Mataqe que quiere decir “que patea, da patadas”. Estos dos grupos, hasta el día de hoy combaten en la Pampa de la Cahuarina, en franco homenaje a la Virgen de Guadalupe. En la parte alta del cerro, se encuentra emplazado el Cristo Redentor y, un poco más abajo, la estatua de la indígena guaraní Imaybé, cuya leyenda es célebre. La Pampa de la Cahuarina, actualmente se encuentra reducida a una cancha de futbol.
Durante la celebración de los juegos y procesión de la imagen de la virgen, aparece una figura femenina, que a través del tiempo, se ha vuelto tradicional: La Negra Sanquera, se cuenta que siendo una criada y cristiana devota, en diversas ocasiones participó en la defensa de la iglesia, vaciando desde lo alto de la torre una mazamorra de maíz hirviente llamado Sanco o sancocho, es digna exponente de fidelidad a la fe cristiana, durante la festividad, son hombres quienes adoptan el rol, se embadurnan el cuerpo de negro y visten atuendos femeninos. Desde el año 1980, comenzaron a salir también niños disfrazados de negras sanqueras. El papel que desempeñan es mantener expedito los laterales de la procesión, llevan en sus recipientes engrudo mezclado con hollín, con lo que pintan a los que se ponen a su alcance.
La festividad de la Virgen de Guadalupe, se remonta a los hechos ocurridos la mañana del 16 de mayo de 1735, el R.P. Julián de Lizardi, celebraba la consabida eucaristía, cuando intempestivamente el atrio de la iglesia fue avasallado por una turba de embravecidos bárbaros avas, luego de sembrar el desorden, pánico y destrucción, capturaron al cura y arrastraron a la imagen de la Virgen de Nuestra señora de la Concepción hasta la Plaza, allí templaron sus arcos contra ella, fueron innumerables los flechazos que descargaron sobre la representación de la madre de Jesús, la decapitaron, le quitaron las manos y finalmente la arrojaron en unos pajonales adyacentes al pueblo, mientras que al padre Julián de Lizardi, desvestido, casi desnudo y maniatado lo llevaron hasta un lugar llamado El pajonal, allí sufrió una crisis violenta de asma bronquial, los seguidores del cacique se rehusaron soltarle, más por el contrario, desnudo fue apostado en una gran peña, allí los salvajes le infirieron 32 flechazos, cerciorados de su muerte, lo abandonaron en aquel paraje. Días después, el padre José Pons de la misión de Salinas recogió el cuerpo del infortunado sacerdote, se dice que le faltaba la mandíbula inferior y tres dedos. Posteriormente, de Entre Ríos, sus restos fueron enviados al Colegio de Tarija, su cuerpo fue colocado en un ataúd de cedro y enterrado debajo del Altar Mayor. Casi un siglo después, el año 1875, el sacerdote inglés K. Vaughan al descubrir el sepulcro, gestionó su traslado a Asteasu, su pueblo natal, hecho que se produjo en 1902, los restos del padre Julián de Lizardi fueron llevados al País Vasco. No obstante, se dice que se dejó como legado a Tarija el brazo derecho del mártir, el mismo que es conservado en una urna y se encuentra en la catedral de Tarija. Esta urna se encuentra a la entrada de la Sacristía, en el umbral de la puerta se puede leer: “Aquí descansa el cuerpo del venerable mártir Julián Lizardi de nuestra compañía, habiendo sido aprendido por los bárbaros chiriguanos al celebrar la Santa Misa y cocido a flechazos, murió el 16 de mayo de 1735”.
Mientras que la imagen mártir, aquella que fue fechada y descuartizada de la Virgen de Nuestra señora de la Concepción, se sabe que posteriormente fue restaurada en Tarija y traslada a la Capilla de Camacho. Algunos años después, cuenta la tradición que la Virgen María se les apareció en el Itica Guasu a los chiriguanos en circunstancias de una disputa entre tribus, desde entonces, y gracias a la labor evangelizadora de los religiosos, los avas de la región del Itica Guasu acuden al pueblo de Entre Ríos a rendir su devoción y mitigar el daño inferido a la casa de Dios.
El R.P. Julián de Lizardi contaba con 39 años de edad, había nacido en Asteasu (Guipúzcoa, España), el 20 de noviembre de 1695, a los 17 años de edad ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús, siendo estudiante, se ofreció como voluntario para las misiones en América, embarcándose en Cádiz el 5 de abril de 1717, terminando sus estudios de Teología en Córdoba (Argentina) y ordenado sacerdote en Tucumán el 25 de noviembre de 1721. Trabajó en las barriadas de Buenos Aires, luego se trasladó a las reducciones del Paraguay y finalmente destinado a la evangelización de los indios chiriguanos de la zona de Entre Ríos (Bolivia). Muere el 16 de mayo de 1735, como consecuencia de los 32 flechazos inferidos por los indígenas. Sus restos descansan en su pueblo natal. Considerado Apóstol de Buenos Aires, Misionero del Paraguay y Mártir de Bolivia. El año 1935, Segundo Centenario de su martirio se buscó su glorificación; luego en 1995, III Centenario de su nacimiento, la Unión de escritores y Artistas de Tarija, presentó al obispado de Tarija, la solicitud para que se hagan los trámites para su canonización, pero el intento fue infructuoso. Es menester mostrar mayor interés en tal objetivo, ya que se trataría del primer Santo Regional, glorificado en Bolivia, se debe iniciar gestiones ante la curia a fin de conseguir tan loable y delicado objetivo de fe cristiana. La Comisión internacional encargada funciona en la ciudad de Bilbao España.
La festividad, se inicia en las primeras horas de la mañana del primer domingo de octubre, los promesantes se concentran en la Iglesia del pueblo de Entre Ríos, la Santa Misa es cantada y celebrada ante una multitudinaria concurrencia de fieles, propios del lugar, visitante y aborigen. Los visitantes y aborígenes, en realidad llegan el día antes o durante la noche, de tal manera que muchos de ellos participan de las vísperas o serenata que se organiza con mucha música, danza, comidas y bebidas.
Pasado el oficio religioso, las calles del pueblo de Entre Ríos se ven atestadas de gente, animales y vehículos. Los jinetes transitan, los unos disfrazados y otros provenientes de las comunidades del Itica Guasu, éstos últimos se concentran en grupos en el Campo de la Cahuarina, por comunidades y familias, mientras que los hoteles no se dan abasto por la cantidad de visitantes.
La Pampa de la Cahuarina, otrora una extensa explanada adyacente al pueblo, se ha convertido en la actualidad en una cancha de fútbol algo pequeña, cuyo perímetro se encuentra cercado con malla de alambre que la separa de las tres calles colindantes; en uno de los lados angostos del rectángulo se tiene construido un edificio. La población en general, desde muy temprano se da cita en los predios a objeto de ganar sitio y comodidad para el espectáculo que se inicia a partir de las 14:00 horas. La imagen de la Virgen de Guadalupe es llevada en procesión hasta la Pampa de la Cahuarina, en cuya devoción, se realizan muestras de valor y sacrificio, mediante el simulacro de guerrillas entre guaraníes convertidos y no convertidos a la religión católica, conocidas como Mataqueadas, asimismo, las peleas de las Negritas Sanqueras. Los matacos se presentan disfrazados con ponchos acolchonados con Sacha (especie de musgo), los tobas se cubren con atractivos plumajes de avestruces y otras aves, mientras que los Chiriguanos se pintan la cara, brazos y piernas de negro y rojo, se adornan con caracoles, portan arcos y flechas, su compañera, la cuña, llega ataviada de su tipoi, llevando en el cuello y brazos brillantes collares de piedras y semillas de diversos colores, el pelo una veces suelto, pero las más de las veces recogido o sujeto en un gran moño para el combate, inicialmente su maquillaje era natural, pero las actuales igualmente impresionan por su belleza y colorido de sus pinturas. Casi siempre asisten descalzas. El Tubicha (Mburuvicha, Urubicha) o Cacique, montado en un brioso corcel, se destaca por su prestancia y soberbia figura de guerrero, viste los atavíos de su dinastía, calza un sombreo de ala ancha, simba entornada sobre su cabeza, porta su lanza de mando y como símbolo de linaje se destaca su Tembeta metálica bajo el labio inferior.
Para el simulacro de las confrontaciones, se organizan dos bandos a caballos, son verdaderos centauros, la supremacía la consiguen en el campo de batalla a fuerza de látigo, son luchas violentas entre pares, tanto de varones como de mujeres, aunque se trata de un teatro abierto, el castigo es real; el vencedor consigue su triunfo con el desbande del adversario. También existe el combate a pie, es sucio, repugnante y humorístico, las fieras disputas se realizan usando como proyectiles el estiércol dejado por los animales en el campo de batalla, a pesar de todo, arrancan risas y carcajadas en los espectadores. La Negra Sanquera, es espectáculo aparte, portando su vasija con carbón disuelto en engrudo, es motivo de alaridos, escapes, risas y recuerdos imperecederos. En tiempos actuales, existen grupos de Negritas Sanqueras, niñas de diversas edades que participan en simulacros de peleas, es otro de los espectáculos dignos de apreciar durante la celebración de la Fiesta de la Virgen de Guadalupe en Entre Ríos.
Al caer la tarde, la imagen de la Virgen de Guadalupe retorna a la iglesia acompañada de promesantes y pueblo en general, antiguamente era costumbre hacerlo al promediar las 17:00 horas; en la actualidad, debido a la cantidad de participantes se lo hace un poco más tarde. El trayecto es conmovedor, a la luz del alumbrado público, el claroscuro de la noche acrecienta el cuadro viviente que se muestra a los ojos profanos, es la infinita fe que aflora en cada uno de los feligreses, la unción religiosa se desarrolla entre cánticos y lágrimas de despedida.
Tarija (Bolivia), septiembre 19 de 2024
___________________
(*) René Aguilera Fierro, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Tarija (Bolivia), Secretario General de la Unión Latinoamericana de Escritores (Sede México); Vicepresidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia. Autor de veinte obras literarias, promotor y conductor radial de Programas culturales, catedrático universitario, Decano, Ingeniero Forestal, Consultor Ambiental y Periodista profesional; Maestro de las Artes (Ministerio de Educación de Bolivia); Embajador de Paz (Senado Nacional Argentino, mil milenos de paz y Paz y arte); Presidente del Consejo Departamental de Culturas de Tarija, Concejal Municipal y Alcalde Municipal a.i. en la Gestión de Víctor Calavi Leytón. Colabora con varios periódicos y revistas del país y exterior. Organizador de los célebres Coloquios Literarios y los afamados “Encuentros Internacionales de Escritores”. EMAIL: [email protected]