Escritos anteriores del Dr. Carlos Ávila Claure
El año electoral
Muchas cosas pasan cuando nos adentramos en el tiempo de actividad electoral. Más malas que buenas porque sus resultados, después de tantos vaivenes y promesas, no logran para Tarija ni siquiera la intuición o la percepción de una posibilidad de progreso cierto, resultando casi siempre y a final de cuentas una broma pesada para su pueblo.
Se inicia el careo de fuerzas; la intención de asumir todas las prebendas que da a un partido la función siempre transitoria del poder y el propósito de apelar a todas las tretas y artimañas ya tradicionalizadas dentro de nuestro acontecer político para teñir la honra de quienes logran llegar al corazón y a la convicción del pueblo y por eso son adversarios electorales de riesgo a los que hay que tiznar apelando a cualquier argucia.
Lo auténtico y lo falso se confunden cuando se utiliza la hipocresía como instrumento electoral y no se dubita en lanzar toda clase de veladas insinuaciones hacia quienes han obtenido fundamentales logros evolutivos para la región. Y se procede así porque ya se ha hecho metodología partidaria en nuestro país el viejo y zaherido concepto de que el fin justifica los medios.
Ello deja de lado, indudablemente, la finalidad primera y angustiada de todo tarijeño de encontrar el camino que le abra paso a su progreso humano, social y económico, porque lo único que se hace es ir en busca de intereses egoístas, partidarios y meramente electoralistas.
Tenemos nosotros como pueblo una tradición de actitud frente a la vida: saber distinguir entre lo auténtico y lo falso, la sinceridad y la hipocresía. Lamentablemente, inmersos ya en la pugna electoral, algunos se han olvidado de ello.
Lo que han hecho y lo que hacen los hombres y los partidos por Tarija está presente en la conciencia de todos sus habitantes y por las obras que en beneficio de su progreso se hicieron y se hacen en la ciudad y en la provincia o, contrariamente, nunca se hicieron.
Terminamos preguntándonos: ¿Dónde termina la democracia y empieza el egoísmo partidario?, ¿Dónde termina la sinceridad puesta al servicio de nuestro pueblo y empieza el descaro?.