Del libro: “CUENTOS PARANORMALES” de Rene Aguilera Fierro
VÍCTOR PAZ ESTENSSORO
Nació en Tarija el 02/10/1907
Falleció en Tarija el 07/06/2001
El Dr. Víctor Paz Estenssoro, fue elegido Presidente de la República de Bolivia en cuatro gestiones, fue considerado en vida el más grande de sus dignatarios de Estado. Hizo cambios trascendentales en la historia del país; como el voto universal, la nacionalización de las minas, la reforma agraria y, la salvación de la economía boliviana, entre otros aciertos de su administración. Esta considerado entre los personajes más influyentes de la historia universal.
Tuvo como domicilio, la casa ubicada en la zona de San Luis, la habitó, incluso siendo gobernante, cada vez que llegaba a su tierra, allí era su hospedaje oficial. Tuvo como jardinero y cuidante de la casa a un campesino que le acompañó toda su vida, lo propio, el casero y chófer de nombre Máximo Cruz, de apodo “Mataco”, éste era el encargado de narrar con verdades y con humor lo que acontecía en la casa del mandatario o su contacto con el político. Contaba que su patrón era en extremo austero y ahorrativo. Relataba que en cierta ocasión, por las aflicciones económicas que pasaba, se fue a la ciudad de La Paz, su hospedaje era la casa de Gobierno, al fin de la jornada presidencial se encontró con el mandatario Dr. Víctor Paz Estenssoro; esa noche, le pidió aumento a su magro salario, puesto que de su sueldo debía también alimentar a los perros de la casa. El Presidente, con mucha simpatía y humildad le respondió;
-¡Hijo! Como te voy a aumentar, a nosotros tampoco nos aumentan el sueldo.
Después de su tercer mandato, solía salir a pasear por la ciudad a pie o acorrer en su viejo Jeep color crema; se cuenta que en cierta ocasión, en la puerta del Mercado Central, le dio un peso boliviano al chófer y le dijo que compre diez panes, sorprendido, le respondió que ahora cada par costaba cincuenta centavos. Durante el cuarto mandato, se encontraba su esposa en la Casa de San Luis, por cuya razón fuimos a visitarla y dar algunas instructivas para la mejora del jardín y salud de las plantas frutales, el señor Víctor Calabi Leytón era el Alcalde Municipal de la ciudad y yo era Concejal Municipal y suplente del burgomaestre. Frente a la puerta, había un árbol de duraznero totalmente cargado de frutos y se mostraban apetitosos, sin más ni más el Alcalde que era atlético, de un salto extrajo un durazno, simultáneamente se escuchó el grito de la esposa del mandatario:
-¡No..! No por Dios, el Dr. Paz los tiene contados a los duraznos.
Hay muchas anécdotas que no están registradas en los anales de la historia.
Estaba yo en el Cementerio General de la ciudad de Tarija (Bolivia), era el día 4 de noviembre de 2014 el reloj marcaba las 16:25 horas. Me ocupaba ce recopilar datos referidos a fechas de nacimientos, defunciones, sitios de descanso eterno de algunas personas y personajes de la historia de Tarija; sean estos del deporte, la cultura, política, religión o de personas que por alguna razón se destacaron.
En cada uno de los sitios visitados, había cumplido con el ritual de respeto religioso. Estaba frente al mausoleo al aire libre del Dr. Víctor Paz Estenssoro, concluida mi labor, revisaba visualmente mis apuntes, cuando a mis espaldas escuché una voz familiar totalmente conocida que me indicaba:
René, fíjate bien en las fechas y las fotos... -Me quedé inmóvil mirando mi libreta de apuntes, en efecto, tenía el año de nacimiento equivocado, comparado con el que se indicaba en la lápida De inmediato entendí c-e se trataba también de la foto que no había registrado del lugar y de los otros sitios que visité.
Sentí unos frágiles pasos, armado de valor, me di la vuelta lentamente y vi a unos cuatro metros de distancia, a aquella figura delgada, canosa, vestido con un traje gris, encorvado por los años, andar calmado, tan patriarcal y muy difícil de equivocarse, volteado de espaldas, se alejaba lentamente por aquella callejuela del Cementerio, con rumbo norte.
Abrí los ojos desmesuradamente, los cerré con fuerza, lo hice una y otra vez, comprobé que no estaba dormido ni soñaba, allí iba el Dr. Víctor Paz Estenssoro, caminando se alejaba del lugar; cuando estaba a distancia prudencial solo atiné a decir con voz alta y pausada:
Gracias, muchas gracias Don Víctor, ya corregí el error -simplemente asintió varias veces con la cabeza mientras caminaba. Como un rayo de luz me vino a la mente pensé en la cámara fotográfica, pero, más pudo mi cordura y deseos que sean mis ojos los que captaran aquel inolvidable momento.
Sin perder el paso, se alejó, ya cerca del final, un señor, salía del interior del pabellón derecho, ambos se saludaron levantando la mano derecha. El Dr. Víctor Paz Estenssoro, completó el tramo y dobló hacia la izquierda, no lo vi más. Mientras que el otro señor, al pasar por mi lado, le consulté si vio quien era ese señor al que saludó, me contestó que no vio ni saludó a nadie. No dije nada, solo sé que lo vi caminar por espacio de unos tres a cinco minutos, desde mi espacio hasta perderlo de vista en la curva final.
Estuve un rato más frente a su tumba, oré nuevamente por su alma; mientras miraba los detalles y ornamentos, recordé aquel pasaje que me sucedió el año 1988, en el entonces “Hotel “PrefecturaI” hoy Hotel Los Ceibos”), época en la que yo ejercía el periodismo, acudí a cubrir la nota convocada por el Dr. Víctor Paz Estenssoro, en ejercicio de su cuarto mandato presidencial, en plena conferencia de prensa, conferencia de prensa, cortó su alocución para indicarme:
-René, tu grabadora está apagada.
CECILIO MEALLA HOYOS
Nació en Tarija el 22/11/1937
Falleció en Tarija el 18/10/1985
Cecilio Mealla Hoyos, fue un artista innato y digno representante del canto chapaco, desde muy joven se destacó por su voz potente, clara y característica, su presencia, era el plato fuerte de las fiestas patronales, además interpretaba la caña, el erke, la caja y la camacheña.
En su larga trayectoria, integró el conjunto “Las cuatro voces para el folklore” (Luis Severich; Samuel Sandoval; Alberto Ledesma y Cecilio Mealla), también conformó parte de los “Trovadores Chapacos” (Cecilio y Ernesto Mealla; Tomás jerez; Domingo Jerez y Roberto Loza); “Los Sapos Cantores” (Hermanos Vicente; Cecilio y Ernesto), en realidad, siempre fue un solista destacado por lo que se lo llamó “El Trovador chapaco”.
El grupo los “Sapos Cantores” se funda el 12 de agosto de 1982 en la pintoresca y alejada población de Rosario del Ingre (Provincia Hernando Siles del Departamento de Chuquisaca), integrantes: Los hermanos Vicente, Cecilio, Ernesto Mealla Hoyos y Fernando Vásquez.
En honor y homenaje al autor de “Villa Esperanza”, “Si decides cantar”; “Paloma Chaqueña”; “La pastora” y tantas otras composiciones, le dediqué un poema en el periódico “La Voz del Sur”.
Me encontraba en la ciudad de La Paz, había cumplido una misión, pues, era Miembro de la Confederación de Docentes Universitarios de Bolivia, en horas de la noche, a fin de hacer hora, salí a dar vueltas por la Plaza “Murillo” y observar el cambio de guardia presidencial.
Casi desde siempre me hospedo en el Hotel “Torino”, ubicado en la calle Socabaya, a pocos metros de la esquina de la Plaza Murillo. Serían las siete y media o quizá las ocho de la noche, salí a la puerta de calle, me detuve unos minutos para mirar a la gente pasar y, el tránsito de vehículos unos tras otros de marera interminable, mientras observaba, trataba de decidir si bajaba hacia el Obelisco o subir hasta la calle “Comercio” que distaba a media cuadra de mi hotel; finalmente opté por esta última. Encaminé mis pasos por la calle “Comercio”, fui hasta el frente del Palacio de Gobierno; mezclado entre la multitud, observaba aquel ceremonial de Cambio de Guardia. Volví sobre mis pasos hasta la calle Comercio, antes de media cuadra, alcancé a un amigo, muy conocido, a quien con anterioridad había hecho un sinnúmero de entrevistas grabadas e hice participar en vivo en mi programa radial de los domingos en la mañana, el Programa se llamaba “Lo Nuestro, Corazón y Folklore” de Radio “Los Andes” de la ciudad de Tarija. El amigo que encontré era nada menos que Cecilio “Sapito” Mealla Hoyos referente boliviano en el canto popular, intérprete y compositor de cuecas y tonadas, imitador y Humorista, era todo un personaje en el ‘ámbito nacional.
Vestía ropa típica chapaca, pantalón, camisa, ojotas, pañuelo rojo al cuello, sombrero y una chamarra que le abrigaba del frió paceño, me alegró verlo, hasta pensé que estaba camino a alguna actuación o presentación. Televisiva. Hice alusión brevemente a su enfermedad,
no se lamentó en ningún momento de sus dolencias, más por el contrario, me dijo que estaba muy bien y que en adelante seria aún más feliz que nunca. Me sobraban razones para no ahondar sobre el tema; la última vez que lo vi, había sido introducido en Silla de Ruedas al avión que lo conduciría a la ciudad de Sucre para su tratamiento de cáncer en la próstata, estado que no era nada bueno cuando salió de Tarija; no obstante, se fue silbando hasta subir a la nave. Ahora, viéndolo así, recuperado y risueño no quise ser impertinente con preguntas que no eran para nada agradables. A fin de ser cortés y a la luz de la verdad, le dije que esa tarde estuve escuchando en Radio Panamericana” un tema suyo, se alegró de sobremanera y expresó sus deseos de que siempre sea así, que su música y que el folclore de Tarija se vea y escuche cada vez más en todos lados. Me mordía la curiosidad por preguntarle si tenía algún acto en puerta, como leyendo mi inquietud, me indicó que tenía una actuación que jamás seria olvidada, será eterna -expreso agrandando el pecho- a lo grande; lo dijo de tal forma que ambos! reímos en voz alta, que llamó la atención de algunos transeúntes que volcaron a mirarnos.
Caminamos unas dos cuadras, al llegar a la calle Genaro Sanjinés, se despidió amigablemente, no sin antes acordar una entrevista a su arribo al pago, debido a que en ese momento no portaba mi inseparable grabadora portátil. Aceptó, recordándome que yo tenía grabaciones suyas en mi archivo. Nos detuvimos en la esquina, nos separamos, el bajó por la calle Sanjinés, acera que daba a mi izquierda, lo vi descender la empinada calle que conduce a la avenida Mariscal Santa Cruz (El Prado), me invadió un profundo pesar por el sufrimiento que le cupo pasar con su enfermedad y ahora me alegraba verlo tan rebosante; era doblemente admirable aquel hombre.
De retorno a Tarija, comente sobre mi encuentro con Cecilio “Sapito” Mealla en la ciudad de La Paz, desconcertado, mi amigo Milton Balanza Vargas, conductor de Radio y Televisión, impulsor de las costumbres y tradiciones de Tarija, me aseguró que el artista estaba muy grave en Tarija y, en broma, me retrucó que yo había visto un fantasma o que se trataba de otra persona. Medio avergonzado, quedé sorprendido y, aunque no lo quise demostrar, me preocupé, puesto que también estaba en conocimiento sobre su estado de salud y, particularmente, por lo experimentado en la calle “Comercio” de la ciudad de la Paz. Ese mismo día de nuestra conversación, día viernes, se dio la infausta noticia de su deceso, eran las 17:45 del día 18 de octubre de 1985.
CARLOS ARÓSTEGUI
Nació en Oruro el 10/09/1914
Falleció en Tarija el 03/05/2003
Estaba yo en Yacuiba, población fronteriza con la República Argentina, allí había hecho una campaña de promoción de mi libro “Leyendas, Cuentos y Tradiciones”; ahora retornaba de Tartagal, donde radican mis hermanas y descansan los restos de mi madre doña María Santos Fierro. Caminaba por las calles del pueblo que me vio nacer, luego, transitando por la vereda del Restaurant “Tvo” u “Hotel París”, allí me detuve simulando ver artículos que se expenden, pero en realidad era para protegerme del viento de esa mañana fría, su amplia galería es un refugio también para los fuertes calores e intenso sol chaqueño.
En mi tránsito por aquel sector, volqué la mirada hacia el lado norte y con inconmensurable sorpresa, vi aproximarse al Dr. Carlos Aróstegui Arce, abogado, poeta, escritor maestro, ex combatiente de la guerra del chaco y excelente amigo, además, mi compadre por el bautizo de mi hija Cecilia. Allí, entre el transitar de los peatones, nos abrazamos efusivamente, estaba radiante, no obstante sus noventa años de edad, bromista y con alguna picardía en los labios me saludó.
Lo conocí el año 1977, fue quien hizo el prólogo de mi primer libro “barquito de papel”. Fue un incansable mentor de muchos escritores noveles que se iniciaban, corrector y prologuista. Su numerosa producción literaria y
Exquisito estilo que le imprimió a su obra, le dieron renombre en el ámbito intelectual boliviano. Nos hicimos muy buenos amigos y la cultivamos a través de los años.
Había un trio inseparable qe se reunían los días sábados en casa de lectura del escritor Juan Navajas Paz ubicada en la esquina de las calles Santa Cruz y Potosí, frente al Ex Club de Tenis. Esos amigos eran Carlos Aróstegui Arce, Juan Navajas Paz y René Aguilera Fierro, eventualmente, se sumaba alguna dama o varón con sus escritos, por lo general, yo era el lector, el Dr. Carlos Aróstegui Arce era el corrector y los demás, oyentes. Mientras se leía, degustábamos algún vino o singani que nos brindaba el anfitrión. Finalmente, nos trasladábamos al almuerzo ofrecido por don Juan Navajas Paz, eso duró por muchísimos años.
Con el Dr. Carlos Aróstegui Arce, asistimos al Primer Festival de la Cultura de Sucre, allí concurrió lo más selecto de las letras y las artes de Bolivia; asimismo, a la Feria del Libro de Oruro, posteriormente, fuimos invitados al “Festival Nacional Sombrero de Sao” realizado en Santa Cruz de la Sierra. En cada lugar, debido a sus ocurrencias era motivo de anécdotas.
Don Carlos Aróstegui Arce, era muy buen narrador, además de su veintena de libros publicados, gustaba narrar las interminables aventuras de “Beneco”, un amigo suyo de nombre Benedicto Vinchenti, anécdotas que se desarrollaron en Portachuelo, población cercana a la ciudad de Santa Cruz y donde radicó por varios años. Cuando conocí a su esposa, ella me convenció que todas esas aventuras que se jactaba en contar, eran sus propias andanzas en Portachuelo y en otros lugares, pero que él bien sabía hilvanarlas con su personaje que realmente existió, hombre muy bien parecido, dicharachero, cantor, desprendido de sus cosas y gastador; era un hecho que también protagonizaba pasajes y ocurrencias fuera de serie. Luego de su divorcio.se ausentó en Cochabamba, desempeñando la profesión de maestro, para finalmente trasladarse a la dudad de Tarija.
Por el lapso de una década, armábamos el almuerzo de los días domingos, una vez en mi domicilio, otras en la suya, pero luego, por razones de salud y decisión propia, debía asistir solo a su casa, allí leíamos, conversábamos, hacíamos comentarios sobre las novedades de la semana.
Pero, volviendo a ese día cuatro de mayo, estábamos ahí. frente a frente lejos de casa, dialogando amenámente de una y otra cosa; me manifestó que estaba de paso a la ciudad de Santa Cruz y quiso recrear sus anteriores visitas y recordar a la Yacuiba de antaño, le invité a servirse unas empanadas en el Restaurant “Tvo”, creo que hizo que no me escuchó y siguió caminando, al llegar a Ia puerta de la “Alhambra de Granada”, casi a la fuerza lo introduje a la sala, había varios clientes a esa hora, nos ubicamos en una de las mesas, pedí empanadas y una gaseosa, pues rehusó servirse una cerveza debido al tiempo reinante.
Conversamos brevemente unos minutos, mientras atendían nuestro pedido cuando repentinamente me indicó que ingresaría al Servicio Higiénico, con mucho respeto lo vi alejarse hacia el fondo del local.
Me había servido media empanada, llevé el vaso de gaseosa a mi boca, mientras atento miraba la aparición de mi compadre, apenas había mojado mis labios, pero mi preocupación fue más fuerte que cualquier otra cosa asenté el vaso en la mesa y me dirigí a buscarlo, puesto que su tardanza no era normal; al no encontrarlo, de inmediato volví sobre mis pasos, le pregunté al mozo si lo había visto salir o si había otra salida, me indicó que le puerta principal servía de ingreso y salida. Pagué la cuenta y me dirigí a las Oficinas de Telecomunicaciones, a fin de conectarme con la ciudad de Tarija; en esa época yo no sabía de la existencia de los celulares.
En contacto con mi esposa Marina, al escucharme, la noté que su voz se quebraba, por cuya razón, sin mayores preámbulos, pregunte:
Hay alguna novedad... No, nada. aquí está haciendo un frio increíble –me respondió.
Hay algo que no me quieras decir? -insistí.
-René, por favor tómalo con calma. tu compadre Carlos Arostegui fue enterrado hoy en la mañana.
RENE AGUILERA FIERRO, nació en Yacuiba (Bolivia), Ingeniero Forestal de profesión, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Tarija, Secretario General de la Unión Latinoamericana de Escritores (Sede México). Autor de veinte libros publicados, consagrado en varios concursos nacionales e internacionales. Fue distinguido como “Maestro de las Artes”por el Estado Plurinacional de Bolivia. Galardonado con medallas y Diplomas por diversas autoridades e instituciones de Bolivia y el exterior. Periodista profesional, autor de varias centenas de artículos de prensa, talla en madera con varias exposiciones, conductor de Programas Culturales en Radioemisoras de Tarja. Ha viajado por Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y España. Organizador de los célebres Coloquios literarios argentino-boliviano y de los "Encuentros Internacionales de Escritores”, evento reconocido a nivel mundial.
Honor para nuestra editorial, presentar a uno de los autores más leídos en Bolivia y otros países de América.
Tarija, marzo de 2017
LOS EDITORES