Poemas Inéditos (2)
INSEGURIDAD
Todos los seres somos trapecistas,
saltamos al vacío sin malla protectora
en la vida no bien gobernada por los elegidos.
Seres hay que no encuentran su destino,
vagan y vagan sin hallar derrotero,
piezas vanas de rompecabezas inconcluso,
de la cuna a la tumba pasarán sin novedad.
Cuando una persona deja huellas en el arte,
herencia de su tránsito por la existencia
el alma remonta vuelo y el cuerpo perece.
Queda su legado, pequeño o grande,
inscrito en la posteridad.
INICIALES DESTELLOS
Las jornadas de asidua formación
en el estudio fecundo, arduo,
tienen sitial de preferencia
al evocar tiempos pasados
recuerdos de meses y años
que pasan cual agua entre los dedos.
La nobleza de tales horas continuas
cuajadas de curiosidad intelectual
tienen horizonte abierto al futuro
sin límite en las metas visibles,
expansión de fina sensibilidad
y la memoria receptiva sin fin
de aprendizaje y voluntad inagotables.
MAURICIO
Cuerpo y alma de niño
piel de cereza, carita de ángel,
nacido en el mes de abril
que duerme en el olvido
de ser un gigante que no crece
entre sábanas de algodón
de un rosa pálido como su vida
tan incierta en la inmensidad,
sin abrigo de colcha verde
que amanece más temprano
de un día que empieza bajo lluvia
solidaria que cubra su espíritu
de energía y sueños fecundos,
hacia un futuro sin naufragio
en la barca de la patria aislada.
Mauricio, flanqueado
entre la soledad y el miedo
de un mañana que no llega,
¡qué triste esperanza te queda?
AFÁN DE VIDA
Encontré en añoso árbol
muy debajo de la copa verde
brotes lozanos que lucen
al aire fresco de la mañana,
filigranas de corte vegetal
que se abren rendidos al sol.
Sorpresa ver nacer vida nueva
germen vital que deslumbra
en cielo azul frío, mundano
ansioso de testificar alumbramientos
y el renacer de la fértil esperanza
en el corazón de la humanidad.
Gajos que se alargan en señal de vida
proyectada hacia venturoso futuro
impulsado por renovada fe,
artífice de mejores días de luz
ofrecen oxígeno a los necios seres
que no saben tratar a la Naturaleza.
EL TIEMPO QUE SE DILUYE
No fue nuestro tiempo, el tiempo.
No fue nuestro amor, el amor.
No fue paz, La Paz
No fue vida, nuestra vida
que encaló en la rutina.
Tu madre anciana merecía atención
el trabajo reclamaba tu presencia.
Y la nada se interpuso en el camino
antes que el covid 19 llegara.
Mis propósitos que tú conociste
apuntaban a viajar y viajar.
No quedó espacio para la pareja
que se distanció sin arreglo.
La sombra de esos días pasajeros
se agolpa en la ventana de mis sueños,
al encuentro de la serena existencia
que hoy mece el decurso de mis horas.
Soledad, muy feliz en tu regazo.