Soledad Herida
Brisa amodorrada
meciendo sauces
de largos sentimientos
a la orilla de los vados
Agreste endecha
de las viejas soledades
comulgando en la cuita
bronca de los erques.
Entrañable
magisterio de la copla
-caravana del alba-
entonada
por la voz que no se enreda
en la vorágine del grito.
Amanecida liturgia
de la tierra en la tonada sentida
de rústicos violines
que templan, con obertura de chicharras,
sus notas nativas
bajo los molles copleros.
Vaho de la soledad
escarnecida
por el mordisco del silencio
que hoy se pierde en la transitoria
vaguedad de la huella
extraña y sin acentos.
Soliloquio del manantial
olvidado y hoy perdido,
catecismo oriundo
enmudecido,
viejísimo monólogo
de la tierra con su copla...
¡Aquí brotan mis palabras
maduras
en los surcos de la tarde,
sintiendo fluir
calladamente
a la lágrima longeva
del suspiro doblegado.