Las encomiendas y los pueblos originarios de Tarija1 (Primera parte)
El problema de los pueblos que habitaron los valles de Tarija desde los primeros tiempos, es decir, los pueblos que podrían ser considerados como PUEBLOS ORIGINARIOS, es muy complejo debido a que el territorio de Tarija, es decir, todo lo que se encuentra en los contrafuertes de la cordillera...



El problema de los pueblos que habitaron los valles de Tarija desde los primeros tiempos, es decir, los pueblos que podrían ser considerados como PUEBLOS ORIGINARIOS, es muy complejo debido a que el territorio de Tarija, es decir, todo lo que se encuentra en los contrafuertes de la cordillera andina, en la parte sud de los que es hoy Bolivia, hasta llegar a las planicies del Chaco, sufrió la conquista del Imperio Inca por el décimo Inca, Tupac Yupanqui en 1471 o 1472.
Este fue uno de los más luctuosos acontecimientos que ocurrieron en Tarija porque la política Inca de sometimiento de los territorios conquistados se basaba en la descontextualización y desnaturalización de sus habitantes para impedir que se sublevaran enviándolos, en calidad de “mitimaes”, a las zonas más alejadas con el objeto no solo de separarlos de su medio natural sino, también, para que sirvieran de control en los lugares de su nueva residencia.
A partir de ese momento se inició un despoblamiento paulatino pero continuo de toda la zona. Poblaciones enteras fueron, primero alistadas en los ejércitos invasores y, luego, residenciadas en los lugares que mejor les conviniera. Los primitivos habitantes de Tarija fueron, primero, asimilados a los ejércitos que conquistaron a los Chachapoyas, en Ecuador y, luego, desperdigados en todo el territorio Yampará: “salpicados”, si vale el término, en un sinfín de lugares.
Estas medidas fueron tan efectivas, en el caso de Tarija que, cuando Pedro de Candia llega a Tarija, en 1539 (67 años después), no halla habitantes en la zona. Efectivamente, la encomienda de la Provincia de Tarija otorgada por Francisco Pizarro a Francisco de Retamoso, el 20 de enero de 1540, menciona 18 pueblos con solo casas, deshabitadas y sin habitantes.
.Por estas razones, el estudio de los pueblos originarios de Tarija debe hacerse no solamente analizando la gran cantidad de restos arqueológicos que estos dejaron en la zona que incluye la extensa red caminera que felizmente todavía se conserva sino, también, en los documentos que se generaron en esos momentos, es decir, en las encomiendas otorgadas por los gobernantes españoles de esos momentos, principalmente las de Francisco Pizarro, basados en datos proporcionados directamente por los quipucamayos Incas.
Efectivamente, Betanzos relata que (3):
“… un dia, pareciéndole al Marques que era bien saber los repartimientos que había en la tierra y repartirlos en los españoles que al presente estaban con el y poblar los pueblos, mandó llamar a Mango Ynga, y mandóle que le trujese allí por cuenta y memoria todos los repartimientos que había en la tierra. Y Mango Ynga se fue de allí e hizo llamar a los llactacamayos, que quiere decir mayordomos de los pueblos y los que ansi tenían cargo en la ciudad del Cuzco de tener cuenta de lo que ansi les pedían y supo de ellos los repartimientos que había y los indios que tenía cada repartimiento, y trujole al Marques la cuenta y razón de lo que ansi le pedia. Y el Marques repartio allí en la ciudad en los vecinos que allí habían poblado, los repartimientos que bastaron para los vecinos que allí pobló y ansi hizo después en los demás pueblos que poblo…”
Debido a este hecho, los documentos que surgieron de esta medida fueron copiados tal y como fueron consignados en los registros de esos “llactacamayos” y, por tanto, nos retrotraen a los tiempos en los cuales esos territorios fueron administrados por los Incas aportando valiosísima información geográfica, etnológica y organizacional de tiempos en los cuales no existían datos de otro tipo, razón por la cual tienen que ser analizadas con gran cuidado y dedicación.
En el caso de Tarija, se produjeron en esos momentos varios documentos de este tipo que podrían ser clasificados en tres clases:
Las encomiendas del territorio, es decir, del territorio de Tarija con los pueblos que existían en él sin que se mencionen habitantes porque estos ya no estaban en ellos.
Las encomiendas de los primitivos habitantes de Tarija que se encontraban en calidad de mitimaes incas en otros lugares pero que eran de Tarija
Otro tipo de documentos (visitas).
1.- Dentro de las primeras se cuenta solamente una: “La encomienda de las provincias de Carangas y Tarija” otorgada por Francisco Pizarro a Francisco de Retamoso el 22 de enero de 1540 que luego pasó a Juan Ortiz de Zárate más o menos con las mismas características. Se trataba, en realidad, de una encomienda “sin habitantes” puesto que solo menciona “pueblos”, todos sin habitantes, lo cual dio lugar a un prolongado juicio entre Zárate y un encomendero de Charcas por la posesión de los “moyos-moyos”, habitantes de Tarija que se encontraban en Yamparaez.
2.- Dentro de las segundas figuran varias otras encomiendas y repartimientos que Francisco Pizarro y sus sucesores, otorgaron a diversas personas y que consistían en habitantes procedentes de Tarija que no se encontraban en Tarija sino en otros lugares, en calidad de mitimaes. De esta forma, se nombra a “Churumatas” o “Moyos Moyos” de Tarija en diversos lugares, muchas veces especificando que se trataba de gente: “de pan llevar” o “para servicio de casa”, siempre muy valorados y apetecidos, precisamente porque no tenían ligazón de lugar o pertenencia, lo cual permitía que se los utilizara como el encomendero deseara, muchas veces tratándolos como verdaderos esclavos.
Por tanto, conforme dijimos, si se quiere estudiar a los pueblos originarios de Tarija se debe recurrir a estos documentos, dispersos en diferente tipo de archivos. Toda esta información se encuentra reunida en una publicación que hice hace algún tiempo y a la cual es necesario remitirse para hacer un análisis en detalle de todos los aspectos que deben ser contemplados. En este artículo solo se analizarán los aspectos de mayor importancia.
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LAS ENCOMIENDAS DE TARIJA Y SUS HABITANTES
Es necesario puntualizar el hecho de que los documentos de encomienda originales sufrieron cambios y modificaciones de todo tipo en el transcurso del tiempo, muchas veces de forma inopinada y a veces solo de palabra, saliendo únicamente a luz cuando se recurría a alguna instancia legal, circunstancia que complica su análisis en algunos casos.
ENCOMIENDAS CONCEDIDAS POR FRANCISCO PIZARRO
ENCOMIENDA DEL TERRITORIO DE TARIJA
Encomienda a Francisco de Retamoso de las provincias de Carangas y Tarija (22 de enero de 1540) () (ver Cuadro No. 1)
Este documento comprendía las provincias de: “...Karankas y Tarija...” , lugares separados entre sí por más de 500 km uno de otro. Es de suponer que la razón por la cual se dio este fenómeno se debía a la manera en que los Incas administraban los territorios que conquistaban: colocaban una población que hubiera sido considerada “leal y confiable”, en este caso, Carangas, junto a otra que no lo era tanto, para efectos de “control”.
Un hecho por demás curioso en esta encomienda es el hecho de que, mientras en la provincia de Carangas enumera con toda precisión y detalle no solamente el nombre de las poblaciones que se encontraban en esos lugares y los kurakas o kurakunas a cuyo cargo estaban sino también la cantidad de habitantes de cada una de ellas, no sucede lo mismo en lo que respecta a la provincia de Tarija donde, lo único que hace es mencionar: “casas” pero no habitantes, presuponiendo que cada una de ellas habría estado habitada por dos a tres personas pero no la cantidad exacta como en el caso anterior. Textualmente indica: “…en cada casa tiene a dos y a trees yndios, como pareçia por la visitaçion”. El total de habitantes calculado en esa forma es de 480.
Solo en una de esas poblaciones se da el nombre de sus posibles habitantes: la población de “Chaguaya, habitada por juríes”, sin especificar que hubieran encontrado a persona alguna en ella. Documentos posteriores, relativos a esta misma encomienda, sugieren que estos habitantes eran Moyos (o Moyos Moyos), algo que se confirma posteriormente en la complicada trama en la que se desenvolvió el juicio sostenido entre Juan Ortíz de Zárate con Cristóbal Barba por los indios moyos moyos.
b) Encomiendas de habitantes de Tarija en otros lugares
Encomienda a Alonso Manjarres.
Manjarres recibió el repartimiento de los Soras de Caracollo por merced de Francisco Pizarro con alrededor de novecientos sujetos, algunos de los cuales pertenecían a la parcialidad de los moyos moyos puesto que Loredo indica que Manjarres poseía: “...junto a la Villa (de Charcas) unos pocos de Indios moiomaios para cervicio de casa...” ().
No existe el original de la encomienda de Alonso Manjarres pero se conoce un traslado que va inserto en el Juicio de Cristóbal Barba con Juan Ortiz de Zárate fechado el 12 de julio de 1550 () en el cual se establece: “…mientras se haze el rrepartimiento general (año 40)…” recibe, adicionalmente a la encomienda de los soras:
“… y en los moyos moyos vn pueblo de moyos moyos que se dize capane que tiene treinta casas las veinte e cinco de moyos moyos y las çinco de condesuyo de cochavilla con el prinçipal que los manda y vna / ojo – moyos / estançia junto a este pueblo que tiene cinco casas y vn pueblo de moyos llamado bicaiache con dies casas pobladas llamase el prinçipal allo sujeto aylla señor de los moyos moyos y en otro pueblo llamado vrolos moyos moyos que ay en lo que es ampara es sujeto a tiriqui con todos los yndios de las dichas casas del …” (f. 14v).
Según la Tasa de Toledo, en Colpavilque () -o Villa Verde de la Fuente, como la rebautizó Matienzo-, Barba poseía en ese momento más de 130 moyos moyos que constituían la tercera parte del total de moyos moyos que existían entonces en aquella población. Conforme se indica en el traslado, la encomienda habría sido otorgada en el año de 1540 pero no se conoce la fecha exacta.
Encomienda a Hernando Pizarro (que luego pasó a Pantoja y luego a Martín de Robles)
En la segunda parte del juicio entre Cristóbal Barba y Juan Ortiz de Zárate hay referencias a la encomienda de Hernando Pizarro que habría sido repartida por “via de reformación” a un Pantoja y luego, a Martín de Robles. Contenía aparentemente “…ochocientos yndios charcas…” del repartimiento original de Chayanta que fuera otorgado a Hernando Pizarro y varios grupos de “… moyos moyos …” ().
3. Encomienda a Martín Monje ()
Esta encomienda fue otorgada por Francisco Pizarro a Martín Monje el 7 de septiembre de 1540 y se refiere a una serie de territorios y etnias relacionados de una u otra forma con Tarija puesto que menciona: “...E mas A las espaldas de Cochabamba ciertos yndios que se llaman mochos con el señor principal que tienen otuvieren...”, y: ...mitimaes choromatas e chuyes que están hacia Omaguaca, en el pueblo de Chilma...” .
La ubicación de esta encomienda fue siempre muy difícil de establecer puesto que mezcla diferentes conceptos en los que habla tanto de “mitimaes churumatas” procedentes de Chichas como de alejados lugares (Chilma y Omaguaca) cuya ubicación no podía establecerse con claridad. Debido a este hecho y a que los indios que recibió: “...estaban lejos y de guerra...” (), esta encomienda no pudo nunca ser utilizada por su propietario. Efectivamente, en una probanza de Monje realizada en 1563, se menciona el hecho de que, en esa época, Monje no tenía: “ ... mas yndios de repartimiento, que a casavindo y cochenoca, y estos dichos pueblos no rentan cosa alguna por estar lejos y de guerra y donde no se pueden servir dellos”, Por estas razones tuvo que hacer dejación de los mismos para ser “compensado” por el marqués de Cañete con “…los moyos de Aiquile…” (), por el poco provecho que Monje tuvo de esta encomienda pero que: “…no le rrentan otra cosa mas de harcele (hacerle) vna sementera de que se sustenta...”.
Los “mitimaes churumatas que estaban hacia omaguaca” que “...estaban lejos y de guerra...” fueron a constituir la base de las encomiendas de churumatas concedidas posteriormente por Hernando de Lerma en Salta en 1583 y 1684 a Salazar, Pedrero del Trejo y Gonzalo Tapia. Asimismo, el “repartimiento de casavindo y cochenoca...” mencionado en el mismo documento, fue el fundamento sobre el cual se constituyó luego el extenso y rico “Marquesado de Tojo”.
Encomienda a Juan de Villanueva (primitivamente acordada a Hernando Pizarro) (7 de diciembre de 1540) ().
El 7 de diciembre de 1540, Francisco Pizarro otorga una encomienda a Juan de Villanueva que incluía territorios que se encontraban dentro de la extensa encomienda concedida anteriormente a su hermano Hernando. En ella se mezclan territorios del actual noroeste argentino con los de Tarija, por lo cual fue siempre difícil determinar la verdadera ubicación y extensión de la misma:
“… os deposito en la provincia de Tarixa el cacique quipildora señor de Omaguaca. con todos sus pueblos e indios en esta manera un pueblo que se dize Socabacocha con el cacique Caquítoya y otro pueblo que se llama Orondicon el principal es Piloca e otro pueblo que se llama Estocolaca estancia de Jirote, y otro pueblo que se llama Caquichura con el tenor DoncolIa, y otro que se llama Ochiona con el principal Parchana y otro que se llama Sachica y otro que se llama Yosuja y otro pueblo que se llama Quita con el principal Parabón y otro que se llama Cochinoca con el principal Tanasca y otro que se llama Ichica con el principal Jarahua con quinientes indios y si más ubiera sujetos al dicho cacique…”
Las encomiendas a Alonso de Camargo.
Alonso de Camargo recibe dos encomiendas cuyo análisis es importante para esclarecer algunos de los aspectos de la problemática que nos ocupa debido a que contienen el núcleo fundamental de quienes fueron los primitivos habitantes de los valles de Tarija.
La primera fue concedida por Francisco Pizarro el 14 de octubre de 1540 y tiene todas las características de haber sido elaborada en base a datos proporcionados por los quipocamayos incas del Cuzco (). Esta encomienda asignó a Camargo varios grupos étnicos relacionados de una u otra forma con Tarija; entre los cuales se pueden distinguir los siguientes:
”...en el valle de Tarija, trezientos indios que son sujetos al cacique Quimo, dondequiera que estén poblados, con todos los principales que en ellos (h)oviere...”
“...y otro pueblo que se llama Oro(n)cota de mitimaes churumatas e yamparaes e moyosmoyos...”.
“…E más, vos deposito en los moyosmoyos: Vn pueblo que se llama Camocamo y vna estancia del dicho pueblo que se llama Achaoma, con veinte e cinco yndios, con el cacique e principales que son o fueren del dicho pueblo y estancia…”
Cada uno de estos párrafos contiene datos de una gran complejidad que conviene analizar detallada y separadamente.
El primer párrafo hace notar que los trescientos indios del valle de Tarija sujetos al cacique Quimo no se encontraban en ese momento en Tarija pese a ser “del” valle de Tarija ya que indica: “… dondequiera que estén poblados…”. En segundo lugar menciona que eran: “… sujetos al cacique Quimo…”, es decir, eran “sujetos” de él y como tales fueron encomendados a Camargo pero no menciona que el cacique Quimo hubiera estado incluído en esa merced, posiblemente debido a que ese cacique ya fue otorgado originalmente a Francisco de Retamoso.
El segundo párrafo del documento referido a “...un pueblo llamado Oroncota de mitimaes churumatas, yamparaes y moyosmoyos...” da origen a la consideración de un nuevo grupo étnico conocido como “churumata” que se encontraba en ese “pueblo de Oroncota” - también conocido como “fuerte de Oroncota”-, en el que se encontraba “de guarnición” puesto que formaba parte de los ejércitos de mitimaes incas que estaban en la zona junto a moyos moyos y yamparaes. Conforme veremos luego, este contingente, constituido principalmente por churumatas, pasa luego a Totora asignado a Luis Perdomo junto a un grupo de indios charcas cultivadores de coca que luego van a terminar, como los anteriores, en el pueblo de Colpavilque.
En lo que respecta al: “…pueblo Camocamo en los moyosmoyos, con su estancia Achaoma, los veinticinco indios, su cacique y sus principales…” puede decirse que este pueblo, igualmente poblado por moyos moyos, va a terminar, como los anteriores, en el pueblo de Colpavilque, adscrito a diversos encomenderos luego de la muerte de Camargo.
La segunda encomienda fue otorgada por Gonzalo Pizarro probablemente en 1544 () y correspondía, por lo menos en parte a:
“...los dichos indios mitimaes, que estavan en el dicho valle de Cochabamba para benefiçiar las dichas tierras y sementeras del Inga … // … encomendados con sus chácarras e tierras en Rodrigo de Orellana y en Juan de Carvajal, a quien suçedió Camargo y últimamente el liçençiado Polo...”
Esta segunda encomienda de Camargo que fuera de Juan de Carvajal en Cochabamba, estaba constituída igualmente por moyos moyos () que pasan luego a Polo de Ondegardo por disposición de La Gasca () pero debe indicarse que estos moyos moyos de Carvajal eran diferentes de los moyos de Cristóbal Barba puesto que estos últimos procedían de la encomienda de Alonso Manjarres ()
Como puede verse, aparte de los “mitimaes churumatas” que se encontraron primitivamente en el pueblo de Oroncota, la mayoría de los sujetos que recibió Camargo en sus dos encomiendas era de moyos moyos que estuvieron desperdigados en varias otras encomiendas como las de Tarabuco y que en algún momento estuvieron en Tomina y Sopachuy, muchos de ellos se refugiaron aparentemente primero en Tarabuco y luego en Tapane o Capane para pasar posteriormente a Colpavilque.
Es evidente que esta encomienda se fue perfeccionando en base al conocimiento personal de la zona y a acuerdos subsecuentes tomados con otros encomenderos como los que se tomaron con Francisco de Retamoso, con quien suscribe un acuerdo según el cual, el cacique Pocotas, “...con quarenta yndios, sujeto al cacique Quino...”, pasa de Camargo a Retamoso y este cede, en cambio, a Camargo: “...en el dicho valle de Tarija los caciques Baricoya e Quimo con veinte casas en el pueblo de Chaguaya...”. Es desde luego evidente que Camargo conoció no solamente la ubicación de estos caciques y los “...sujetos...” a ellos asignados sino también su importancia relativa ya que el convenio es muy específico y los aspectos que toca debieron tener alguna intencionalidad pese a que en el momento tan temprano en el que se suscribieron difícilmente los actores pudieron haber tenido conciencia plena de lo que intercambiaban. Esto pudo haber sido el caso de Retamoso pero no tanto el de Camargo ya que este último parecía saber perfectamente bien lo que estaba intercambiando, buscando tener juntos a todos los moyos moyos y churumatas que existían en la zona. En todo caso, los “…caciques…” y “…sujetos…” así intercambiados eran en realidad de Tarija y de la parcialidad de los moyos moyos puesto que implica al cacique Quino que era procedente de ese lugar y perteneciente a la etnia indicada.
Encomienda a Francisco de Almendras
Francisco de Almendras fue encomendero de Yamparaes () y más tarde tambien de Tarabuco, lugares en los cuales se ubicaron varios grupos de moyos moyos. Heredan a su muerte su hijo Don Martín de Almendras y Doña Ines de Aguiar, quienes se benefician con el cobro del tributo de los pueblos de la Deleitosa de Presto y San Pedro de Tarabuco, repartidos en encomienda. Estos pueblos fueron visitados en 1573 por el Lic. Matienzo, en 1592 por Don Pedro de Heredia y en 1607 por Don Julio Serrufino ().
Encomienda a Gomez de Luna
Gómez de Luna recibió de Francisco Pizarro una encomienda de 950 carangas y moyos que, a tiempo de su ejecución (1545), pasaron a Antonio Álvarez Meléndez a excepción de “la mitad de los moyos de Tomina (oriente de Chuquisaca) que se encomendaron al Capitán Pablo de Meneses…” () ():
Encomienda a Antonio Alvarez Melendez
Francisco Pizarro encomendó a Antonio Alvarez Meléndez: “… los moyo moyo y a los Sicuani de Chicoana…” de los cuales nunca pudo servirse. Conforme veremos, La Gasca le otorgaría posteriormente los carangas y moyos que pertenecieron a Don Gómez de Luna ().
Encomienda a Hernando de Aldana
Según la Memoria de Pedro de Hinojosa (), Francisco Pizarro encomendó a Hernando de Aldana : “… a los caracara de quienes percibía en ganado, plata y ropa doce mil pesos anuales, juntamente con lo que le daban otros 100 moyos moyos ubicados en Caracara...”. Esta encomienda comprendía: “la provincia de los Aullagas y Quillacas” habitada por personas que no sembraban ninguna variedad de maíz debido al clima agresivo pero eran buenos criadores de ganado por lo que no les faltaba alimentos. Aldana percibía doce mil pesos anuales de ellos en ganado, plata y ropa aparte de lo que le daban otros “100 moyos moyos ubicados en Caracara” (). Llama desde luego la atención la existencia de moyos moyos en esa región aunque, lo que en realidad sucedía era que estuvieron asignados por el Incario a los caciques locales quienes los habrían tenido en otros lugares, probablemente en los valles de Cochabamba.
ENCOMIENDAS DE CRISTOBAL VACA DE CASTRO
Varias encomiendas surgen como resultado de la administración de Cristóbal Vaca de Castro desde el 16 de septiembre de 1542 hasta la llegada de Blasco Núñez de Vela como primer virrey del Perú en mayo de 1544.
1. Encomienda a Luis Perdomo
No se conoce a la fecha el documento de encomienda de Vaca de Castro a Luis Perdomo pero, según la Relación de Pedro de Hinojosa ():
“...Tenia el dicho Luis Perdomo en el Valle de Tarixa otros quinientos indios churumatas. Son indios pobres, no tienen ganado. Tenía alguno dellos cerca del pueblo por medio de los chiriguanaes... Teníalos por cédula de Vaca de Castro...”
No se conoce tampoco como pudo haberse originado en esos momentos esta encomienda de “…quinientos indios churumatas…” ya que los únicos churumatas que existían en la zona fueron los otorgados a Alonso de Camargo en el pueblo de Oroncota (). Sin embargo, según Espinoza Soriano, la real provisión que Vaca de Castro habría expedido indicaba:“… otorgó a Luis Perdomo la encomienda de los 500 churumatas refugiados en el valle de Oroncota…”, con lo cual se habría producido una reasignación de los churumatas de Oroncota a Luis Perdomo, es decir, que los “churumatas” del pueblo de Oronkota que inicialmente se asignaron a Alonso de Camargo fueron reasignados a Luis Perdomo. Según el mismo Espinoza, “… con este premio Perdomo no hizo otra cosa que henchir sus rentas puesto que ya era encomendero de 300 tributarios mitmas charcas que residían en el valle de Totora dedicados al cultivo de la coca…” (). Por un mecanismo no totalmente aclarado, esos churumatas de Oroncota fueron luego a parar a Totora junto a los indios charcas donde los encuentra la visita de Gonzáles en 1560 ().
Estos sujetos () fueron reubicados luego en otros lugares de acuerdo a los intereses y conveniencia de los nuevos encomenderos. Esta suposición es confirmada por los datos contenidos en el “Interrogatorio contra los indios de Paria” (), en el cual se indica:
“XV. Iten, si saven, etcétera, quel pueblo de Totora, que está junto a los Andes, está poblado de mitimaes charcas del valle de Cochabamba questavan allí puestos para benefiçio de chácarras del Inga, que avía tomado para sí, e por virtud de la encomienda que se hizo por Su Magestad se encomendaron, con sus tierras y chácarras, a don Gómez de Lima y a Luis Perdomo, y agora los posee Antonio Alvarez y Su Magestad, sin que los indios de Cochabamba gozan dellos ni de las chácarras, y ansí se haze en todos los demás deste reino donde acaeçió lo susodicho.”
A la muerte de Perdomo, en 1548, La Gasca otorga esta encomienda a su sargento mayor, Diego de Villavicencio y al comendador Hernán Pérez de Párraga (). Doña Constanza de León, viuda de Villavicencio, vuelve a casarse con don Pedro de Portugal y Navarra (), razón por la cual la encomienda no pasa en segunda vida a ella sino a la corona real ya que el mismo Portugal fue encomendero del repartimiento de los quillacas y moyos moyos. La otra parte de la encomienda de Perdomo, la que correspondió a Párraga, sufre la misma suerte como consecuencia de un proceso a Párraga por el asesinato de Baltasar Pinto (). En resumen, la encomienda original de Luís Perdomo pasa a la corona en su totalidad.
2. Encomienda a Pedro de Vivanco
Según las memorias presentadas a La Gasca (), Pedro de Vivanco recibió del Licenciado Vaca de Castro una “… encomienda de 600 moyos de Tarija…” que inicialmente se encontraban en Pocona pero luego pasaron a residir cerca de la villa (Charcas) por “miedo a los chiriguanaes” (Id. f. 97v, 99). Según Schramm, Gabriel de Rojas los habría denominado moyos () y, si este fue el caso, constituye una opinión muy atendible debido a que no era propiamente Rojas quien se encontraba opinando de esa forma sino, conforme vimos, el propio Polo de Ondegargo, el verdadero autor de ese Memorial. Este mismo autor indica asimismo que la segunda parte de esta encomienda menciona: “… otros pueblos de moyos en el valle de Pocona cerca de la coca…”. Estos “pueblos” podrían haber sido los que se mencionan en la encomienda de Camargo como “… Camocamo (y una estancia del dicho pueblo que se llama Achaoma con veinte e cinco yndios…” (), que estaban igualmente habitadas por moyos moyos.
ENCOMIENDAS DE GONZALO PIZARRO
Durante la administración de Gonzalo Pizarro surgen algunas encomiendas como la de Juan de Carvajal, administrador de Gonzalo Pizarro, quien estuvo por breve tiempo a cargo de algunas de ellas hasta la muerte de Gonzalo Pizarro en la batalla de Xaquixahuana el 9 de abril de 1548. No se conocen los documentos originales.
ENCOMIENDAS DE PEDRO DE LA GASCA
El 18 de mayo de 1548 Pedro de la Gasca y Loayza efectúa la redistribución de encomiendas en Guaynarima en lo que denomina: “Reparto general de encomiendas”, razón por la cual aquellas también vinieron a llamarse “repartimientos”. Algunas de ellas constituyeron encomiendas nuevas sobre la base de sujetos y regiones que no habían sido considerados anteriormente pero la mayoría afectó a encomiendas antiguas que habían quedado “vacas” y que fueron reasignadas a nuevos dueños en totalidad o en parte. Dentro de estas últimas deben considerarse las que pertenecieron a viudas de encomenderos que fallecieron en acciones de guerra, por regla general, a las cuales La Gasca hizo casar con algunos de los que no habían recibido compensaciones por servicios prestados a la corona.
1. Encomienda a Pedro de Hinojosa, Alonso de Montemayor y Pablo de Meneses
En 1549, La Gasca dispuso que el Licenciado Polo dividiera a la Provincia Qharaqhara de los Charcas entre el General Pedro de Hinojosa, don Alonso de Montemayor y don Pablo de Meneses:
“... e por mandado del dicho presidente Gasca éste testigo señaló al dicho don Alonso los yndios charcas e devidio cierta provincia (los Qharaqhara?) entre el y el general hinojosa e pablo de meneses en las provincias de los charcas e por esto lo sabe” ().
El licenciado Polo habría hecho:“... tres partes la provincia de los yndios de Chaqui de que era cacique principal Chincha y los dividió en tres partes por novecientos e seys yndios que parescieron por la visita antigua e que tambien entonces dixeron los yndios que seran tantos e que este testigo no sabe los que hallaron los dichos francisco de ysasaga gomez de soliz pero que este testigo al tiempo que hizo la dicha división la debidio por pueblos e que no se contaron los yndios porque así se concertaron las partes...” ().”
A don Pedro de Hinojosa se le adjudicó la mayor parte de los Qharaqhara que comprendían la totalidad de Macha y parte de Chaqui (). A don Pablo de Meneses los Murumuru (Qharaqhara) además de los repartimientos de Yamparaez y Gualparocas. Al morir Pablo de Meneses heredo esta encomienda su mujer quien la disfrutó con su nuevo esposo, don Bernaldino de Meneses, junto a la encomienda de los indios gualparocas, muyus-muyus y Yamparaez. A don Alonso de Montemayor le asignaron además de los Charka de Sakaka que fueran de Luis de Rivera, cuatrocientos indios del repartimiento de Gonzalo Pizarro que pasaron en 1557 a Pedro de Córdoba.
2. Encomienda a Juan Sedano
No se puede precisar cómo se originó esta encomienda concedida en 1548 por La Gasca a Juan Sedano, vecino de La Plata pero es muy probable, como luego se verá, que se hubiera originado en parte de la encomienda de Pizarro a Camargo. Sedano fue muerto por sus encomendados en 1553 luego de que los hubo sacado de sus lugares de origen para llevarlos a vivir en los pueblos de Pachamarca (hoy Paccha), Quiquijana y Guañoma, en torno al valle de Mojotoro, a unos 50 km al este de La Plata. Su hijo, Hernando Sedano de Rivera, redujo a esos encomendados al valle de Pocopoco en la ribera del Pilcomayo, donde les compró tierras cerca de sus haciendas
Aunque no existe el documento original de esta encomienda, el mismo Sedano da una referencia muy detallada del mismo en una probanza hecha en 1551 ().
“Y el dicho licenciado Gasca en alguna rrenumeracion (asi) de mys servicios me encomendo en la provincia de los Charcas el cacique Noa, que agora se llama don Pedro, con sus subjetos; e al tiempo que fui a los pueblos del dicho cacique e yndios no hallé syno pocos más de cient yndios y estos metidos en tierras agenas entre los yndios que estan encomendados a los Almendras (Tarabuco); e los saqué de allí e busqué tierras buenas donde los hize poblar en vn asiento (f. 2v) que agora se dize Pachamarca (Pajcha, N.A.) y en Quyquyxana y Guanoma; e luego fui por Cochabamba a las espaldas de Chuquiabo con españoles e negros, e traxe muchos yndios e yndias del dicho cacique e los juntó (así) e poble con los otros; e luego fui a la provincia de los Chichas, setenta leguas de la villa, ansimysmo con españoles y negros, y traxe trescientos e tantos piezas de yndios e yndias e mochachos del dicho repartimiento e los junté e poble con los otros, donde agora esta(n) muy bien poblados todos y rreformado, e pueden dar muy holgadamente sus tributos; e yo hallé tan pocos yndios como he dicho a causa (de) que, estando antes poblados (en) el balle de Tarija, dieron en ellos los yndios chiriguanaes, gente caribe, e se comieron muchos dellos; e asy se huyeron e esparcieron por otras tierras; y en ello (h)e pasado mucho trabajo y (h)e sydo poco aprovechado, etc.”.
Por la cantidad tan precisa de personas que involucra es muy probable que estos “trescientos indios de Tarija” hubieran sido los mismos “... trescientos yndios del valle de Tarija” cedidos por Pizarro a Camargo en 1540, siendo por tanto posible que Francisco Pizarro hubiera otorgado los mismos sujetos a dos personas diferentes. Sin embargo, como los “...trescientos yndios del valle de Tarija” cedidos por Pizarro a Camargo ya tenían consignatario, Sedano tuvo que “buscar” a los que le fueron asignados donde quiera que creía que hubieran podido estar, tanto en Tarija como en Chichas e incluso, conforme el mismo indica, en Tarabuco y, posiblemente también, en otros lugares.
Pese a que probablemente muchos de los “sujetos” que Sedano “recuperó” de tan diversos lugares eran provenientes de Tarija como el mismo indica, otros seguramente no lo eran en realidad. Catherine Julien menciona que, según Sedano, “todos los indios de su encomienda se hallaban sujetos al cacique Noa, incluso los de Tarija“ (), lo cual quiere decir que no todos ellos eran de Tarija pese a que el mismo Juan Sedano habría declarado que: “...los indios que tenía encomendados eran naturales del valle de Tarija ...” ().
Por ello, no se sabe con exactitud cuáles fueron los trescientos indios que Sedano trajo de “...la provincia de los Chichas...” ya que los que llegó a tomar: “...estando antes poblados (en) el balle de Tarija, dieron en ellos los yndios chiriguanaes, gente caribe, e se comieron muchos dellos, e asy se huyeron e esparcieron por otras tierras...”, es decir, no los sacó de Tarija propiamente sino de otro lugar -o lugares- de los Chichas: “...setenta leguas de la villa (La Plata)...”.
Surge por ello la duda de que el origen real de esos “trescientos indios de Tarija” recogidos por Sedano hubiera sido Tarija ya que cabe la posibilidad de que hubieran podido provenir de cualquier otro lugar de los Chichas por la forma y los lugares de los cuales los sacó “a la fuerza”. Esta suposición se refuerza por el hecho de que muchos de los encomendados que dieron muerte a Sedano se calificaban a sí mismos como “apatamas” o “chichas apatamas” y que el mismo hecho hubiera sido ejecutado por “apatamas”. Sancho de Murueta, en 1612 (). afirmaba al respecto que: “...los apatamas eran unos indios retirados en sus tierras en el distrito del Pirú, que era(n) de Hernando Sedano, vecino de Chuquisaca, que están alzados por haber muerto su amo...”.
En la visita que hizo el oidor Francisco de Alfaro en 1608 (), varios de los integrantes de esa encomienda aseguraron ser “naturales de Tarija” pero otros indicaron ser “naturales chichas de los apatamas” o “chichas apatamas nacidos en Tarija”. Aparentemente, los apatamas no estuvieron solamente en la zona de Yamparaez sino también en el norte argentino ya que Salas () menciona que los apatamas que habitaban sectores del norte argentino “...son gente del Perú poblados al sur de los chichas, en dirección de Tucumán, lo cual no quita que quizás hubieran tenido otros asentamientos como el de Tarija.”.
Sin embargo, el párrafo introductorio de un documento dirigido poco tiempo después, el año 1631, a la Real Audiencia de Charcas por Martín Ledesma Valderrama manifiesta:
“Una de las cosas considerables que he hallado en esta provincia (del Chaco) ha sido dos naciones de indios naturales del reino del Perú. La una es churumatas, y la otra de ingas del Cuzco; y ambas es gente rica de plata y de minerales. Y aunque una parcialidad de los churumatas fue encomendada en Fernando Sedano, vecino de esa ciudad (de La Plata), y por haber sacado de su pueblo los indios con que se fundaron los molinos que fueron de Diego de la Barrera y la chácara de Pocopoco de Doña Catalina de Matiensio (sic: Matienzo), que fue su nuera; y habiendo vuelto a pedirles más indios a los caciques, le mataron (a Sedano); y ellos y otros, por evadirse del castigo, se escondieron a las espaldas de la cordillera de los Chichas, a la parte del nacimiento del sol, en un valle donde hoy están.” ().
Por tanto, no se puede decir si fueron apatamas o churumatas quienes conformaban la encomienda de Sedano y quienes llegaron a matarlo; tampoco, desde luego, que fuesen los mismos, es decir, que los apatamas fuesen churumatas, que es lo que parecen sugerir algunas de las informaciones proporcionadas por los documentos citados. Lo más probable es que la encomienda de Sedano hubiera constituido una “encomienda multiétnica” en la cual convivían, entre otros, churumatas, apatamas y, quizás, de otras etnias no especificadas.
Por un mecanismo probablemente ligado a las relaciones familiares existentes entre la Audiencia de Charcas y la Gobernación del Tucumán, esta encomienda, correspondiente a la jurisdicción de Charcas, pasa luego a ser “manejada” en los círculos allegados a la administración del Tucumán ya que en 1601, el Gobernador del Tucumán, Francisco Martínez de Leiva, expide una cédula de encomienda a favor Juan Ochoa de Zárate () en la cual se dice: “los indios apatamas que estan vacos por fin y muerte de Hernando Sedano de Ribera...”
Respecto a estos indios apatamas, Sancho de Murueta alegaba () que Zárate aparentemente no llegó a conocerlos puesto que el otro litigante indica: “...no haberlos visto (Zarate) por sus ojos, ni tomado posesión (de ellos) por no ser de este distrito (de la gobernación de Tucumán) sino del distrito del Pirú. “
Por consiguiente, la encomienda de Sedano, de sujetos correspondientes a la gobernación de La Plata y ubicada en este distrito, pasa a un encomendero del Tucumán por disposición de un gobernador de Tucumán. No se conocen las razones para este cambio de administración pero es muy probable que en ello hubieran jugado factores de orden familiar ya que Zárate se encontraba emparentado con alguno de los oidores de Charcas.
Aparte de lo indicado, Sedano hace algunas declaraciones en el juicio entre Juan Ortiz de Zárate y Cristóbal Barba en 1551 indicando que (): “…sabe que su caçique deste testigo y los prinçipales que tiene encomendados o yndios eran y son naturales del valle de tarixa e que este testigo les a oido dezir que los caçiques contenidos en la pregunta eran vezinos suyos en el dicho valle de tarixa y los conoçieron en el… “. Esta situación es confirmada por Hernando de Céspedes () quien opina que los caciques mencionados eran “xuiris” ya que indica: “…conoçio a quino en casa de rretamoso que hera prinçipal de los yndios que tenia en el valle de tarixa el tiempo pasado…” “…puede auer nueue años (es decir, aproximadamente en 1542)”, (al cual) “… vido en casa de rretamoso en esta villa de plata venirlo a servir…” “…con sus yndios xuiris…” ().
3. Encomienda a Cristóbal Barba ()
Ya nos referimos anteriormente a la encomienda de Cristóbal Barba otorgada por el Licenciado La Gasca en 1548 sobre los indios moyos moyos que habrían pertenecido anteriormente a Manjarres ya que Alonso de Mendieta, un testigo en el juicio entre Juan Ortiz de Zárate y Cristóbal Barba, indica:
“... el Señor Presidente Lic. Gasca no encomendó al dicho Barua sino tan solamente los indios moyos lacasas que dicho majarres tubo en encomienda y de que sirvió con título bastante que fueron los moyos moyos lacasas ...” ():
La primitiva encomienda de Francisco Pizarro a Manjares consistía en 900 indios “Soras de Caracollo” y, además: “...junto a la Villa (de Charcas) unos pocos de Indios moiomaios para cervicio de casa...” ()
Estos “moiosmoios” fueron los que posteriormente irían a figurar en Colpavilque como pertenecientes a Cristóbal Barba cuando se hizo la Tasa de Toledo con la indicación de que hubieran pertenecido a Manjarres ().
Pese a que Loredo se refiere a ellos como “unos pocos moiomoios para servicio de casa...”, en los hechos Barba era uno de los principales poseedores de indios moyos en la población de Colpavilque ya que la Tasa de Toledo le atribuye 113 de los 339 “tributarios” moyos de esa población, a los cuales defiende con una tenacidad increíble ante las pretensiones de Juan Ortíz de Zárate.
Cristóbal Barba se convierte aparentemente en un apasionado seguidor de los “moyos moyos” ya que imagina y realiza acciones para capturar y tomar posesión de los moyos moyos que hubieran estado en otros lugares. Hay datos que indican que, como “vecino de Charcas”, habría tenido también: “…moyos en Jujuy…” ya que habría participado en la fundación de la ciudad de Nieva, ordenada por Juan Pérez de Zorita en el valle de Jujuy en 1561 (). Esta fundación habría sido llevada a cabo por “encomenderos vecinos de Charcas” entre los cuales se encontraba Christobal Barba, Juan de Carranza, Martín Monje y Pedro de Zárate (). Martín Monje actuaba como encomendero de los indios de Casabindo y Cristóbal Barba como encomendero de los indios «moyos de Jujuy» que anteriormente estuvieron encomendados en Hernando del Castillo (). Esta ciudad de Alava pronto sería destruida por los indios, con la muerte de muchos españoles entre los que estaban Cristóbal Barba Cabeza de Vaca y su hijo, Diego Barba ().
4. Encomienda a Pablo de Meneses
El capitán Pablo de Meneses recibió de La Gasca: “ … la mitad de los moyos de Tomina que hubieran pertenecido a Gómez de Luna hasta su ejecución …” (). El capitán Meneses poseía por entonces la encomienda de: “… yamparaes, Charcas, moyo-moyos e ingas gualparocas… “ que luego pasaría a su sobrino, Bernaldino de Meneses por matrimonio de este con la viuda de su tío.
5. Encomienda a Antonio Alvarez Meléndez
Conforme vimos, Francisco Pizarro encomendó a Antonio Alvarez Meléndez: “… a los moyo moyo y a los Sicuani de Chicoana de los cuales nunca pudo servirse…”. Posteriormente La Gasca le otorgaría los carangas y los moyos “que tuviera, hasta su ejecución, Don Gómez de Luna” con excepción de: “… la mitad de los moyos de Tomina (oriente de Chuquisaca) que se encomendaban al Capitán Pablo de Meneses…” ().
6. Encomienda a Juan Ortiz de Zárate
En 1548, “por fin y muerte” de Francisco de Retamoso en la batalla de Xaquixaguana, la encomienda otorgada a este por Francisco Pizarro pasa a Juan Ortiz de Zárate en el reparto efectuado en Guanayrima (). Es de hacer notar que Juan Ortiz de Zárate fue uno de los integrantes de la entrada de Pedro de Cándia a Tarija en 1539 y conoció, por tanto, todos esos territorios.
El documento de encomienda se encuentra fechado en el Cuzco el 28 de agosto de 1548 en los términos siguientes ():
“… En la provinçia de los Charcas, en el término y juridiçion della: todo el rrepartimiento de yndios que ally tenia e posya Françisco de Retamoso, vezino de la villa de Plata, difunto, ansy en la provinçia de los Carangas // f. 38 // como en [la] de los Chichas y valle de Tarixa y en otras qualesquier partes de la dicha provinçia que los tubiese, de la forma y manera y según que en el fueron encomendados y los tubo y poseyo al tiempo de su fin e muerte…”
El 30 de octubre del mismo año, Pedro de Mendieta, hermano de Juan Ortiz de Zárate, toma posesión de la encomienda en su nombre en Potosí ante el Licenciado Polo de Ondegardo, justicia mayor de esa villa y de Juan de Grájeda, escribano público, en la persona de Tarqui y Cotaga, indios carangas naturales del pueblo de Totora.
Las vicisitudes que sufrió esta encomienda en forma posterior, particularmente a raíz del prolongado juicio sostenido entre este nuevo propietario y Cristóbal Barba, serán analizadas en detalle subsiguientemente.
Figura No. 10. Reconstrucción idealizada de Juan Ortiz de Zarate según R. Levillier.
VI. DOCUMENTOS POSTERIORES
A esta documentación inicial se suman otros documentos que pueden servir para completar el cuadro proporcionado por las encomiendas. Son tres los principales.
1. El juicio entre Cristóbal Barba y Juan Ortiz de Zárate sobre los indios moyos moyos ()
Este juicio, llevado a cabo entre 1549 y 1572, se suscita debido al hecho que el encomendero de Tarija, Don Juan Ortíz de Zárate, encontró que su encomienda se encontraba sin gente debido a que: “… de los dichos yndios de su rrepartimiento le faltaron muchos yndios dellos los quales estan en otros rrepartimientos e caçiques sus comarcanos … //(f. 28)…”. Conforme vimos, estos fueron en realidad “sacados” de Tarija no por los españoles sino por los Incas para ser llevados a diversos lugares, entre ellos a yamparaez, para ser asignados a los caciques Comsara y Yucura; posteriormente pasarían como encomendados a diversas personalidades españolas en Charcas.
En las dos piezas que contiene este proceso se analizan con detalle sobre todo las incidencias de quienes llamaban: “moyos moyos” que eran pueblos que fueron originarios de ese lugar. El detalle de todo este acontecer es analizado en una publicación que aparecerá en breve ()
2. La visita de Juan Gonzáles a los Churumatas de Colpavilque
En 1560 se efectúa la “Visita de los yndios churumatas e yndios charcas de Totora mitimaes de Colpavilque” que realiza Juan González y su escribano, Francisco de Torres (). Esta visita comprendió a los “...500 churumatas pobres de Tarija...” originalmente encomendados a Luis Perdomo y que a su muerte pasaron tanto a Diego de Villavicencio como a Hernán Pérez de Párraga. Al fallecimiento de estos, a su vez, pasan a “cabeza de su majestad”.
3. La Tasa de Toledo. Colpavilque o Villa Verde de la Fuente
Los churumatas y moyos moyos que se encontraban en los valles de Luxe y en otros lugares circundantes fueron posteriormente reubicados por el Licenciado Matienzo y el Virrey Toledo en Colpavilque, una antigua población ubicada en esos mismos valles a la que Matienzo renombró como Villaverde de la Fuente y que figura como tal en la Tasa del Virrey Toledo de 1575 ().
El valle donde se encontraba la población de Colpavilque era una zona de clima calido situada en las vertientes del Río Grande, al Noroeste de La Plata, rodeada por la serranía de Carpachaca y lindante con orosa al Norte – Noroeste, con Presto al Este y con Mojotoro, Sapse y Pocpo al Sur y Oeste respectivamente (), a aproximadamente 120 km de La Plata.
ENCOMIENDA DE LA PROVINCIA DE TARIJA A FRANCISCO DE RETAMOSO
(esquemático) Lima, 22 de enero de 1540
KURAKUNA KURAKA LOCAL PUEBLO No. CASAS POBLACION (1)
ISQUILLA TARIJA 480
Chumay Liquita 10 casas
Chaxa 4 casas
Vichipa 2 casas
Malecuto Nicoxa 10 casas
Escobinete 4 casas
Borija 4 casas
Toylla Cochachi 10 casas
Pochape Mamaerúa 6 casas
Uchupi 4 casas
Pulcutia Tolamarca 40 casas
Aricoya y Quino Chaguaya 20 casas
Aquilcha 5 casas
Piruca y Socara Fortaleza Aquilcha 100 casas
Coyllo 16 casas
Tayaure Chaguaya (2) 20 casas
TOTAL 255 casas 480
(Footnotes)
1 Se calcula un promedio de 2 a 3 personas por casa.
2 Esta población figura como poblada por indios juríes de Tucumán.
Este fue uno de los más luctuosos acontecimientos que ocurrieron en Tarija porque la política Inca de sometimiento de los territorios conquistados se basaba en la descontextualización y desnaturalización de sus habitantes para impedir que se sublevaran enviándolos, en calidad de “mitimaes”, a las zonas más alejadas con el objeto no solo de separarlos de su medio natural sino, también, para que sirvieran de control en los lugares de su nueva residencia.
A partir de ese momento se inició un despoblamiento paulatino pero continuo de toda la zona. Poblaciones enteras fueron, primero alistadas en los ejércitos invasores y, luego, residenciadas en los lugares que mejor les conviniera. Los primitivos habitantes de Tarija fueron, primero, asimilados a los ejércitos que conquistaron a los Chachapoyas, en Ecuador y, luego, desperdigados en todo el territorio Yampará: “salpicados”, si vale el término, en un sinfín de lugares.
Estas medidas fueron tan efectivas, en el caso de Tarija que, cuando Pedro de Candia llega a Tarija, en 1539 (67 años después), no halla habitantes en la zona. Efectivamente, la encomienda de la Provincia de Tarija otorgada por Francisco Pizarro a Francisco de Retamoso, el 20 de enero de 1540, menciona 18 pueblos con solo casas, deshabitadas y sin habitantes.
.Por estas razones, el estudio de los pueblos originarios de Tarija debe hacerse no solamente analizando la gran cantidad de restos arqueológicos que estos dejaron en la zona que incluye la extensa red caminera que felizmente todavía se conserva sino, también, en los documentos que se generaron en esos momentos, es decir, en las encomiendas otorgadas por los gobernantes españoles de esos momentos, principalmente las de Francisco Pizarro, basados en datos proporcionados directamente por los quipucamayos Incas.
Efectivamente, Betanzos relata que (3):
“… un dia, pareciéndole al Marques que era bien saber los repartimientos que había en la tierra y repartirlos en los españoles que al presente estaban con el y poblar los pueblos, mandó llamar a Mango Ynga, y mandóle que le trujese allí por cuenta y memoria todos los repartimientos que había en la tierra. Y Mango Ynga se fue de allí e hizo llamar a los llactacamayos, que quiere decir mayordomos de los pueblos y los que ansi tenían cargo en la ciudad del Cuzco de tener cuenta de lo que ansi les pedían y supo de ellos los repartimientos que había y los indios que tenía cada repartimiento, y trujole al Marques la cuenta y razón de lo que ansi le pedia. Y el Marques repartio allí en la ciudad en los vecinos que allí habían poblado, los repartimientos que bastaron para los vecinos que allí pobló y ansi hizo después en los demás pueblos que poblo…”
Debido a este hecho, los documentos que surgieron de esta medida fueron copiados tal y como fueron consignados en los registros de esos “llactacamayos” y, por tanto, nos retrotraen a los tiempos en los cuales esos territorios fueron administrados por los Incas aportando valiosísima información geográfica, etnológica y organizacional de tiempos en los cuales no existían datos de otro tipo, razón por la cual tienen que ser analizadas con gran cuidado y dedicación.
En el caso de Tarija, se produjeron en esos momentos varios documentos de este tipo que podrían ser clasificados en tres clases:
Las encomiendas del territorio, es decir, del territorio de Tarija con los pueblos que existían en él sin que se mencionen habitantes porque estos ya no estaban en ellos.
Las encomiendas de los primitivos habitantes de Tarija que se encontraban en calidad de mitimaes incas en otros lugares pero que eran de Tarija
Otro tipo de documentos (visitas).
1.- Dentro de las primeras se cuenta solamente una: “La encomienda de las provincias de Carangas y Tarija” otorgada por Francisco Pizarro a Francisco de Retamoso el 22 de enero de 1540 que luego pasó a Juan Ortiz de Zárate más o menos con las mismas características. Se trataba, en realidad, de una encomienda “sin habitantes” puesto que solo menciona “pueblos”, todos sin habitantes, lo cual dio lugar a un prolongado juicio entre Zárate y un encomendero de Charcas por la posesión de los “moyos-moyos”, habitantes de Tarija que se encontraban en Yamparaez.
2.- Dentro de las segundas figuran varias otras encomiendas y repartimientos que Francisco Pizarro y sus sucesores, otorgaron a diversas personas y que consistían en habitantes procedentes de Tarija que no se encontraban en Tarija sino en otros lugares, en calidad de mitimaes. De esta forma, se nombra a “Churumatas” o “Moyos Moyos” de Tarija en diversos lugares, muchas veces especificando que se trataba de gente: “de pan llevar” o “para servicio de casa”, siempre muy valorados y apetecidos, precisamente porque no tenían ligazón de lugar o pertenencia, lo cual permitía que se los utilizara como el encomendero deseara, muchas veces tratándolos como verdaderos esclavos.
Por tanto, conforme dijimos, si se quiere estudiar a los pueblos originarios de Tarija se debe recurrir a estos documentos, dispersos en diferente tipo de archivos. Toda esta información se encuentra reunida en una publicación que hice hace algún tiempo y a la cual es necesario remitirse para hacer un análisis en detalle de todos los aspectos que deben ser contemplados. En este artículo solo se analizarán los aspectos de mayor importancia.
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LAS ENCOMIENDAS DE TARIJA Y SUS HABITANTES
Es necesario puntualizar el hecho de que los documentos de encomienda originales sufrieron cambios y modificaciones de todo tipo en el transcurso del tiempo, muchas veces de forma inopinada y a veces solo de palabra, saliendo únicamente a luz cuando se recurría a alguna instancia legal, circunstancia que complica su análisis en algunos casos.
ENCOMIENDAS CONCEDIDAS POR FRANCISCO PIZARRO
ENCOMIENDA DEL TERRITORIO DE TARIJA
Encomienda a Francisco de Retamoso de las provincias de Carangas y Tarija (22 de enero de 1540) () (ver Cuadro No. 1)
Este documento comprendía las provincias de: “...Karankas y Tarija...” , lugares separados entre sí por más de 500 km uno de otro. Es de suponer que la razón por la cual se dio este fenómeno se debía a la manera en que los Incas administraban los territorios que conquistaban: colocaban una población que hubiera sido considerada “leal y confiable”, en este caso, Carangas, junto a otra que no lo era tanto, para efectos de “control”.
Un hecho por demás curioso en esta encomienda es el hecho de que, mientras en la provincia de Carangas enumera con toda precisión y detalle no solamente el nombre de las poblaciones que se encontraban en esos lugares y los kurakas o kurakunas a cuyo cargo estaban sino también la cantidad de habitantes de cada una de ellas, no sucede lo mismo en lo que respecta a la provincia de Tarija donde, lo único que hace es mencionar: “casas” pero no habitantes, presuponiendo que cada una de ellas habría estado habitada por dos a tres personas pero no la cantidad exacta como en el caso anterior. Textualmente indica: “…en cada casa tiene a dos y a trees yndios, como pareçia por la visitaçion”. El total de habitantes calculado en esa forma es de 480.
Solo en una de esas poblaciones se da el nombre de sus posibles habitantes: la población de “Chaguaya, habitada por juríes”, sin especificar que hubieran encontrado a persona alguna en ella. Documentos posteriores, relativos a esta misma encomienda, sugieren que estos habitantes eran Moyos (o Moyos Moyos), algo que se confirma posteriormente en la complicada trama en la que se desenvolvió el juicio sostenido entre Juan Ortíz de Zárate con Cristóbal Barba por los indios moyos moyos.
b) Encomiendas de habitantes de Tarija en otros lugares
Encomienda a Alonso Manjarres.
Manjarres recibió el repartimiento de los Soras de Caracollo por merced de Francisco Pizarro con alrededor de novecientos sujetos, algunos de los cuales pertenecían a la parcialidad de los moyos moyos puesto que Loredo indica que Manjarres poseía: “...junto a la Villa (de Charcas) unos pocos de Indios moiomaios para cervicio de casa...” ().
No existe el original de la encomienda de Alonso Manjarres pero se conoce un traslado que va inserto en el Juicio de Cristóbal Barba con Juan Ortiz de Zárate fechado el 12 de julio de 1550 () en el cual se establece: “…mientras se haze el rrepartimiento general (año 40)…” recibe, adicionalmente a la encomienda de los soras:
“… y en los moyos moyos vn pueblo de moyos moyos que se dize capane que tiene treinta casas las veinte e cinco de moyos moyos y las çinco de condesuyo de cochavilla con el prinçipal que los manda y vna / ojo – moyos / estançia junto a este pueblo que tiene cinco casas y vn pueblo de moyos llamado bicaiache con dies casas pobladas llamase el prinçipal allo sujeto aylla señor de los moyos moyos y en otro pueblo llamado vrolos moyos moyos que ay en lo que es ampara es sujeto a tiriqui con todos los yndios de las dichas casas del …” (f. 14v).
Según la Tasa de Toledo, en Colpavilque () -o Villa Verde de la Fuente, como la rebautizó Matienzo-, Barba poseía en ese momento más de 130 moyos moyos que constituían la tercera parte del total de moyos moyos que existían entonces en aquella población. Conforme se indica en el traslado, la encomienda habría sido otorgada en el año de 1540 pero no se conoce la fecha exacta.
Encomienda a Hernando Pizarro (que luego pasó a Pantoja y luego a Martín de Robles)
En la segunda parte del juicio entre Cristóbal Barba y Juan Ortiz de Zárate hay referencias a la encomienda de Hernando Pizarro que habría sido repartida por “via de reformación” a un Pantoja y luego, a Martín de Robles. Contenía aparentemente “…ochocientos yndios charcas…” del repartimiento original de Chayanta que fuera otorgado a Hernando Pizarro y varios grupos de “… moyos moyos …” ().
3. Encomienda a Martín Monje ()
Esta encomienda fue otorgada por Francisco Pizarro a Martín Monje el 7 de septiembre de 1540 y se refiere a una serie de territorios y etnias relacionados de una u otra forma con Tarija puesto que menciona: “...E mas A las espaldas de Cochabamba ciertos yndios que se llaman mochos con el señor principal que tienen otuvieren...”, y: ...mitimaes choromatas e chuyes que están hacia Omaguaca, en el pueblo de Chilma...” .
La ubicación de esta encomienda fue siempre muy difícil de establecer puesto que mezcla diferentes conceptos en los que habla tanto de “mitimaes churumatas” procedentes de Chichas como de alejados lugares (Chilma y Omaguaca) cuya ubicación no podía establecerse con claridad. Debido a este hecho y a que los indios que recibió: “...estaban lejos y de guerra...” (), esta encomienda no pudo nunca ser utilizada por su propietario. Efectivamente, en una probanza de Monje realizada en 1563, se menciona el hecho de que, en esa época, Monje no tenía: “ ... mas yndios de repartimiento, que a casavindo y cochenoca, y estos dichos pueblos no rentan cosa alguna por estar lejos y de guerra y donde no se pueden servir dellos”, Por estas razones tuvo que hacer dejación de los mismos para ser “compensado” por el marqués de Cañete con “…los moyos de Aiquile…” (), por el poco provecho que Monje tuvo de esta encomienda pero que: “…no le rrentan otra cosa mas de harcele (hacerle) vna sementera de que se sustenta...”.
Los “mitimaes churumatas que estaban hacia omaguaca” que “...estaban lejos y de guerra...” fueron a constituir la base de las encomiendas de churumatas concedidas posteriormente por Hernando de Lerma en Salta en 1583 y 1684 a Salazar, Pedrero del Trejo y Gonzalo Tapia. Asimismo, el “repartimiento de casavindo y cochenoca...” mencionado en el mismo documento, fue el fundamento sobre el cual se constituyó luego el extenso y rico “Marquesado de Tojo”.
Encomienda a Juan de Villanueva (primitivamente acordada a Hernando Pizarro) (7 de diciembre de 1540) ().
El 7 de diciembre de 1540, Francisco Pizarro otorga una encomienda a Juan de Villanueva que incluía territorios que se encontraban dentro de la extensa encomienda concedida anteriormente a su hermano Hernando. En ella se mezclan territorios del actual noroeste argentino con los de Tarija, por lo cual fue siempre difícil determinar la verdadera ubicación y extensión de la misma:
“… os deposito en la provincia de Tarixa el cacique quipildora señor de Omaguaca. con todos sus pueblos e indios en esta manera un pueblo que se dize Socabacocha con el cacique Caquítoya y otro pueblo que se llama Orondicon el principal es Piloca e otro pueblo que se llama Estocolaca estancia de Jirote, y otro pueblo que se llama Caquichura con el tenor DoncolIa, y otro que se llama Ochiona con el principal Parchana y otro que se llama Sachica y otro que se llama Yosuja y otro pueblo que se llama Quita con el principal Parabón y otro que se llama Cochinoca con el principal Tanasca y otro que se llama Ichica con el principal Jarahua con quinientes indios y si más ubiera sujetos al dicho cacique…”
Las encomiendas a Alonso de Camargo.
Alonso de Camargo recibe dos encomiendas cuyo análisis es importante para esclarecer algunos de los aspectos de la problemática que nos ocupa debido a que contienen el núcleo fundamental de quienes fueron los primitivos habitantes de los valles de Tarija.
La primera fue concedida por Francisco Pizarro el 14 de octubre de 1540 y tiene todas las características de haber sido elaborada en base a datos proporcionados por los quipocamayos incas del Cuzco (). Esta encomienda asignó a Camargo varios grupos étnicos relacionados de una u otra forma con Tarija; entre los cuales se pueden distinguir los siguientes:
”...en el valle de Tarija, trezientos indios que son sujetos al cacique Quimo, dondequiera que estén poblados, con todos los principales que en ellos (h)oviere...”
“...y otro pueblo que se llama Oro(n)cota de mitimaes churumatas e yamparaes e moyosmoyos...”.
“…E más, vos deposito en los moyosmoyos: Vn pueblo que se llama Camocamo y vna estancia del dicho pueblo que se llama Achaoma, con veinte e cinco yndios, con el cacique e principales que son o fueren del dicho pueblo y estancia…”
Cada uno de estos párrafos contiene datos de una gran complejidad que conviene analizar detallada y separadamente.
El primer párrafo hace notar que los trescientos indios del valle de Tarija sujetos al cacique Quimo no se encontraban en ese momento en Tarija pese a ser “del” valle de Tarija ya que indica: “… dondequiera que estén poblados…”. En segundo lugar menciona que eran: “… sujetos al cacique Quimo…”, es decir, eran “sujetos” de él y como tales fueron encomendados a Camargo pero no menciona que el cacique Quimo hubiera estado incluído en esa merced, posiblemente debido a que ese cacique ya fue otorgado originalmente a Francisco de Retamoso.
El segundo párrafo del documento referido a “...un pueblo llamado Oroncota de mitimaes churumatas, yamparaes y moyosmoyos...” da origen a la consideración de un nuevo grupo étnico conocido como “churumata” que se encontraba en ese “pueblo de Oroncota” - también conocido como “fuerte de Oroncota”-, en el que se encontraba “de guarnición” puesto que formaba parte de los ejércitos de mitimaes incas que estaban en la zona junto a moyos moyos y yamparaes. Conforme veremos luego, este contingente, constituido principalmente por churumatas, pasa luego a Totora asignado a Luis Perdomo junto a un grupo de indios charcas cultivadores de coca que luego van a terminar, como los anteriores, en el pueblo de Colpavilque.
En lo que respecta al: “…pueblo Camocamo en los moyosmoyos, con su estancia Achaoma, los veinticinco indios, su cacique y sus principales…” puede decirse que este pueblo, igualmente poblado por moyos moyos, va a terminar, como los anteriores, en el pueblo de Colpavilque, adscrito a diversos encomenderos luego de la muerte de Camargo.
La segunda encomienda fue otorgada por Gonzalo Pizarro probablemente en 1544 () y correspondía, por lo menos en parte a:
“...los dichos indios mitimaes, que estavan en el dicho valle de Cochabamba para benefiçiar las dichas tierras y sementeras del Inga … // … encomendados con sus chácarras e tierras en Rodrigo de Orellana y en Juan de Carvajal, a quien suçedió Camargo y últimamente el liçençiado Polo...”
Esta segunda encomienda de Camargo que fuera de Juan de Carvajal en Cochabamba, estaba constituída igualmente por moyos moyos () que pasan luego a Polo de Ondegardo por disposición de La Gasca () pero debe indicarse que estos moyos moyos de Carvajal eran diferentes de los moyos de Cristóbal Barba puesto que estos últimos procedían de la encomienda de Alonso Manjarres ()
Como puede verse, aparte de los “mitimaes churumatas” que se encontraron primitivamente en el pueblo de Oroncota, la mayoría de los sujetos que recibió Camargo en sus dos encomiendas era de moyos moyos que estuvieron desperdigados en varias otras encomiendas como las de Tarabuco y que en algún momento estuvieron en Tomina y Sopachuy, muchos de ellos se refugiaron aparentemente primero en Tarabuco y luego en Tapane o Capane para pasar posteriormente a Colpavilque.
Es evidente que esta encomienda se fue perfeccionando en base al conocimiento personal de la zona y a acuerdos subsecuentes tomados con otros encomenderos como los que se tomaron con Francisco de Retamoso, con quien suscribe un acuerdo según el cual, el cacique Pocotas, “...con quarenta yndios, sujeto al cacique Quino...”, pasa de Camargo a Retamoso y este cede, en cambio, a Camargo: “...en el dicho valle de Tarija los caciques Baricoya e Quimo con veinte casas en el pueblo de Chaguaya...”. Es desde luego evidente que Camargo conoció no solamente la ubicación de estos caciques y los “...sujetos...” a ellos asignados sino también su importancia relativa ya que el convenio es muy específico y los aspectos que toca debieron tener alguna intencionalidad pese a que en el momento tan temprano en el que se suscribieron difícilmente los actores pudieron haber tenido conciencia plena de lo que intercambiaban. Esto pudo haber sido el caso de Retamoso pero no tanto el de Camargo ya que este último parecía saber perfectamente bien lo que estaba intercambiando, buscando tener juntos a todos los moyos moyos y churumatas que existían en la zona. En todo caso, los “…caciques…” y “…sujetos…” así intercambiados eran en realidad de Tarija y de la parcialidad de los moyos moyos puesto que implica al cacique Quino que era procedente de ese lugar y perteneciente a la etnia indicada.
Encomienda a Francisco de Almendras
Francisco de Almendras fue encomendero de Yamparaes () y más tarde tambien de Tarabuco, lugares en los cuales se ubicaron varios grupos de moyos moyos. Heredan a su muerte su hijo Don Martín de Almendras y Doña Ines de Aguiar, quienes se benefician con el cobro del tributo de los pueblos de la Deleitosa de Presto y San Pedro de Tarabuco, repartidos en encomienda. Estos pueblos fueron visitados en 1573 por el Lic. Matienzo, en 1592 por Don Pedro de Heredia y en 1607 por Don Julio Serrufino ().
Encomienda a Gomez de Luna
Gómez de Luna recibió de Francisco Pizarro una encomienda de 950 carangas y moyos que, a tiempo de su ejecución (1545), pasaron a Antonio Álvarez Meléndez a excepción de “la mitad de los moyos de Tomina (oriente de Chuquisaca) que se encomendaron al Capitán Pablo de Meneses…” () ():
Encomienda a Antonio Alvarez Melendez
Francisco Pizarro encomendó a Antonio Alvarez Meléndez: “… los moyo moyo y a los Sicuani de Chicoana…” de los cuales nunca pudo servirse. Conforme veremos, La Gasca le otorgaría posteriormente los carangas y moyos que pertenecieron a Don Gómez de Luna ().
Encomienda a Hernando de Aldana
Según la Memoria de Pedro de Hinojosa (), Francisco Pizarro encomendó a Hernando de Aldana : “… a los caracara de quienes percibía en ganado, plata y ropa doce mil pesos anuales, juntamente con lo que le daban otros 100 moyos moyos ubicados en Caracara...”. Esta encomienda comprendía: “la provincia de los Aullagas y Quillacas” habitada por personas que no sembraban ninguna variedad de maíz debido al clima agresivo pero eran buenos criadores de ganado por lo que no les faltaba alimentos. Aldana percibía doce mil pesos anuales de ellos en ganado, plata y ropa aparte de lo que le daban otros “100 moyos moyos ubicados en Caracara” (). Llama desde luego la atención la existencia de moyos moyos en esa región aunque, lo que en realidad sucedía era que estuvieron asignados por el Incario a los caciques locales quienes los habrían tenido en otros lugares, probablemente en los valles de Cochabamba.
ENCOMIENDAS DE CRISTOBAL VACA DE CASTRO
Varias encomiendas surgen como resultado de la administración de Cristóbal Vaca de Castro desde el 16 de septiembre de 1542 hasta la llegada de Blasco Núñez de Vela como primer virrey del Perú en mayo de 1544.
1. Encomienda a Luis Perdomo
No se conoce a la fecha el documento de encomienda de Vaca de Castro a Luis Perdomo pero, según la Relación de Pedro de Hinojosa ():
“...Tenia el dicho Luis Perdomo en el Valle de Tarixa otros quinientos indios churumatas. Son indios pobres, no tienen ganado. Tenía alguno dellos cerca del pueblo por medio de los chiriguanaes... Teníalos por cédula de Vaca de Castro...”
No se conoce tampoco como pudo haberse originado en esos momentos esta encomienda de “…quinientos indios churumatas…” ya que los únicos churumatas que existían en la zona fueron los otorgados a Alonso de Camargo en el pueblo de Oroncota (). Sin embargo, según Espinoza Soriano, la real provisión que Vaca de Castro habría expedido indicaba:“… otorgó a Luis Perdomo la encomienda de los 500 churumatas refugiados en el valle de Oroncota…”, con lo cual se habría producido una reasignación de los churumatas de Oroncota a Luis Perdomo, es decir, que los “churumatas” del pueblo de Oronkota que inicialmente se asignaron a Alonso de Camargo fueron reasignados a Luis Perdomo. Según el mismo Espinoza, “… con este premio Perdomo no hizo otra cosa que henchir sus rentas puesto que ya era encomendero de 300 tributarios mitmas charcas que residían en el valle de Totora dedicados al cultivo de la coca…” (). Por un mecanismo no totalmente aclarado, esos churumatas de Oroncota fueron luego a parar a Totora junto a los indios charcas donde los encuentra la visita de Gonzáles en 1560 ().
Estos sujetos () fueron reubicados luego en otros lugares de acuerdo a los intereses y conveniencia de los nuevos encomenderos. Esta suposición es confirmada por los datos contenidos en el “Interrogatorio contra los indios de Paria” (), en el cual se indica:
“XV. Iten, si saven, etcétera, quel pueblo de Totora, que está junto a los Andes, está poblado de mitimaes charcas del valle de Cochabamba questavan allí puestos para benefiçio de chácarras del Inga, que avía tomado para sí, e por virtud de la encomienda que se hizo por Su Magestad se encomendaron, con sus tierras y chácarras, a don Gómez de Lima y a Luis Perdomo, y agora los posee Antonio Alvarez y Su Magestad, sin que los indios de Cochabamba gozan dellos ni de las chácarras, y ansí se haze en todos los demás deste reino donde acaeçió lo susodicho.”
A la muerte de Perdomo, en 1548, La Gasca otorga esta encomienda a su sargento mayor, Diego de Villavicencio y al comendador Hernán Pérez de Párraga (). Doña Constanza de León, viuda de Villavicencio, vuelve a casarse con don Pedro de Portugal y Navarra (), razón por la cual la encomienda no pasa en segunda vida a ella sino a la corona real ya que el mismo Portugal fue encomendero del repartimiento de los quillacas y moyos moyos. La otra parte de la encomienda de Perdomo, la que correspondió a Párraga, sufre la misma suerte como consecuencia de un proceso a Párraga por el asesinato de Baltasar Pinto (). En resumen, la encomienda original de Luís Perdomo pasa a la corona en su totalidad.
2. Encomienda a Pedro de Vivanco
Según las memorias presentadas a La Gasca (), Pedro de Vivanco recibió del Licenciado Vaca de Castro una “… encomienda de 600 moyos de Tarija…” que inicialmente se encontraban en Pocona pero luego pasaron a residir cerca de la villa (Charcas) por “miedo a los chiriguanaes” (Id. f. 97v, 99). Según Schramm, Gabriel de Rojas los habría denominado moyos () y, si este fue el caso, constituye una opinión muy atendible debido a que no era propiamente Rojas quien se encontraba opinando de esa forma sino, conforme vimos, el propio Polo de Ondegargo, el verdadero autor de ese Memorial. Este mismo autor indica asimismo que la segunda parte de esta encomienda menciona: “… otros pueblos de moyos en el valle de Pocona cerca de la coca…”. Estos “pueblos” podrían haber sido los que se mencionan en la encomienda de Camargo como “… Camocamo (y una estancia del dicho pueblo que se llama Achaoma con veinte e cinco yndios…” (), que estaban igualmente habitadas por moyos moyos.
ENCOMIENDAS DE GONZALO PIZARRO
Durante la administración de Gonzalo Pizarro surgen algunas encomiendas como la de Juan de Carvajal, administrador de Gonzalo Pizarro, quien estuvo por breve tiempo a cargo de algunas de ellas hasta la muerte de Gonzalo Pizarro en la batalla de Xaquixahuana el 9 de abril de 1548. No se conocen los documentos originales.
ENCOMIENDAS DE PEDRO DE LA GASCA
El 18 de mayo de 1548 Pedro de la Gasca y Loayza efectúa la redistribución de encomiendas en Guaynarima en lo que denomina: “Reparto general de encomiendas”, razón por la cual aquellas también vinieron a llamarse “repartimientos”. Algunas de ellas constituyeron encomiendas nuevas sobre la base de sujetos y regiones que no habían sido considerados anteriormente pero la mayoría afectó a encomiendas antiguas que habían quedado “vacas” y que fueron reasignadas a nuevos dueños en totalidad o en parte. Dentro de estas últimas deben considerarse las que pertenecieron a viudas de encomenderos que fallecieron en acciones de guerra, por regla general, a las cuales La Gasca hizo casar con algunos de los que no habían recibido compensaciones por servicios prestados a la corona.
1. Encomienda a Pedro de Hinojosa, Alonso de Montemayor y Pablo de Meneses
En 1549, La Gasca dispuso que el Licenciado Polo dividiera a la Provincia Qharaqhara de los Charcas entre el General Pedro de Hinojosa, don Alonso de Montemayor y don Pablo de Meneses:
“... e por mandado del dicho presidente Gasca éste testigo señaló al dicho don Alonso los yndios charcas e devidio cierta provincia (los Qharaqhara?) entre el y el general hinojosa e pablo de meneses en las provincias de los charcas e por esto lo sabe” ().
El licenciado Polo habría hecho:“... tres partes la provincia de los yndios de Chaqui de que era cacique principal Chincha y los dividió en tres partes por novecientos e seys yndios que parescieron por la visita antigua e que tambien entonces dixeron los yndios que seran tantos e que este testigo no sabe los que hallaron los dichos francisco de ysasaga gomez de soliz pero que este testigo al tiempo que hizo la dicha división la debidio por pueblos e que no se contaron los yndios porque así se concertaron las partes...” ().”
A don Pedro de Hinojosa se le adjudicó la mayor parte de los Qharaqhara que comprendían la totalidad de Macha y parte de Chaqui (). A don Pablo de Meneses los Murumuru (Qharaqhara) además de los repartimientos de Yamparaez y Gualparocas. Al morir Pablo de Meneses heredo esta encomienda su mujer quien la disfrutó con su nuevo esposo, don Bernaldino de Meneses, junto a la encomienda de los indios gualparocas, muyus-muyus y Yamparaez. A don Alonso de Montemayor le asignaron además de los Charka de Sakaka que fueran de Luis de Rivera, cuatrocientos indios del repartimiento de Gonzalo Pizarro que pasaron en 1557 a Pedro de Córdoba.
2. Encomienda a Juan Sedano
No se puede precisar cómo se originó esta encomienda concedida en 1548 por La Gasca a Juan Sedano, vecino de La Plata pero es muy probable, como luego se verá, que se hubiera originado en parte de la encomienda de Pizarro a Camargo. Sedano fue muerto por sus encomendados en 1553 luego de que los hubo sacado de sus lugares de origen para llevarlos a vivir en los pueblos de Pachamarca (hoy Paccha), Quiquijana y Guañoma, en torno al valle de Mojotoro, a unos 50 km al este de La Plata. Su hijo, Hernando Sedano de Rivera, redujo a esos encomendados al valle de Pocopoco en la ribera del Pilcomayo, donde les compró tierras cerca de sus haciendas
Aunque no existe el documento original de esta encomienda, el mismo Sedano da una referencia muy detallada del mismo en una probanza hecha en 1551 ().
“Y el dicho licenciado Gasca en alguna rrenumeracion (asi) de mys servicios me encomendo en la provincia de los Charcas el cacique Noa, que agora se llama don Pedro, con sus subjetos; e al tiempo que fui a los pueblos del dicho cacique e yndios no hallé syno pocos más de cient yndios y estos metidos en tierras agenas entre los yndios que estan encomendados a los Almendras (Tarabuco); e los saqué de allí e busqué tierras buenas donde los hize poblar en vn asiento (f. 2v) que agora se dize Pachamarca (Pajcha, N.A.) y en Quyquyxana y Guanoma; e luego fui por Cochabamba a las espaldas de Chuquiabo con españoles e negros, e traxe muchos yndios e yndias del dicho cacique e los juntó (así) e poble con los otros; e luego fui a la provincia de los Chichas, setenta leguas de la villa, ansimysmo con españoles y negros, y traxe trescientos e tantos piezas de yndios e yndias e mochachos del dicho repartimiento e los junté e poble con los otros, donde agora esta(n) muy bien poblados todos y rreformado, e pueden dar muy holgadamente sus tributos; e yo hallé tan pocos yndios como he dicho a causa (de) que, estando antes poblados (en) el balle de Tarija, dieron en ellos los yndios chiriguanaes, gente caribe, e se comieron muchos dellos; e asy se huyeron e esparcieron por otras tierras; y en ello (h)e pasado mucho trabajo y (h)e sydo poco aprovechado, etc.”.
Por la cantidad tan precisa de personas que involucra es muy probable que estos “trescientos indios de Tarija” hubieran sido los mismos “... trescientos yndios del valle de Tarija” cedidos por Pizarro a Camargo en 1540, siendo por tanto posible que Francisco Pizarro hubiera otorgado los mismos sujetos a dos personas diferentes. Sin embargo, como los “...trescientos yndios del valle de Tarija” cedidos por Pizarro a Camargo ya tenían consignatario, Sedano tuvo que “buscar” a los que le fueron asignados donde quiera que creía que hubieran podido estar, tanto en Tarija como en Chichas e incluso, conforme el mismo indica, en Tarabuco y, posiblemente también, en otros lugares.
Pese a que probablemente muchos de los “sujetos” que Sedano “recuperó” de tan diversos lugares eran provenientes de Tarija como el mismo indica, otros seguramente no lo eran en realidad. Catherine Julien menciona que, según Sedano, “todos los indios de su encomienda se hallaban sujetos al cacique Noa, incluso los de Tarija“ (), lo cual quiere decir que no todos ellos eran de Tarija pese a que el mismo Juan Sedano habría declarado que: “...los indios que tenía encomendados eran naturales del valle de Tarija ...” ().
Por ello, no se sabe con exactitud cuáles fueron los trescientos indios que Sedano trajo de “...la provincia de los Chichas...” ya que los que llegó a tomar: “...estando antes poblados (en) el balle de Tarija, dieron en ellos los yndios chiriguanaes, gente caribe, e se comieron muchos dellos, e asy se huyeron e esparcieron por otras tierras...”, es decir, no los sacó de Tarija propiamente sino de otro lugar -o lugares- de los Chichas: “...setenta leguas de la villa (La Plata)...”.
Surge por ello la duda de que el origen real de esos “trescientos indios de Tarija” recogidos por Sedano hubiera sido Tarija ya que cabe la posibilidad de que hubieran podido provenir de cualquier otro lugar de los Chichas por la forma y los lugares de los cuales los sacó “a la fuerza”. Esta suposición se refuerza por el hecho de que muchos de los encomendados que dieron muerte a Sedano se calificaban a sí mismos como “apatamas” o “chichas apatamas” y que el mismo hecho hubiera sido ejecutado por “apatamas”. Sancho de Murueta, en 1612 (). afirmaba al respecto que: “...los apatamas eran unos indios retirados en sus tierras en el distrito del Pirú, que era(n) de Hernando Sedano, vecino de Chuquisaca, que están alzados por haber muerto su amo...”.
En la visita que hizo el oidor Francisco de Alfaro en 1608 (), varios de los integrantes de esa encomienda aseguraron ser “naturales de Tarija” pero otros indicaron ser “naturales chichas de los apatamas” o “chichas apatamas nacidos en Tarija”. Aparentemente, los apatamas no estuvieron solamente en la zona de Yamparaez sino también en el norte argentino ya que Salas () menciona que los apatamas que habitaban sectores del norte argentino “...son gente del Perú poblados al sur de los chichas, en dirección de Tucumán, lo cual no quita que quizás hubieran tenido otros asentamientos como el de Tarija.”.
Sin embargo, el párrafo introductorio de un documento dirigido poco tiempo después, el año 1631, a la Real Audiencia de Charcas por Martín Ledesma Valderrama manifiesta:
“Una de las cosas considerables que he hallado en esta provincia (del Chaco) ha sido dos naciones de indios naturales del reino del Perú. La una es churumatas, y la otra de ingas del Cuzco; y ambas es gente rica de plata y de minerales. Y aunque una parcialidad de los churumatas fue encomendada en Fernando Sedano, vecino de esa ciudad (de La Plata), y por haber sacado de su pueblo los indios con que se fundaron los molinos que fueron de Diego de la Barrera y la chácara de Pocopoco de Doña Catalina de Matiensio (sic: Matienzo), que fue su nuera; y habiendo vuelto a pedirles más indios a los caciques, le mataron (a Sedano); y ellos y otros, por evadirse del castigo, se escondieron a las espaldas de la cordillera de los Chichas, a la parte del nacimiento del sol, en un valle donde hoy están.” ().
Por tanto, no se puede decir si fueron apatamas o churumatas quienes conformaban la encomienda de Sedano y quienes llegaron a matarlo; tampoco, desde luego, que fuesen los mismos, es decir, que los apatamas fuesen churumatas, que es lo que parecen sugerir algunas de las informaciones proporcionadas por los documentos citados. Lo más probable es que la encomienda de Sedano hubiera constituido una “encomienda multiétnica” en la cual convivían, entre otros, churumatas, apatamas y, quizás, de otras etnias no especificadas.
Por un mecanismo probablemente ligado a las relaciones familiares existentes entre la Audiencia de Charcas y la Gobernación del Tucumán, esta encomienda, correspondiente a la jurisdicción de Charcas, pasa luego a ser “manejada” en los círculos allegados a la administración del Tucumán ya que en 1601, el Gobernador del Tucumán, Francisco Martínez de Leiva, expide una cédula de encomienda a favor Juan Ochoa de Zárate () en la cual se dice: “los indios apatamas que estan vacos por fin y muerte de Hernando Sedano de Ribera...”
Respecto a estos indios apatamas, Sancho de Murueta alegaba () que Zárate aparentemente no llegó a conocerlos puesto que el otro litigante indica: “...no haberlos visto (Zarate) por sus ojos, ni tomado posesión (de ellos) por no ser de este distrito (de la gobernación de Tucumán) sino del distrito del Pirú. “
Por consiguiente, la encomienda de Sedano, de sujetos correspondientes a la gobernación de La Plata y ubicada en este distrito, pasa a un encomendero del Tucumán por disposición de un gobernador de Tucumán. No se conocen las razones para este cambio de administración pero es muy probable que en ello hubieran jugado factores de orden familiar ya que Zárate se encontraba emparentado con alguno de los oidores de Charcas.
Aparte de lo indicado, Sedano hace algunas declaraciones en el juicio entre Juan Ortiz de Zárate y Cristóbal Barba en 1551 indicando que (): “…sabe que su caçique deste testigo y los prinçipales que tiene encomendados o yndios eran y son naturales del valle de tarixa e que este testigo les a oido dezir que los caçiques contenidos en la pregunta eran vezinos suyos en el dicho valle de tarixa y los conoçieron en el… “. Esta situación es confirmada por Hernando de Céspedes () quien opina que los caciques mencionados eran “xuiris” ya que indica: “…conoçio a quino en casa de rretamoso que hera prinçipal de los yndios que tenia en el valle de tarixa el tiempo pasado…” “…puede auer nueue años (es decir, aproximadamente en 1542)”, (al cual) “… vido en casa de rretamoso en esta villa de plata venirlo a servir…” “…con sus yndios xuiris…” ().
3. Encomienda a Cristóbal Barba ()
Ya nos referimos anteriormente a la encomienda de Cristóbal Barba otorgada por el Licenciado La Gasca en 1548 sobre los indios moyos moyos que habrían pertenecido anteriormente a Manjarres ya que Alonso de Mendieta, un testigo en el juicio entre Juan Ortiz de Zárate y Cristóbal Barba, indica:
“... el Señor Presidente Lic. Gasca no encomendó al dicho Barua sino tan solamente los indios moyos lacasas que dicho majarres tubo en encomienda y de que sirvió con título bastante que fueron los moyos moyos lacasas ...” ():
La primitiva encomienda de Francisco Pizarro a Manjares consistía en 900 indios “Soras de Caracollo” y, además: “...junto a la Villa (de Charcas) unos pocos de Indios moiomaios para cervicio de casa...” ()
Estos “moiosmoios” fueron los que posteriormente irían a figurar en Colpavilque como pertenecientes a Cristóbal Barba cuando se hizo la Tasa de Toledo con la indicación de que hubieran pertenecido a Manjarres ().
Pese a que Loredo se refiere a ellos como “unos pocos moiomoios para servicio de casa...”, en los hechos Barba era uno de los principales poseedores de indios moyos en la población de Colpavilque ya que la Tasa de Toledo le atribuye 113 de los 339 “tributarios” moyos de esa población, a los cuales defiende con una tenacidad increíble ante las pretensiones de Juan Ortíz de Zárate.
Cristóbal Barba se convierte aparentemente en un apasionado seguidor de los “moyos moyos” ya que imagina y realiza acciones para capturar y tomar posesión de los moyos moyos que hubieran estado en otros lugares. Hay datos que indican que, como “vecino de Charcas”, habría tenido también: “…moyos en Jujuy…” ya que habría participado en la fundación de la ciudad de Nieva, ordenada por Juan Pérez de Zorita en el valle de Jujuy en 1561 (). Esta fundación habría sido llevada a cabo por “encomenderos vecinos de Charcas” entre los cuales se encontraba Christobal Barba, Juan de Carranza, Martín Monje y Pedro de Zárate (). Martín Monje actuaba como encomendero de los indios de Casabindo y Cristóbal Barba como encomendero de los indios «moyos de Jujuy» que anteriormente estuvieron encomendados en Hernando del Castillo (). Esta ciudad de Alava pronto sería destruida por los indios, con la muerte de muchos españoles entre los que estaban Cristóbal Barba Cabeza de Vaca y su hijo, Diego Barba ().
4. Encomienda a Pablo de Meneses
El capitán Pablo de Meneses recibió de La Gasca: “ … la mitad de los moyos de Tomina que hubieran pertenecido a Gómez de Luna hasta su ejecución …” (). El capitán Meneses poseía por entonces la encomienda de: “… yamparaes, Charcas, moyo-moyos e ingas gualparocas… “ que luego pasaría a su sobrino, Bernaldino de Meneses por matrimonio de este con la viuda de su tío.
5. Encomienda a Antonio Alvarez Meléndez
Conforme vimos, Francisco Pizarro encomendó a Antonio Alvarez Meléndez: “… a los moyo moyo y a los Sicuani de Chicoana de los cuales nunca pudo servirse…”. Posteriormente La Gasca le otorgaría los carangas y los moyos “que tuviera, hasta su ejecución, Don Gómez de Luna” con excepción de: “… la mitad de los moyos de Tomina (oriente de Chuquisaca) que se encomendaban al Capitán Pablo de Meneses…” ().
6. Encomienda a Juan Ortiz de Zárate
En 1548, “por fin y muerte” de Francisco de Retamoso en la batalla de Xaquixaguana, la encomienda otorgada a este por Francisco Pizarro pasa a Juan Ortiz de Zárate en el reparto efectuado en Guanayrima (). Es de hacer notar que Juan Ortiz de Zárate fue uno de los integrantes de la entrada de Pedro de Cándia a Tarija en 1539 y conoció, por tanto, todos esos territorios.
El documento de encomienda se encuentra fechado en el Cuzco el 28 de agosto de 1548 en los términos siguientes ():
“… En la provinçia de los Charcas, en el término y juridiçion della: todo el rrepartimiento de yndios que ally tenia e posya Françisco de Retamoso, vezino de la villa de Plata, difunto, ansy en la provinçia de los Carangas // f. 38 // como en [la] de los Chichas y valle de Tarixa y en otras qualesquier partes de la dicha provinçia que los tubiese, de la forma y manera y según que en el fueron encomendados y los tubo y poseyo al tiempo de su fin e muerte…”
El 30 de octubre del mismo año, Pedro de Mendieta, hermano de Juan Ortiz de Zárate, toma posesión de la encomienda en su nombre en Potosí ante el Licenciado Polo de Ondegardo, justicia mayor de esa villa y de Juan de Grájeda, escribano público, en la persona de Tarqui y Cotaga, indios carangas naturales del pueblo de Totora.
Las vicisitudes que sufrió esta encomienda en forma posterior, particularmente a raíz del prolongado juicio sostenido entre este nuevo propietario y Cristóbal Barba, serán analizadas en detalle subsiguientemente.
Figura No. 10. Reconstrucción idealizada de Juan Ortiz de Zarate según R. Levillier.
VI. DOCUMENTOS POSTERIORES
A esta documentación inicial se suman otros documentos que pueden servir para completar el cuadro proporcionado por las encomiendas. Son tres los principales.
1. El juicio entre Cristóbal Barba y Juan Ortiz de Zárate sobre los indios moyos moyos ()
Este juicio, llevado a cabo entre 1549 y 1572, se suscita debido al hecho que el encomendero de Tarija, Don Juan Ortíz de Zárate, encontró que su encomienda se encontraba sin gente debido a que: “… de los dichos yndios de su rrepartimiento le faltaron muchos yndios dellos los quales estan en otros rrepartimientos e caçiques sus comarcanos … //(f. 28)…”. Conforme vimos, estos fueron en realidad “sacados” de Tarija no por los españoles sino por los Incas para ser llevados a diversos lugares, entre ellos a yamparaez, para ser asignados a los caciques Comsara y Yucura; posteriormente pasarían como encomendados a diversas personalidades españolas en Charcas.
En las dos piezas que contiene este proceso se analizan con detalle sobre todo las incidencias de quienes llamaban: “moyos moyos” que eran pueblos que fueron originarios de ese lugar. El detalle de todo este acontecer es analizado en una publicación que aparecerá en breve ()
2. La visita de Juan Gonzáles a los Churumatas de Colpavilque
En 1560 se efectúa la “Visita de los yndios churumatas e yndios charcas de Totora mitimaes de Colpavilque” que realiza Juan González y su escribano, Francisco de Torres (). Esta visita comprendió a los “...500 churumatas pobres de Tarija...” originalmente encomendados a Luis Perdomo y que a su muerte pasaron tanto a Diego de Villavicencio como a Hernán Pérez de Párraga. Al fallecimiento de estos, a su vez, pasan a “cabeza de su majestad”.
3. La Tasa de Toledo. Colpavilque o Villa Verde de la Fuente
Los churumatas y moyos moyos que se encontraban en los valles de Luxe y en otros lugares circundantes fueron posteriormente reubicados por el Licenciado Matienzo y el Virrey Toledo en Colpavilque, una antigua población ubicada en esos mismos valles a la que Matienzo renombró como Villaverde de la Fuente y que figura como tal en la Tasa del Virrey Toledo de 1575 ().
El valle donde se encontraba la población de Colpavilque era una zona de clima calido situada en las vertientes del Río Grande, al Noroeste de La Plata, rodeada por la serranía de Carpachaca y lindante con orosa al Norte – Noroeste, con Presto al Este y con Mojotoro, Sapse y Pocpo al Sur y Oeste respectivamente (), a aproximadamente 120 km de La Plata.
ENCOMIENDA DE LA PROVINCIA DE TARIJA A FRANCISCO DE RETAMOSO
(esquemático) Lima, 22 de enero de 1540
KURAKUNA KURAKA LOCAL PUEBLO No. CASAS POBLACION (1)
ISQUILLA TARIJA 480
Chumay Liquita 10 casas
Chaxa 4 casas
Vichipa 2 casas
Malecuto Nicoxa 10 casas
Escobinete 4 casas
Borija 4 casas
Toylla Cochachi 10 casas
Pochape Mamaerúa 6 casas
Uchupi 4 casas
Pulcutia Tolamarca 40 casas
Aricoya y Quino Chaguaya 20 casas
Aquilcha 5 casas
Piruca y Socara Fortaleza Aquilcha 100 casas
Coyllo 16 casas
Tayaure Chaguaya (2) 20 casas
TOTAL 255 casas 480
(Footnotes)
1 Se calcula un promedio de 2 a 3 personas por casa.
2 Esta población figura como poblada por indios juríes de Tucumán.