Caso Mariscal, carnaval de pruebas arruinadas
Apostados a las puertas del Centro Internacional de Convenciones en Sucre, decenas de víctimas silenciosas miran con perplejidad los fastos y medidas de protección entorno a la I Cumbre de Justicia del Estado Plurinacional.



“¿Cree que los fiscales incapaces van a cambiar algo en esta cumbre? ¿Cree que los policías corruptos van a desaparecer con esta cumbre? Esto está muy dirigido al tema Constitucional y el resto se va a concluir que se necesitan más medios y más presupuesto y ya” lamenta Tamer Medina, abogado y promotor de la Asociación de Víctimas de la Impunidad de Tarija, que la pasada semana recibió una nueva y palmaria muestra de que las cosas no funcionan como deberían.
El jueves se mandó a lo alto del armario más alto en el sótano más bajo del Ministerio Público de Tarija el caso Mariscal, un caso emblemático y con sobrada colaboración al tratarse de un muy reconocido periodista tarijeño que ejerció en Plus TV e incluso hizo sus pinitos en este mismo diario desaparecido desde hace casi mil días. ¿Qué no pasará con los centenares de casos anónimos que cada día se registran en las oficinas?
El fiscal Departamental, Gilbert Muñoz, insistía por vez mil que sus subordinados hicieron todo lo posible, que invirtieron más recursos que en ningún otro caso, que viajaron por todo el departamento, que hicieron pericias hasta en Buenos Aires y que, como no, cuando aparezca una nueva prueba la investigación puede continuar. No queda un solo imputado. No hay personal asignado. El anatema “Caso Cerrado” no se pronunciará jamás.Cristian Mariscal desapareció en silencio la madrugada del 19 de enero de 2014. Otro enero de silencio, el día 5 de 2016 el corazón de su papá, don Jaime Mariscal, se apagó. Doña Dora, su mamá, y María, el incansable soporte de don Jaime en su cruzada, deciden estos días el camino a seguir después de tantas y tantas decepciones.
¿Apelar a qué?
Medina llevó el caso Mariscal hasta el último día y su sensación de impotencia es similar a la del resto de testigos cercanos que han acompañado el caso. El Fiscal señala que si aparece una prueba se puede reabrir. “Todas y cada una de ellas se han ido corrompiendo en el proceso, y no ha pasado nada” recuerda Medina.
De tantas veces redactada, la historia se escribe rápido: Cristian Mariscal empezó 2014 con sueños laborales y esperanzas de reconciliación con su ex pareja Gabriela Torres Araoz. El sábado 18 de enero cumplió con su trabajo como animador en la conocida discoteca Vértigo. En la madrugada del domingo, a la salida de esta, una cámara de seguridad captó su última imagen dirigiéndose a su vehículo con el que se encaminó a la casa de su ex enamorada, a la que accedió gracias a una llave del garaje que conservaba de su época reciente de concubino. Golpeó la puerta de su amada. A partir de ese momento preguntas, silencios y negligencias. Torres Araoz declaró primero y matizó después que lo acompañó a la puerta de su casa y se fue en su vehículo. La versión sobre el grado de alcoholemia de Mariscal, no apreciado en el video de seguridad, fue moderada.
Ninguna cámara de seguridad volvió a registrar su imagen. O más bien nadie requirió con urgencia las muchas instaladas en el entorno.Las telefónicas entregaron un informe en el que se apreciaban más de 60 mensajes y llamadas intercambiadas esa misma madrugada por los celulares de Torres Araoz y Grover Carranza, entonces su pareja se pudo determinar luego de ser aprehendidos a las puertas de un motel en los días posteriores.Nunca se pudo verificar el contenido porque los aparatos acabaron en manos de un perito, Carlos Facundo Olascoaga (que acabó imputado en el mismo caso por obstrucción de la justicia y es acusado por la familia de Mariscal de haber negociado abiertamente el resultado de la pericia) porque el Fiscal Departamental de Chuquisaca, Roberto Ramírez, ordenó un allanamiento de su oficina y todos los aparatos tecnológicos que un hacker informático con nombre en su campo acabaron en un montón de bolsas negras.
Antes este mismo perito había trazado un área, cerca del lago San Jacinto, desde el que supuestamente Cristian Mariscal habría realizado la última llamada a su amada. Un lugar al que debería haber llegado, según las horas consignadas en el registro de llamadas, volando, porque en su vehículo resultaba materialmente imposible. Cerca del lago San Jacinto estaba también uno de los moteles que administra Nímer Melgar Mustafá, conocido además por su trabajo como gruísta/mecánico de autos. A Melgar Mustafá lo señaló como vendedor del Suzuki Samurai propiedad de Mariscal que una investigación de Plus TV encontró en Santa Cruz en enero de 2015, cuando se cumplía un año de la desaparición.
Antes ese mismo auto había sido ya detectado por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), pues tres veces había cargado combustible en agosto 2014 en la vía Santa Cruz – Cochabamba y el programa B-Sisa, que está para eso, había dado la alarma. En seis meses nadie movió un dedo.Don Jaime Mariscal, que en paz descanse, reconoció en el vehículo soldaduras y otros apaños que él y su pariente mecánico habían realizado con sus propias manos. Las describieron con precisión en cuarto cerrado antes de que los oficiales de la FELCC junto al equipo de fiscales los llevaran a comprobarlo. El País también estuvo ahí. La burocracia, los papeles, las mañas de chutero y un equipo de abogados insaciables acabó por desvirtuar el hallazgo.
No era la primera vez. Más dolió el groso error que acabó arruinando las pruebas de ADN sobre la docena de manchas de sangre que se encontraron en el trayecto que va de la puerta de Torres Araoz al garaje y que habían sido concienzudamente limpiadas. Hasta un trabajador aseguró que le contrataron para pintar la casa ese domingo. Un rato el Instituto Policial, un rato el Instituto de Investigación Forense de la Fiscalía y al final, los isopos rotos y contaminados fueron descartados como útiles. El caso se quedó sin pruebas de sangre. ¿Aparecerán otras pruebas para reabrir el caso luego de tantas arruinadas? El entorno familiar prefiere no calificar las declaraciones del Fiscal Departamental
Demandar al Estado, la última oportunidad
Encontrar justicia para Cristian Mariscal a estas alturas parece tarea imposible, sin embargo, todavía se puede encontrar alivio al enjuiciar a todos aquellos que con sus actuaciones o negligencias han permitido que la investigación sobre la desaparición del periodista no llegara a ningún sitio. El abogado Tamer Medina lo consideró una posibilidad junto a Jaime Mariscal cuando ya se veía el derrotero por el que caminaba el caso. Demandar al Ministerio Público, en este caso, es demandar al propio Estado Plurinacional y las posibilidades de éxito se antojaban escasas.
Jaime Mariscal, en su última declaración pública antes de fallecer, casi sin fuerzas para hablar, apeló a la humanidad de los fiscales, a la colaboración ciudadana “porque aquella noche alguien escuchó lo que pasó en esa casa”. Ya antes había señalado irregularidades en el proceso, como la laxa investigación sobre las personas que esa noche del 18 de enero estuvieron en la casa de Torres Araoz cuando irrumpió Cristian.Más antes había exigido a los fiscales más atención, lo que le costó una amenaza de proceso por coacciones, a un hombre al que apenas le quedaba músculo bajo la piel tras dos años de penurias judiciales.
Sin cuerpo, no hay crimen. Solo en el caso del político Marcelo Quiroga Santa Cruz se han determinado culpables sin encontrar el cuerpo. En el caso de Mariscal se duda del destino.En días recientes se recordó el asesinato del futbolista colombiano Andrés Escobar en la peligrosa Medellín de los 90, plagada de pistoleros a sueldo y narcotraficantes labrándose una “carrera”. Escobar fue víctima de un pistolero de narcos en una pelea en una discoteca, donde el jugador intentaba olvidar el autogol que le costó la eliminación del Mundial del 94. No fue planificado, no había indicios, ni soplones. Pero el asesino fue encontrado en 24 horas. Jesús Albeiro Yepes, fiscal del caso, lo resumen en una frase: “Ese día aprendí el poder de un Estado: si tiene voluntad y decisión es posible descubrir hasta el más planeado de los crímenes. El poder del Estado es infinito. Para resolver este caso hubo un despliegue de poder pocas veces visto en Colombia, quizás en dos o tres crímenes. Entendí entonces que el Estado lo puede todo, lo que pasa es que no le da la gana o la negligencia es total.”
Momentos clave en el caso Mariscal
Apertura tardía
La apertura del caso se hizo por trata y tráfico de personas y solo varias semanas después se consignó por asesinato. Un mensajito de celular que decía “vivo o muerto” y cuyo autor fue exculpado “por bromista” dio el arranque. Allegados al caso recuerdan que no se pidieron con celeridad las cámaras de seguridad que había en el perímetro del último lugar donde se lo vio con vida, algo que podía haber resultado fundamental.
Sin sangre
Un pintor señaló en testimonio que fue contratado para pintar la casa donde se vio a Cristian Osvaldo Mariscal por última vez. Casi un mes después de esa visita, se procedió a ingresar en la misma para realizar la pericia del luminol. La luz negra identificó más de una docena de rastros de sangre en el trayecto que fue pintado. Después de muchos meses, las pruebas se arruinaron y no se pudo cotejar el ADN, dejando así inválido un acto clave.
Sin vehículo
Desaparecer una persona es difícil y más en un Suzuki Samurai. Este, con matrícula y registro del B-Sisa fue encontrado en Santa Cruz habiendo sido vendido por un tarijeño. Este fue usado solo tres veces, en agosto de 2015, desde la desaparición de Mariscal. Este fue identificado por el fallecido padre de Cristian como propio, pero finalmente se determinó judicialmente que el vehículo no era el de propiedad de Mariscal.