Hacia el Alto Paraguay: Repercusiones de la expedición al Gran Chaco de Arthur Thouar (1883-1887)



Los intentos por conocer, explorar y navegar el rio Pilcomayo fueron muchos. Este río, que surca el territorio chaqueño, supuso durante varios siglos frustración para aquellos exploradores que no lograron arribar a sus destinos marcados. Desde las expediciones más tempranas iniciadas en 1530, 0hasta las que se llevaron a cabo durante la época republicana. Muchos fueron los intentos de conquistar aquel territorio, por el que discurrían las aguas del rio Pilcomayo –que nace en las estribaciones andinas en Potosí y desemboca recorriendo con dirección noreste-sudeste en las cercanías de Asunción del Paraguay–.
Enrique de Gandia se refiere a la palabra Pilcomayo, cuyo significado era Piscu-mayo, en quechua “río de pájaros”. Las poblaciones indígenas -como los guaraníes-, conocían éste río con el nombre de Araguay y Upytä o río colorado, referidas al color de las aguas de este río, que se encuentran turbias la mayor parte del año (Gandia Enrrique, 1929:8).
Las expediciones al Chaco partieron de distintos lugares enviadas desde la época colonial en un principio por Charcas, luego desde el Paraguay y finalmente Tarija. Entre ellas se puede mencionar las de Alejo Garcia (1530), Juan De Ayolas (1537), Pedro de Candia y Diego de Rojas (1539), Ñuflo de Chávez -que parten desde el Paraguay a Charcas - (1547). O Andrés Manso que fundó un pueblito en el río Parapetí que fue destruido por los Chiriguanos (1561-1564), entre otros.
Los siglos siguientes XVI y XVII las expediciones hacia el Chaco y algunas de exploración del río Pilcomayo fueron principalmente de reconocimiento territorial e identifican ríos y sus afluentes; y por supuesto alguno que otro grupo humano (Mujia Ricardo, T.III, 1914: 984).
Bolivia nació a la vida republicana, con costa al Pacífico. En 1844, como respuesta a la sugerencia de los ingleses, se intensificaron las expediciones en los ríos navegables -río Beni al norte, río Pilcomayo y Bermejo al Sur-. Las exploraciones fueron fructíferas, identificando territorios inexplorados. El Estado logró también sentar presencia, con la instalación de fuertes y la fundación de nuevos pueblos y colonias.
En las décadas siguientes, en las proximidades del río Pilcomayo, habitado por poblaciones indígenas en su mayoría, se devela el comportamiento de los indígenas que defendieron sus territorios y tierras a través de guerras, asaltos y robos a colonos, hacendados y militares.
Costo mucho al Estado boliviano consolidarse en estos territorios, acompañó a este propósito las misiones franciscanas, que muchas veces fueron el resguardo de grupos indígenas ante la presencia de los colonos y sus haciendas (Langer Erick, 2009: 217). Militares, curas, administradores, y hacendados avanzaban constantemente en estos espacios, que por mucho tiempo se los denomino como frontera.
Las exploraciones a territorios similares, indómitos y de frontera, también se desarrollaron también en Argentina, Chile, Brasil o Colombia. Todos con la idea de reconocer estos lugares de frontera, apropiarse de tierras productivas para expandir la frontera agrícola y ganadera; e intentar controlar a las poblaciones indígenas -como mano de obra-.
En 1883, el explorador francés Arthur Thouar llegó a Bolivia, fecha en la que Bolivia perdió su territorio el litoral -Guerra con Chile (1879-1883)-. Thouar requería investigar la muerte del francés Jules Crévaux y posibles sobrevivientes –masacrado en Teyu y Cabayurepoti-. E ingresó al Chaco como parte del grupo de exploración que acompaña a Daniel Campos –la única que llegó al Rio Paraguay–.
Un par de años más tarde, en 1886, el mismo Thouar parte otra expedición al Chaco, ahora a su cargo, para llegar a Puerto Pacheco, nombre de su exploración.
En una carta de Thouar al padre Sebastian Pifferi, antes de iniciar su expedición –Lagunillas, 27 de diciembre de 1886–, escribió:
“Por fin acabamos de llegar a esta, donde lo aguardamos.
Por resolución del Supremos Gobierno fecha del 10 de noviembre de 86, quedo U. nombrado Capellán de la Expedición al Paraguay, con una mensualidad de 200 Bolivianos.
El Capitán Clodomiro Castillo de Caiza quedo nombrado de primer Jefe militar de la fuerza, quedando yo [Thouar] de Jefe Director en el absoluto.
El joven Dr. Leocadio Trigo destinado a las colecciones, con 200 al mes.
Tan pronto como reciba Ud. esta carta sírvase alistarse para venir darme alcance a Lagunillas. Si el joven Trigo, Castillo, Soruco están en la misión que se vengan ligero con Ud., sin demora; acaso que no estén allá, les mando esa carta que se servirá Ud. despachar inmediatamente a Caiza o donde estén. Los animales que se llevara Ud. para venir de Machareti a Lagunillas responden la expedición y se los pagare a Ud. el valor, al llegar al Paraguay… (AFT, Copiador de Correspondencia de Prefectura de Misiones. 19 de julio de 1883 al 22 de noviembre de 1890. AFT, M 108).
Parecía que Thouar conocía el Chaco, sin embargo, él cambiaba trayectoria de viaje, se fijó mucho en el recorrido de Crevaux. (Thouar [1886] 1997: 394) En su diario de viaje, muestra las aventuras, cambios repentinos de dirección y por supuesto el agotamiento de sus compañeros de viaje.
Dos cartas muestran los motivos de alejamiento a la expedición, el Dr. Camó, refiere el siguiente: “La prolongación del viaje más allá del término de mis cálculos me hace imposible continuar por más tiempo desatendiendo compromisos ineludibles de carácter personal y que afectan al honor” (CDL, C. 4.1.14 No. 890, f. 7).
Leocadio Trigo, otro miembro de la expedición, en su carta de renuncia dice: “Compromisos personales me obligan á pedir a Ud que se sirva aceptar mi renuncia del puesto de Encargado de las colecciones que me fue conferido en la expedición que Ud. pueda y dignamente mando” (CDL, C. 4.2.14.No. 890, f, 6).
Esta exploración, partió de Macharetí para luego bajar por el río Pilcomayo, durando diez meses, cuyos expedicionarios retornaron agotados, muchos de ellos retornaron antes, frustrados y resentidos sin haber conseguido absolutamente nada.