Diálogo con El País
María Galindo: Soy feliz, hago exactamente lo que quiero hacer
La activista María Galindo retornó a Tarija dos años después de su última visita y completó una agenda amplia en la que combinó acciones feministas y de denuncia con otras dedicadas a la reflexión. También conversó con El País
María Galindo obviamente no es la única activista feminista del país, pero probablemente es la más reconocida. 30 años de activismo en los que ha desarrollado un lenguaje propio para contextualizar el movimiento en la idiosincrasia boliviana y su icónica apariencia han contribuido a ello. En 1992 fundó Mujeres Creando junto a Julieta Paredes y Mónica Mendoza, desde entonces todo ha sido una sucesión de acciones de rebelión permanente que han podido generar cambios, pero que no es tiempo aún de evaluar. Esta vez llegó a Tarija para cumplir con un cronograma de actividades diversas, desde firmas de libros hasta el encuentro con familiares de víctimas de feminicidio y, por supuesto, la grabación de radio documentales. Su agenda incluyó una entrevista con El País para hablar sobre el feminismo, la justicia y el rumbo de su activismo.
El País (EP): María, estás volviendo a Tarija después de dos años. En 2021 tu estadía fue más corta, ahora te quedas más tiempo, tienes más actividades y más convocatoria ¿qué cambio sientes que hubo en este tiempo?
María Galindo (MG): Yo estoy en un trabajo de largo aliento, estás hablando con una mujer que tiene 30 años en esto. No estoy haciendo un trabajo disparatado, hay un enraizamiento muy fuerte con la sociedad boliviana. En Tarija he logrado en estos dos años pasar de un circuito de diálogo, que era muy válido, a un diálogo social más grande. La anterior vez que vine organizaron todo mujeres feministas y estaba repleto. He pasado a un dialogo social que es 10 o 20 veces más grande, sin haber perdido diálogo con ese primer circuito. Es una expansión, pero con ética y desde el feminismo.
En Tarija he logrado en estos dos años pasar de un circuito de diálogo, que era muy válido, a un diálogo social más grande. La anterior vez que vine organizaron todo mujeres feministas y estaba repleto. He pasado a un dialogo social que es 10 o 20 veces más grande, sin haber perdido diálogo con ese primer circuito
Yo estoy haciendo una especie de trenzado entre luchas sociales y luchas feministas que es urgente hacer. Creo que soy la única que lo está haciendo. Voy a dejar a mucha gente decepcionada, no voy a lograr todo lo que quiero hacer, ni lo que la gente me pide hacer. Pero quiero que se entienda que si voy al hospital o al hogar de niñas es porque la gente me pide, me habla.
EP: Entre lo que tu colectivo está priorizando está la base de datos de casos de feminicidios y violación en Bolivia. En parte lo van a recolectar de la Fiscalía, también en contacto con las familias y las víctimas.
MG: Es urgente es pasar de la comprensión del caso individual a la comprensión del caso como fenómeno colectivo, para colectivizar las luchas. Lo estamos haciendo a nivel nacional, vamos a ir a Sucre y Beni en las siguientes semanas.
Una fuente de información es el Estado, la Fiscalía, los juzgados. Vamos a recorrer el país entero porque no tenemos nada mejor que hacer, no tenemos una agenda que no sea transformar la sociedad. Estamos ante el fenómeno del feminicidio y la violación como epidemias y eso tiene que ver con la impunidad.
EP: Esa elaboración de una base de datos autogestionada con todo el trabajo que implica, ¿tiene que ver con las críticas al trabajo de la Comisión que se suponía que iba a fiscalizar esos casos?
MG: Esa comisión se la armó como fruto de nuestro trabajo, pero se la armó luego sin nosotras. María Nela Prada (ministra de la Presidencia) la tomó como propaganda que es lo que siempre hacen todos los gobiernos. Nos quedamos afuera nosotras que lo hemos pedido y pensado.
Esa comisión que se conformó en el Parlamento también la hemos pedido nosotras y no sé qué masista gastó 700 mil bolivianos en desayunos trabajo, pasajes y no se auditó ni un solo caso.
EP: Esa base de datos también contempla fiscalizar a los operadores de justicia.
MG: Claro, es un instrumento que sirve de control social. Hemos identificado que hay jueces especializados en absolución de violadores y feminicidas. Por eso, queremos que entiendan que esto es un ejercicio de control social constitucional
EP: Muchas veces se habla de lo político y se lo asocia a algo malo, pero el activismo ya es un acto político.
Siempre va a ser político, pero hay que redefinir lo que es política, no es pugnar por un espacio de poder, es plantear un cambio de visión a la sociedad y que la sociedad entienda eso. Es lo que estoy haciendo ahora, así como estoy en diálogo con sectores de Tarija igual estoy en diálogo con todo el país.
Me han pedido que vaya a Bermejo o Villazón y no puedo, en parte por falta de recursos porque estoy con recursos propios y me faltan horas del día. Pero tampoco quiero erigirme en un personaje como Batman, sino que estoy planteando lógicas de organización colectiva en cada lugar.
EP: En el tema político relacionado a cargos, ya se ha hablado de tu postulación a la Defensoría del Pueblo, a veces te sugieren buscar la presidencia o un espacio en el Parlamento, ¿lo tienes completamente descartado?
MG: He descartado el Parlamento porque no existe ningún nivel de representación política real. Seguimos con la Ley de Partidos de (Gonzalo) Sánchez de Lozada. Hay partidos que no tienen ningún respaldo social ni vida política, tienen la sigla para vender. Ir a formar parte de un cuerpo parasitario es traicionar.
Pero yo no me voy a ir a mi casa, no me voy a retirar de la lucha porque hay que revolucionar muchas cosas, la educación, la justicia, la salud. Por ejemplo, al Hospital San Juan de Dios he ido porque me han llamado y cuando entro dan ganas de llorar de ver que han malgastado la renta petrolera. En Tarija debería haber un hospital magnífico, pero apenas hay cuatro incubadoras y no todas funcionan.
Nos están robando la vida y yo estoy dispuesta a pedir cuentas a los que nos están robando la alegría, la sociedad.
EP: Ya has cuestionado el manejo gubernamental de la justicia, pero también has rechazado la iniciativa que había de juntar firmas para un referéndum. Tu propuesta es una revolución feminista de la justicia, pero ¿en lo operativo cómo en qué se traduce eso?
MG: En muchas cosas. Primero el pueblo no es opa y no tiene sentido ser la tonta útil de nadie, ni de Juan del Granado y tampoco del MAS, eso ya es muy operativo.
Por ejemplo, la base de datos nos va a permitir confrontar al Estado y ejercer fiscalización, eso ya es generar justicia feminista
Como primicia, el Día de la Madre queremos proponer al presidente Luis Arce la promulgación de un decreto supremo, que nosotras hasta lo estamos redactando. Es para que indique que ningún padre con sentencia de pago de asistencia familiar pueda renovar carnet de conducción si tiene deuda. Así ya es en Argentina y va a ser santo remedio, además no le va a costar un peso al Estado. La cárcel no funciona, pero la maternidad solitaria es igual a pobreza económica. Si un hombre no quiere ser padre, tiene todo el derecho, entonces se pone condón o se hace la vasectomía.
EP: En esos años de activismo, seguro hay cosas satisfactorias y otras difíciles o dolorosas, como escuchar constantemente testimonios de víctimas, ¿cuál es el balance que haces entre lo bueno y malo?
MG: En suma y resta soy una mujer muy feliz, hago exactamente lo que quiero hacer. Como activista, una elige donde poner la energía y no creo que haya una activista que vale más que otra. Yo respeto a la compañera que dice que va a poner huertos orgánicos para vender una parte, cocinar con otra parte. Eso para mí es sagrado. Yo decidí iniciar esta etnografía del Estado y eso derivó en mi diálogo con la sociedad.
Soy muy crítica con eso de venderse al Estado, a un partido porque hay gente oportunista que agarra ese empuje de la lucha de las mujeres para buscarse un cargo con la María Nela Prada y luego están en la Casa del Pueblo o la “casa del amo”, donde no te enteras lo que pasa abajo.
El año 2.000 ya hemos tomado la Superintendencia de Bancos y teníamos 8.000 mujeres contra el microcrédito, así conocí a Ana María Romero de Campero, y negociamos por la condonación de deudas.
Es una vida de luchas con montón de aciertos y de desaciertos. Yo tengo mi vida personal privada, nada del otro mundo, me gusta leer, escribir, hacer películas y estoy haciendo todo eso. También tengo invitaciones internacionales que me interesa porque son otros niveles de discusión que también alimentan y obviamente es un ingreso económico. Acabo de recibir el contrato para la traducción al italiano de Feminismo Bastardo, voy a estar en la Feria del Libro en México y soy muy feliz.
EP: Ahora en las marchas feministas participan chicas cada vez más jóvenes que antes. Eso ya es un cambio, ¿qué otros cambios percibes en el activismo feminista en Bolivia?
MG: Claro, hay chicas que me dicen “cuando era chiquita he visto cómo has entrado al Miss La Paz”, ya han pasado 10 años y para mí es como si fuera ayer. Si me lo dice una chica de 20 es que lo vio cuando era muy chiquita.
Ahora están los colectivos feministas, con muchos coordino, por ejemplo, con las Mochas Copleras, con otros no.
También soy muy crítica con eso de venderse al Estado, a un partido porque hay gente oportunista que agarra ese empuje de la lucha de las mujeres para buscarse un cargo con la María Nela Prada y luego están en la Casa del Pueblo o la “casa del amo”, donde no te enteras lo que pasa abajo.
Yo tengo un concepto que es el feminismo intuitivo y tiene que ver con un estado de rebelión de las mujeres ahora, ¡cuidado con eso! La conciencia de lo que somos es gigante y no es que lo sabes por un taller de una ONG, lo sabes porque está en ti. No es que el concepto crea una realidad, la realidad está ahí y luego se tiene que conceptualizar.
Ahora que está esa conciencia las mujeres tenemos que atizar esa llama, darle fuerza y conectarnos para la lucha.