Los sueños de San Roque
¿Por qué escribo para San Roque?
Que todo lo que hagas valga la pena. Que el cielo bendiga tu camino. Que todas las semillas que siembras den frutos abundantes. Y que en el camino encuentres muchos y valiosos amigos



No sé si todavía se acuerdan de eso, pero en mi primer libro de San Roque (“Pequeños misterios de la fiesta grande”, 2009) expliqué que yo ya no era católico, y que ese libro no lo escribía por celo religioso. Eso nunca me representó ningún problema: me llevo bien con los curas, con los promesantes y con la gente del pueblo. Participo activamente de las ceremonias religiosas y recibo la eucaristía.
De hecho, con los que más problemas tengo es con los no-creyentes. No me bajan de ñoño y santurrón. No me parece un tópico digno de repetir. No necesito restregarle en la nariz a nadie que no soy católico. No es información secreta, pero no necesito hacer tronar los tambores, si entiendes lo que digo. Hay cosas que no necesitan ser repetidas siempre de nuevo. Están ahí para quien quiera verlas.
¿Entonces por qué lo digo? Porque se lo debo a alguien. Tengo una amiga que no es católica, ni es cristiana, no cree en Dios y no le tiene ningún cariño a la iglesia. “No entiendo cómo puedes escribir sobre una fiesta religiosa. Explícame, porque no entiendo”. Otro amigo me dijo: “Ya parala, estás exagerando con San Roque”. Si supiera.
Todo comenzó hace mucho tiempo. Yo crecí en una familia donde nadie era chapaco, en un barrio donde no se practicaban nuestras tradiciones y fui educado en un colegio católico donde me enseñaron mucho de matemáticas, pero nada de mi pueblo. Así que tuve que aprender todo sobre ser chapaco en la universidad. Utilicé mis estudios como antropólogo para realizar una infinidad de investigaciones sobre la cultura y la identidad tarijeña, a tal grado de que luego de algunos años me convertí en un especialista en el tema.
Mi primer libro de San Roque (2009) lo escribí por amor a mi tierra, como una forma de encontrarme con mi propia identidad. Entonces yo todavía me creía muchas de las historias que se contaban sobre San Roque, pero ya en ese entonces mi libro se caracterizó por una serie de cuestionantes poco ortodoxas que luego se mostraron verdaderas. Un buen ejemplo de eso es la historia de las chunchas mujeres y la posibilidad de que la fiesta de San Roque sea un sincretismo entre la religiosidad europea y una religiosidad pagana prehispánica. Es que desde chiquito a mi me gustaba preguntar mucho y nunca me pude tragar una incoherencia.
Si algo me quedó claro luego de mi primer libro es que había demasiadas cosas que desconocíamos; y si hay algo que no sabemos, así mi lógica, habría que averiguarlo. El 2014 escribí mi primer artículo sobre los orígenes andinos de los chunchos promesantes. Si no fuera por el rechazo casi absoluto de una parte de la población tarijeña a pesar de las pruebas evidentes, no sé si hubiera continuado. Pero cuando te muestro algo que he encontrado y tu te espantas, me atacas y tratas de negar todo, eso huele a podrido, y yo no suelo dejar una olla cerrada que huela a podrido.
Yo digo que San Roque me agarró del manto. Cuando comencé a rastrear el tema de los otros chunchos se me abrió la posibilidad de escribir mi tesis de doctorado sobre eso. Y yo dije: SI. Pero no iba a escribir una tesis simple. Yo ya había escrito sobre San Roque y no tenía ganas de lo mismo. Si iba a escribir sobre San Roque era para tirar la casa por la ventana. Así que escogí tres temas prohibidos, tres tabúes que impregnaban y siguen impregnando la fiesta de San Roque: los orígenes andinos, la presencia de las mujeres y la historia vieja de San Roque. Si nadie habla de eso debe ser por algo.
Así comencé un largo proceso de investigación y descubrimiento. Recorrí los Andes en busca de otros chunchos, me hice de amigos, apoyé el proceso de postulación ante la UNESCO, descubrí nuestras tradiciones campesinas de chunchos chapacos, escarbé en viejos archivos históricos, organicé dos encuentros internacionales de chunchos y me encontré a cada vuelta con la imagen de San Roque que me acompañaba en cada paso que daba.
Ustedes vieron qué pasó cuando salí con todo esto al mundo: fueron como explosiones de un motor que no podía parar, como un caballo al que por fin le cortaban las riendas y podía correr desbocado hacia el horizonte. Lo que ahora estoy haciendo es montar la ola y asegurarme de llevar todo esto a buen puerto. Como alguna vez le dije a un amigo: todo esto es lo que he sembrado, y ahora debo ocuparme de cosecharlo para que no se eche a perder en el campo.
Entonces, para responder a la pregunta original, escribo sobre San Roque por tres cosas: 1) por amor a mi tierra y a mi gente, 2) por amor a la verdad y 3) porque San Roque me lo pide. Todavía no acabo y me queda mucho camino por recorrer. Hay que mantener la pelota rodando.