Los sueños de San Roque #27
Los Sueños de San Roque: La iglesia como eje central de la fiesta
La Iglesia Católica es la base fundamental de la fiesta de San Roque como hecho religioso y los promesantes están totalmente de acuerdo de colocar al Obispo como presidente de cualquier Comité de Salvaguarda que se pueda organizar.
Cuando escribí mi último artículo sobre el comité(s) de salvaguarda de San Roque, me llegaron varias reacciones. Tres de ellas me parece que merecen respuesta, pues tocan temas puntuales de relevancia: el rol de la iglesia católica, la ejemplificación de los diferentes tipos de influencia y manipulación política a la que se ve expuesta la fiesta y la falta de un análisis político de la situación. Todos estos temas son interesantes y considero que están pidiendo a gritos ser tratados a cabalidad. En este artículo quiero tratar el primero de ellos.
Mi amigo Obe me llamó para comentarme que en mi relato sobre el conflicto entre la alcaldía y el ministerio de Culturas me faltó mencionar a la Iglesia Católica como un tercer actor fundamental. Me dijo que en su opinión si alguien tiene “derecho” de acción sobre la Fiesta Grande de San Roque, esta es la Iglesia Católica. Solo con la Iglesia a la cabeza de cualquier organización en torno a la fiesta de San Roque se evitará su contaminación como fenómeno religioso. Comencemos por esto.
Todos los actores tradicionales de la fiesta (parroquia, junta vecinal, promesantes) reconocen el papel central de la Iglesia. Todos estos actores apoyaron la noción de colocar a la Iglesia Católica a la cabeza de cualquier Comité de Salvaguarda, con el Obispo de la Diócesis como presidente o vicepresidente. Eso no está en cuestionamiento porque ese no era el tema. Pero no creo que esté demás recordar que la Iglesia representa un tercer eje esencial en este conflicto (más adelante profundizo en este tema) y la base central de la fiesta como fenómeno religioso.
La Iglesia Católica es solo uno de los diferentes ejes sobre los que gira la Fiesta Grande de Tarija. Hace una diferencia si consideras que la fiesta es un fenómeno religioso (que lo es), un hecho social (lo es) o una herencia cultural (que también lo es). Es evidente que sin la Iglesia Católica no habría fiesta de San Roque, o por lo menos no la FIESTA RELIGIOSA que conocemos ahora. Pero también es cierto que sin los chunchos, los tamboreros, los quenilleros, las alféreces, los cañeros y los camacheñeros la Fiesta Grande no sería GRANDE. Y también es cierto que sin la revuelta popular de finales del siglo XIX que confrontó a la clase baja de San Roque con la clase alta de la plaza la fiesta de San Roque nunca hubiera logrado convertirse en la FIESTA GRANDE DE TARIJA que conocemos ahora.
Tenemos un conflicto entre la Alcaldía y el Ministerio, donde la primera acusa al segundo de tratar de forzar la introducción de las bartolinas, la federación de campesinos, la asociación de artesanos y la asociación de municipios de Tarija (todos ellos considerados agentes políticos del Gobierno) en el Comité de Salvaguarda. En este conflicto la gente del ministerio se escuda en el hecho de que la Iglesia estaría de acuerdo con eso. Pero no hay ninguno de los representantes de los actores tradicionales que estuvieron presentes en la reunión con la ministra a los que consulté que esté de acuerdo con esta situación. Hay un malestar profundo con el accionar del ministerio con la aprobación de la Iglesia, y se siente una ofensa profunda en la población civil. ¿Para qué se necesita un Comité, si las decisiones solo las toma el presidente sin consultar a las bases? Eso es algo que quiero dejar para que lo piensen con calma.
Hay un factor adicional que es mejor mencionar ahora, porque permea toda la relación de la Iglesia con la comunidad de promesantes representada por la Asociación de Promesantes Chunchos. Este factor es el tema plata. Recuerdo que mi hermano Cao, que es promesante cañero, me comentó en esa época que no quería meterse en la pelea entre los chunchos y la parroquia “porque es solo una pelea por quien maneja la plata”. Estamos hablando de la década de 1990, cuando los gobiernos municipal y prefectural destinaron cada uno por ley el monto de 15 mil dólares americanos a la fiesta. En esa época ganó la iglesia: lo botaron al mayor Jijena (presidente de la directiva de chunchos) y la parroquia se hizo cargo no tan solo de la plata de la alcaldía y de la prefectura, sino de la plata de los mismos chunchos. La Iglesia hizo todo lo posible para evitar que la Asociación de Chunchos saquen su personería jurídica y la parroquia se quedó con el título propietario del mausoleo que Motete había donado a los chunchos. Aunque esta es solo una parte de la historia y habría que preguntarle al otro lado, los chunchos siguen profundamente ofendidos por todo esto y han desarrollado estrategias para protegerse de la propia Iglesia.