Crónicas de octubre
De la polarización “útil” a golpe de bandera al olvido de Áñez
La escalada verbal entre uno y otro bando no parece tener fin, aunque mientras tanto se va diluyendo la citación fiscal de Luis Fernando Camacho y la Ley contra las Ganancias Ilícitas, que ya nadie parece querer



En política no es que las palabras sean importantes, es que son básicamente esenciales, porque con los discursos se construye el relato, las narrativas, las emociones y las ganas de votar. Obviamente, tienen que ser coherentes con lo que se hace, y ahí el problema también son los llunkus.
El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Rómulo Calvo, es coherente entre lo que hace – desinfectar el ambiente al paso de las concejales masistas en el desfile de la efeméride del 24 de septiembre, por ejemplo -, y lo que dice – llamar cuervos a los migrantes altiplánicos que trabajan en Santa Cruz, como antes los llamó salvajes -. Otra cosa es que guste o no guste, aunque lo de esconderse después detrás de un comunicado institucional del Comité Cívico y culpar a la prensa está bien feo.
El presidente Luis Arce puede decir que si la oposición no respeta el voto en las urnas lo harán valer en las calles, pero de ahí a que un asambleísta departamental de Tarija como José Yucra diga que “si tenemos que matar, lo vamos a hacer” parece un despropósito que suma muy poco.
Al final, dicen los analistas, todo es gasolina para la polarización, la dinámica ya instalada en el país - que amenaza con llevarse por delante el proyecto más centrado de Comunidad Ciudadana - y que actualmente está lejos de aplacarse o reconvertirse. Al contrario.
“Algunos actores políticos del gobierno y de la oposición son unos irresponsables y nos están llevando al desastre, hablan sin pensar, amenazan hasta de muerte a los ciudadanos, discriminan y los opinadores de ambos bandos igual, porque capitalizan el discurso de odio”, dejo escrito la politóloga Ivana Torrico.
“Cada vez más cerca del abismo. Gobiernos y oposición no entienden que están obligados a buscar la reconciliación. The war is coming”, remachaba el literato Homero Carvalho.
La agenda pendiente
Lo cierto es que octubre recién llega a su ecuador y después de algunos platos fuertes, el pulso sigue en las mismas: la Fiscalía debe volver a citar a la familia Camacho para explicar su papel en el supuesto golpe de Estado de 2019, y el MAS tendrá que definir qué hacer con la Ley antilegitimación que ya cuestionan con más fuerza que los opositores algunos de sus sectores más “ultralibertarios”. Se han puesto un plazo hasta mitad de noviembre, que es lo suficientemente largo como para olvidarlo.
En este arte político de dominar la agenda, para lograr que unos temas pasen hay que incluir otros. De momento sube de intensidad el camino procesal de Iván Arias, que de momento tiene muy poca enjundia, mientras que de fondo sigue siendo transversal el encarcelamiento de Jeanine Áñez, piedra angular de la estrategia del Gobierno, que plantea “Justicia y no venganza” pero que solo contribuye a la polarización. El ministro de Justicia Iván Lima ha descartado abrir de momento el juicio de responsabilidades, pero los plazos de investigación de la causa por sedición y conspiración pronto llegarán a su fin.
De momento, la familia de la expresidenta insiste en su precaria situación de salud y en la situación de abandono, un abandono que parece tener demasiado que ver con la política. Solo en crisis graves Áñez ha estado en los “tuits” de los jefes de la oposición, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, mientras que en el MAS no la olvidan. Por otro lado, si la detención de Arturo Murillo en Estados Unidos tenía algo que ver con una posible negociación e intercambios, por el momento nada se ha concretado.
¿A quién le conviene más la polarización?
La polarización política se está cobrando al menos dos víctimas: Carlos Mesa como supuesto jefe de la oposición centrada y David Choquehuanca como supuesto representante del MAS moderado. Ambos apostaron inicialmente por una forma de hacer política y con el paso de los días están acomodándose a la nueva realidad. Por el contrario, los analistas creen que reposiciona a Luis Fernando Camacho en la esfera nacional y también a Evo Morales. Sin embargo, también advierten que no hay correlación electoral.