Una pareja cumplió el sueño de ser padres, pero el mágico momento lo vivieron en cuarentena
Hospitales colapsados: la hazaña de nacer durante una pandemia en Tarija
Alma debió crecer dentro de un vientre sin controles prenatales y llegar al mundo en agosto, cuando el Hospital en Tarija colapsaba y todas las áreas de salud, fuera de la atención Covid, se habían descuidado
Lourdes es una mujer de estatura pequeña, tiene la cara delgada pero el cuerpo robusto, de varios sufrimientos que tuvo en la vida, uno fue el más sentido, ser estéril. Al menos ella creyó eso hasta marzo de 2019, cuando un miércoles por la tarde descubrió que llevaba en su vientre una vida de cuatro meses. Al mismo tiempo, aparecían en su mente dos estigmas que ya había escuchado: “ya eres vieja para tener un bebé”, “capaz se muera por la pandemia”.
Su hija, Alma, no es una niña cualquiera. Nació en agosto, cuando los hospitales estatales en todo el país colapsaban y a diario las cifras de muertos por Covid-19 subían. También debió enfrentarse a la escasez de equipos y suministros; a la falta de doctores y enfermeras que estaban reubicados para tratar a los pacientes con la enfermedad. Tuvo que crecer dentro de un vientre sin los controles prenatales adecuados y llegar a un mundo de mascarillas y trajes extraños.
Si nacer en medio de una pandemia es una hazaña, ser madre primeriza a los 39 años tendría que ser contada como una proeza doble. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, en Bolivia se registraron más de 4.600 embarazos no planificados en medio de la cuarentena por la pandemia, pero lo que estas cifras no conocen, es que Alma fue la niña más esperada en un matrimonio durante más de 15 años.
Lourdes, al salir del colegio, decidió estudiar una carrera técnica, pues los recursos económicos de su familia no alcanzaban para más, de ese modo, fue peluquera. Entre tantas “cabezas” que llegaron a su salón en el barrio Rosedal, una fue la de su esposo, con quien después de seis meses se casó.
Ambos querían tener una casa propia antes de tener hijos, por lo cual esta mujer recurrió a los anticonceptivos, aunque sabía que su menstruación era irregular y que cada dos o tres meses llegaba, de ese modo ya sospechaba que embarazarse sería difícil. “Ya tenía 28 años, dejé de cuidarme, 29, 30, nada no pasaba, fui al ginecólogo y ahí me enteré que era estéril. Desde ahí todo era llorar, pelear, ninguno de los dos lo aceptaba”.
A los 37 años inició la menopausia en su cuerpo y de esta forma ella abandonaba toda esperanza de ser madre. Se acercó a la iglesia y al año empezó a sentir “principios de gastritis”, le dolía el estómago, no tenía ganas de comer y además se sentía cansada.
“Justo cuando iniciaba la cuarentena yo me sentía mal, fui al centro de salud de mi barrio apenas porque era prohibido salir, me atendieron desde una ventana, les dije mis síntomas y el doctor me dijo que era gastritis, me dio unas ampollas y hartas pastillas. Justo al frente hay una farmacia, la doctorita leyó la receta y me dijo ¿usted no estará embarazada?”.
Decesos Hasta agosto de 2020, en Bolivia más de 170 mujeres embarazadas perdieron la vida a causa del Covid-19
Lourdes nunca se hizo una prueba de sangre, pues los hospitales estaban colapsados, solo acudió a hacerse una ecografía a un centro privado, ahí le dijeron que tenía cuatro meses y al ver la impresión en blanco y negro lo creyó.
Su esposo es albañil y durante toda la pandemia no tuvo trabajo, así como ella en su peluquería. De esa forma descartaron las atenciones privadas, pues el dinero no les alcanzaba. Ella afirma que solo fue a tres controles de embarazo, ya que nunca encontraba ficha en el Hospital San Juan de Dios y en las postas no la querían atender por ser centros Covid.
Una enfermera le dijo: “señora usted tiene que ser fuerte, coma arto, no salga a la calle porque tiene embarazo de alto riesgo, espere en su casa, no reciba visitas y si se siente mal recién venga al hospital”.
De esta forma, llevó un embarazo solitario hasta que le tocó programar su cesárea, donde se enteró que nadie, además de ella, podría entrar al Hospital el día del nacimiento de su hija. Alma nació pequeñita y sin preguntarle la internaron en la Sala de Neonatología Covid. Y es que en realidad la niña sí tenía problemas respiratorios, pero era por asma y no por coronavirus.
Alma ya tiene cinco meses y solo conoce a Lourdes y a Carlos, pues no se permiten visitas en su casa. Ambos se acercan a ella con un barbijo, con manos desinfectadas con alcohol, pues, aunque parezca extremista, tratan de evitar cualquier tipo de contagio que sumado al asma podría ser fatal.
Llevarla a sus controles y vacunas se ha vuelto también una experiencia de terror, pues siempre hay filas, madres con bebés en brazos en el sol, sentadas en la acera, y personas que llegan sin barbijo. “Yo prefiero ir caminando a los controles por evitar el micro, la Almita llora por que la tapo mucho, pero yo le digo hijita no hay otra opción”.
Cuarentenials los bebés que nacieron en la pandemia
En el mundo se ha empezado a acuñar el término “Cuarentenials”, referido a todos los bebés que nacieron en medio de la pandemia del Covid-19, cuando las visitas siguen siendo restringidas, los abrazos limitados, los besos a cuentagotas y además el sistema de salud inestable.
“Se están perdiendo las sonrisas, muecas, gestos e incluso parte de la voz de su familia, que se esconde detrás de esa tela que cubre la mitad de la cara todo el tiempo. Para los padres primerizos es algo tormentoso porque son sus primeras experiencias con un bebé que quieren disfrutar desde el inicio”, dice la pediatra Rosario Figueroa que desempeña labores en Santa Cruz.