Los despidos obligaron a muchos a dedicarse a la venta ambulante
Por Covid, desempleo aumenta comercio informal en Tarija
Javier Llanos era un trabajador dedicado a la construcción, ahora se dedica a limpiar los vidrios de los automóviles que se detienen cuando el semáforo cambia a luz roja



Como efecto de la pandemia y la cuarentena que paralizó las actividades económicas, el comercio en las calles de Tarija se incrementó, pues la situación obligó a cerrar a muchas empresas, entre ellas las constructoras y las fábricas.
Así muchos de sus dependientes se vieron en la necesidad de dedicarse a alguna actividad comercial para conseguir dinero y mantener a sus familias. Más aún, en el comercio informal también la lucha por lograr dinero es dura.
Los testimonios
Javier Llanos era un trabajador dedicado a la construcción ahora se dedica a limpiar vidrios de los automóviles que se detienen cuando el semáforo cambia a luz roja. Hace esto porque debe colaborar con sus padres en los ingresos económicos de la familia.
Hasta el momento cuenta que le “va bien no más”, “da para unos centavos y tener ingresos”, sostuvo a tiempo de revelar que recién terminó el colegio. Su plan era ingresar a la universidad o a algún instituto y estudiar mecánica, más aún, la emergencia de la pandemia y la cuarentena le obligó a cambiar sus planes. Pero no es el único.
Kevin Pilco Flores es un vendedor callejero que antes del encierro vendía cosméticos en la calle Sucre, se trataba de lápices labiales, delineadores de ojos, sombras, polvos para el rostro, esmaltes de uñas, quita esmaltes, tenía productos de todo tipo, pero a raíz de la pandemia tuvo que cambiar de ofertas.
“Antes vendía en el mercado Campesino ahora me dedico a la venta ambulante por estas calles (Domingo Paz y General Trigo). Ofrezco aceites, gorras, lavandinas picadillos y ambientadores para el piso, que son los productos que ahora más salen, la gente ahora no compra cosméticos”, dijo.
Reconoció que las ventas empezaron a bajar, más aún se consuela porque lo que ofrece tiene más demanda, cuenta que “alcanza por lo menos para la comida del día” y apunta que tiene una esposa y una niña de tres años.
“A mí me conocen más por gallo”, dice otro comerciante cuando se le pregunta por su nombre, sin embargo, agrega que se llama Francisco Velásquez. Cuenta siempre vendió papas fritas, antes y después de la cuarentena, pero dice que le iba mejor porque podía ir al Estadio cuando había futbol o a cualquier evento en el coliseo.
Pero no todo está perdido, pues sus ventas son regulares, por lo que agradece a Dios que tiene clientela, que lo buscan. Sobre la familia relata que tiene su pareja y los hijos ya son mayores, pues se sostienen por sí solos, tienen entre 20 y 30 años, “ya son independientes”, asegura.
A su turno Daniel Peralta indica que trabajaba llevando mensajes en una empresa de correos, pero cerró, y los empleados fueron cesados por lo que tuvo que escoger otra actividad para generar algún dinero. Así optó por vender artículos de bioseguridad en la calle Domingo Paz y Sucre. Junto a su esposa – que también se quedó sin trabajo - se dedicaron a este comercio para poder subsistir y cuidar de su niño de ocho años. Hoy ofrece mascarillas, lentes, guantes de nitrilo, barbijos, alcohol en gel y atomizadores.
La responsabilidad de los créditos bancarios
Nemesio vende cereales en un carrito de mano, las circunstancias por las que atraviesa el país le afectaron de sobremanera porque no solo debe llevar la alimentación diaria para su familia, sino que también debe cumplir con sus obligaciones bancarias mes a mes.
Oferta tablitas de maní con miel, arvejas tostadas, pasas, pastillas artesanales de menta, maní acaramelado y salado, habitas y rodajas de plátano frito, pero desde que empezó la crisis sanitaria aseguró que sus ventas bajaron mucho y apenas puede sustentar a su familia. Solía quedarse en la calle hasta las 19.00 aproximadamente, ahora solo lo hace hasta las 15.00.
“Algunos debemos al banco, pero si bien el Decreto dice que se van a postergar los pagos de los créditos, esto es un engaño, porque fui al banco a consultar a mi oficial de crédito, y lamentablemente me dijo que no tienen ninguna instrucción, es pura mentira y nosotros tenemos que pagar sí o sí, eso es lo que dijo”, subrayó.
Al respecto, la ejecutiva de la Federación Departamental de Gremiales de Tarija, Adriana Romero, subrayó que sus ventas bajaron entre un 50 a 60 por ciento en general por lo que apuntó que son incisivos en el tema de que se paralicen las cuotas bancarias, los alquileres y que se tomen las medidas en su conjunto.
“El sector tiene deudas que cancelar y si no los ayudan en estos aspectos se verán en la necesidad de seguir saliendo y no acatar ningún tipo de cuarentena”, advirtió, aunque admitió que por tratarse de la salud de la población, las disposiciones emitidas por el Gobierno se tienen que respetar. “Hay compañeros que venden día a día – dijo -, otros lo hacen en las ferias, esas medidas no se las puede acatar en un 100 por ciento. La gente tiene mucho cuidado en gastar, se aprovisiona de las cosas de primera necesidad y no así de otros productos, no se puede acatar el 100 por ciento de esas normas”, agregó.