Crónicas de cuarentena: Hasta el 15 nadie sale de sus casas
Hasta el 15 de abril nadie sale de su casa. Veo la tele, veo a mi madre sentada en el sillón y sus lentes reflejan la imagen presidencial que lanza ese mensaje. No me molesta quedarme en casa, me molesta el concepto que tengo de militares en la calle, todos hombres, todos armados, todos...



Hasta el 15 de abril nadie sale de su casa. Veo la tele, veo a mi madre sentada en el sillón y sus lentes reflejan la imagen presidencial que lanza ese mensaje. No me molesta quedarme en casa, me molesta el concepto que tengo de militares en la calle, todos hombres, todos armados, todos camuflados, todos mirando. El poder detrás de una sola institución.
Tengo una infección urinaria que no me dejará dormir, así que me levanto sin romper el silencio de esa habitación. Envuelvo en mi cuello una chalina que con los años se partió el tejido entrecruzado, pero aun huele a mi abuela.
El viento trae la lluvia que no tardará en lavar la quietud de la ciudad. Marco en automático el número de mi padre. ¿Cómo era la dictadura?, le pregunto. Muy poco parecida a esto, me dice. Llego a la farmacia, hay cinco personas que hacen fila, ninguno con barbijos. Quizás realmente sea necesario, pienso.
Vuelvo a casa caminando lento. El viento sopla y con él se mueven los árboles. Se mueve la noche y se mueven los días que parecen indiferentes. Suena mi teléfono y contesto. ¿Has escuchado hermana?, es hasta el 15 de abril. En mi casa solo vamos a tener comida hasta el fin de semana. No hemos salido a vender. Cuelga la María y su voz se escuchaba temblando, ella vive con su mamá y su hermana menor, viven de alquiler y hacen comida para vender. Su mamá pela las papas de una manera tan delicada. Primero las selecciona de grande, mediana a pequeña. Limpia la tierra que traen con su mandil, las huele y con el cuchillo afilado va pelando una espiral fina de su cáscara que cae entre sus piernas tostadas. Luego con la punta les saca los nuditos, las pone en una olla con agua para lavarlas y las corta para hacer un guiso.
Suspiro y la tormenta avanza. Caen las primeras gotas heladas y el viento sopla sobre el nogal de mi casa. Tenemos comida, pienso. ¿Será que ya hay infectados y no lo saben? ¿Será que militares en las calles es lo necesario? ¿Doña Doly venderá vino? ¿Será que vos estas bien, allí, al otro lado de la ciudad haciendo una mueca con tu boca guardando los recuerdos del anterior otoño en cajas?
¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]
Tengo una infección urinaria que no me dejará dormir, así que me levanto sin romper el silencio de esa habitación. Envuelvo en mi cuello una chalina que con los años se partió el tejido entrecruzado, pero aun huele a mi abuela.
El viento trae la lluvia que no tardará en lavar la quietud de la ciudad. Marco en automático el número de mi padre. ¿Cómo era la dictadura?, le pregunto. Muy poco parecida a esto, me dice. Llego a la farmacia, hay cinco personas que hacen fila, ninguno con barbijos. Quizás realmente sea necesario, pienso.
Vuelvo a casa caminando lento. El viento sopla y con él se mueven los árboles. Se mueve la noche y se mueven los días que parecen indiferentes. Suena mi teléfono y contesto. ¿Has escuchado hermana?, es hasta el 15 de abril. En mi casa solo vamos a tener comida hasta el fin de semana. No hemos salido a vender. Cuelga la María y su voz se escuchaba temblando, ella vive con su mamá y su hermana menor, viven de alquiler y hacen comida para vender. Su mamá pela las papas de una manera tan delicada. Primero las selecciona de grande, mediana a pequeña. Limpia la tierra que traen con su mandil, las huele y con el cuchillo afilado va pelando una espiral fina de su cáscara que cae entre sus piernas tostadas. Luego con la punta les saca los nuditos, las pone en una olla con agua para lavarlas y las corta para hacer un guiso.
Suspiro y la tormenta avanza. Caen las primeras gotas heladas y el viento sopla sobre el nogal de mi casa. Tenemos comida, pienso. ¿Será que ya hay infectados y no lo saben? ¿Será que militares en las calles es lo necesario? ¿Doña Doly venderá vino? ¿Será que vos estas bien, allí, al otro lado de la ciudad haciendo una mueca con tu boca guardando los recuerdos del anterior otoño en cajas?
¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]