La democracia de las minorías y el muralismo de Polo Castellanos
Cuando se habla de muralismo se habla de democracia y ésa es la magia transformadora del arte para el artista y escritor Polo Castellanos, quien dirigió un taller de muralismo en Casa Creart durante las últimas semanas de octubre. El resultado del taller es un mural imponente. En él se ve...



Cuando se habla de muralismo se habla de democracia y ésa es la magia transformadora del arte para el artista y escritor Polo Castellanos, quien dirigió un taller de muralismo en Casa Creart durante las últimas semanas de octubre.
El resultado del taller es un mural imponente. En él se ve a una mujer desnuda con trenzas largas que caen sobre sus senos y espalda, ella extiende sus brazos hacia la libertad en un momento histórico para la política boliviana y latinoamericana. A momentos parece salirse de las paredes. Ésa es otra característica mágica que también tiene el arte de Polo.
A la derecha una manifestación se pone en marcha. Hay decenas de rostros que gritan, que vociferan sus luchas y que se mueven con una ráfaga de colores. Se trata de la resistencia de los ciudadanos ante la presión del Estado.
Por debajo, se alzan las filas de los militares que se mantienen fijos, casi inquebrantables. Un hombre de espaldas se dibuja por encima y estira su pincel en dirección de los uniformados. Él lo está pintando todo, porque el muralismo es eso. Es una narrativa sobre un hecho preciso que golpea la realidad.
Polo Castellanos es un reconocido muralista y artista visual mexicano con 33 años de trayectoria, posee más de 60 murales y centenares de presentaciones individuales y colectivas en varios países. Él afirma que el arte es un acto social y una manifestación política, porque es la memoria de nuestra sociedad.
Según explica el arte y la política van de la mano, pues el arte pasa por el imaginario colectivo y por el ejercicio del poder. Se trata del poder de la imagen y del empuje que puede llevar a sostener o revolucionar gobiernos, además de levantar al pueblo.
El taller de muralismo se realizó en las instalaciones del centro cultural de Casa Creart ubicado en la calle Domingo Paz y Campero. Polo fue el coordinador y hubo seis participantes. Patricia Herbas, Iván Castrillo, Lilian Carvajal, Andrea Cardona, Gunnar Velarde y Marina Ferns, muchos de ellos artistas con varios años de experiencia.
“El mural cuenta historias. Esa historia tiene una manera de contarse y se utilizan varias herramientas de composición, de estructura de espacios. El contenido es lo que te va a marcar la pauta compositiva dependiendo de qué es lo que quieres decir y cómo lo quieres decir, es cómo vas a utilizar las herramientas y lo que le va a dar sentido. Es un proceso colectivo porque todos crean desde abajo. Hay que entender el proceso de colectivización para llevar a cabo el mural, pues si no queda un collage”, explica.
Democracia en el debate
La fuerza del contenido de un mural se plantea en colectivo. El tema pasa a ser el foco de un debate de varios integrantes, desde cómo se va a plantear en la imagen el mensaje y desde dónde se lo va a transmitir.
En este proceso la idea estuvo ligada a la coyuntura actual que atraviesa Bolivia. Se buscó reflejar la lucha democrática sin olvidar a las minorías. Sin aplastar la opinión de los que no ganaron y debatir hasta consensuar.
Todo esto se reflejó en el debate del mural. No todas las posturas son de izquierda o de derecha, sobre todo porque el arte es una expresión que loga transformar un concepto plano en un reflejo de la realidad.
¿Desnuda o vestida?
¿La mujer chapaca debería estar desnuda o la tapamos?, ése fue uno de los puntos más importantes. Por un lado, la desnudez cuando no es erótica no es “permitida” en la sociedad, a pesar de las incontables propagandas, el uso del cuerpo de la mujer como objeto de consumo y la sexualización de ciertas partes del cuerpo. Pero la desnudez también es un acto de empoderamiento, de libertad y de expresión.
Finalmente ella quedó desnuda, una manta rodea sus brazos y cae por sus piernas. Su mirada se mueve y su cuerpo, imponente expresa la libertad a la que se quiere llegar con la liberación de la opresión de los estados y de la fuerza de las masas que busca la conquista de las bases.
Monumentalidad y poliangularidad
El mural debe contener una historia en las pinturas y las principales características del arte mural son la monumentalidad y la poliangularidad. La primera no solo está determinada por el tamaño de la pared sino por cuestiones compositivas de la imagen. La poliangularidad hace referencia a los distintos puntos de vista y tamaños del plano, los cuales pueden estar en un mismo campo plástico.
Finalmente este mural está en la esquina de una sala, la cara de la mujer está en un punto áureo, ubicado entre las paredes y el techo, lo que permite que la mirada de ella siga al observador mientras se mueve. La poliangularidad permite que el observador pueda entrar al mural y moverse junto con él.
Antecedentes del muralismo
El muralismo mexicano nace en los años 20 y 30 con artistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros como una forma de educar y contar la historia de México a través de los muros. Diego Rivera fue uno de los grandes muralistas latinoamericanos del Siglo XX. La cultura mexicana siempre estuvo presente en su obra y mantuvo una línea política de izquierda. Su obra, de enorme eclecticismo, absorbió el arte occidental y también el precolombino.
Destaca por su monumentalidad para poder comunicarse mejor con las masas populares. A diferencia de la manifestación de la lucha de clases que expone la obra de Siqueiros, Rivera pintaba al indígena de manera sumisa y no mostraba la verdadera faceta de la revolución de masas. De la pelea desde las bases indígenas.
Siqueiros revolucionó el muralismo con la poliangularidad. La estética expresionista y la retórica declamatoria, que le exigía su radicalismo político. Aunó la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo europeos.
Para Siqueiros el socialismo revolucionario y la modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no dependía tan sólo del contenido de sus imágenes, sino de la creación de un equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos. Toda su vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural experimental e innovadora.
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Apuntes sobre la temática
Taller
El taller de muralismo se realizó en las instalaciones del centro cultural de Casa Creart ubicado en la calle Domingo Paz y Campero. Polo fue el coordinador y hubo seis participantes. Patricia Herbas, Iván Castrillo, Lilian Carvajal, Andrea Cardona, Gunnar Velarde y Marina Ferns, muchos de ellos artistas con varios años de experiencia.
La idea
En este proceso, la idea estuvo ligada a la coyuntura actual que atraviesa Bolivia. Se buscó reflejar la lucha democrática sin olvidar a las minorías. Sin aplastar la opinión de los que no ganaron y debatir hasta consensuar. Esto, por supuesto, se proyectó en el debate del mural. No todas las posturas fueron de izquierda o de derecha, más aún cuando el arte es una expresión que loga transformar un concepto plano en un reflejo de la realidad.
Conceptos
Para Siqueiros el socialismo revolucionario y la modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no dependía tan sólo del contenido de sus imágenes, sino de la creación de un equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos. Toda su vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural experimental e innovadora.
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El resultado del taller es un mural imponente. En él se ve a una mujer desnuda con trenzas largas que caen sobre sus senos y espalda, ella extiende sus brazos hacia la libertad en un momento histórico para la política boliviana y latinoamericana. A momentos parece salirse de las paredes. Ésa es otra característica mágica que también tiene el arte de Polo.
A la derecha una manifestación se pone en marcha. Hay decenas de rostros que gritan, que vociferan sus luchas y que se mueven con una ráfaga de colores. Se trata de la resistencia de los ciudadanos ante la presión del Estado.
Por debajo, se alzan las filas de los militares que se mantienen fijos, casi inquebrantables. Un hombre de espaldas se dibuja por encima y estira su pincel en dirección de los uniformados. Él lo está pintando todo, porque el muralismo es eso. Es una narrativa sobre un hecho preciso que golpea la realidad.
Polo Castellanos es un reconocido muralista y artista visual mexicano con 33 años de trayectoria, posee más de 60 murales y centenares de presentaciones individuales y colectivas en varios países. Él afirma que el arte es un acto social y una manifestación política, porque es la memoria de nuestra sociedad.
Según explica el arte y la política van de la mano, pues el arte pasa por el imaginario colectivo y por el ejercicio del poder. Se trata del poder de la imagen y del empuje que puede llevar a sostener o revolucionar gobiernos, además de levantar al pueblo.
El taller de muralismo se realizó en las instalaciones del centro cultural de Casa Creart ubicado en la calle Domingo Paz y Campero. Polo fue el coordinador y hubo seis participantes. Patricia Herbas, Iván Castrillo, Lilian Carvajal, Andrea Cardona, Gunnar Velarde y Marina Ferns, muchos de ellos artistas con varios años de experiencia.
“El mural cuenta historias. Esa historia tiene una manera de contarse y se utilizan varias herramientas de composición, de estructura de espacios. El contenido es lo que te va a marcar la pauta compositiva dependiendo de qué es lo que quieres decir y cómo lo quieres decir, es cómo vas a utilizar las herramientas y lo que le va a dar sentido. Es un proceso colectivo porque todos crean desde abajo. Hay que entender el proceso de colectivización para llevar a cabo el mural, pues si no queda un collage”, explica.
Democracia en el debate
La fuerza del contenido de un mural se plantea en colectivo. El tema pasa a ser el foco de un debate de varios integrantes, desde cómo se va a plantear en la imagen el mensaje y desde dónde se lo va a transmitir.
En este proceso la idea estuvo ligada a la coyuntura actual que atraviesa Bolivia. Se buscó reflejar la lucha democrática sin olvidar a las minorías. Sin aplastar la opinión de los que no ganaron y debatir hasta consensuar.
Todo esto se reflejó en el debate del mural. No todas las posturas son de izquierda o de derecha, sobre todo porque el arte es una expresión que loga transformar un concepto plano en un reflejo de la realidad.
¿Desnuda o vestida?
¿La mujer chapaca debería estar desnuda o la tapamos?, ése fue uno de los puntos más importantes. Por un lado, la desnudez cuando no es erótica no es “permitida” en la sociedad, a pesar de las incontables propagandas, el uso del cuerpo de la mujer como objeto de consumo y la sexualización de ciertas partes del cuerpo. Pero la desnudez también es un acto de empoderamiento, de libertad y de expresión.
Finalmente ella quedó desnuda, una manta rodea sus brazos y cae por sus piernas. Su mirada se mueve y su cuerpo, imponente expresa la libertad a la que se quiere llegar con la liberación de la opresión de los estados y de la fuerza de las masas que busca la conquista de las bases.
Monumentalidad y poliangularidad
El mural debe contener una historia en las pinturas y las principales características del arte mural son la monumentalidad y la poliangularidad. La primera no solo está determinada por el tamaño de la pared sino por cuestiones compositivas de la imagen. La poliangularidad hace referencia a los distintos puntos de vista y tamaños del plano, los cuales pueden estar en un mismo campo plástico.
Finalmente este mural está en la esquina de una sala, la cara de la mujer está en un punto áureo, ubicado entre las paredes y el techo, lo que permite que la mirada de ella siga al observador mientras se mueve. La poliangularidad permite que el observador pueda entrar al mural y moverse junto con él.
Antecedentes del muralismo
El muralismo mexicano nace en los años 20 y 30 con artistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros como una forma de educar y contar la historia de México a través de los muros. Diego Rivera fue uno de los grandes muralistas latinoamericanos del Siglo XX. La cultura mexicana siempre estuvo presente en su obra y mantuvo una línea política de izquierda. Su obra, de enorme eclecticismo, absorbió el arte occidental y también el precolombino.
Destaca por su monumentalidad para poder comunicarse mejor con las masas populares. A diferencia de la manifestación de la lucha de clases que expone la obra de Siqueiros, Rivera pintaba al indígena de manera sumisa y no mostraba la verdadera faceta de la revolución de masas. De la pelea desde las bases indígenas.
Siqueiros revolucionó el muralismo con la poliangularidad. La estética expresionista y la retórica declamatoria, que le exigía su radicalismo político. Aunó la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo europeos.
Para Siqueiros el socialismo revolucionario y la modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no dependía tan sólo del contenido de sus imágenes, sino de la creación de un equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos. Toda su vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural experimental e innovadora.
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Apuntes sobre la temática
Taller
El taller de muralismo se realizó en las instalaciones del centro cultural de Casa Creart ubicado en la calle Domingo Paz y Campero. Polo fue el coordinador y hubo seis participantes. Patricia Herbas, Iván Castrillo, Lilian Carvajal, Andrea Cardona, Gunnar Velarde y Marina Ferns, muchos de ellos artistas con varios años de experiencia.
La idea
En este proceso, la idea estuvo ligada a la coyuntura actual que atraviesa Bolivia. Se buscó reflejar la lucha democrática sin olvidar a las minorías. Sin aplastar la opinión de los que no ganaron y debatir hasta consensuar. Esto, por supuesto, se proyectó en el debate del mural. No todas las posturas fueron de izquierda o de derecha, más aún cuando el arte es una expresión que loga transformar un concepto plano en un reflejo de la realidad.
Conceptos
Para Siqueiros el socialismo revolucionario y la modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no dependía tan sólo del contenido de sus imágenes, sino de la creación de un equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos. Toda su vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural experimental e innovadora.
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