Las mujeres, las más felices tras el divorcio
Aun cuando la separación implica un fracaso amoroso, menos entradas económicas al hogar y una autoestima dañada, las mujeres reportan mayor felicidad que los hombres tras el divorcio. Así lo sostienen 40 de 60 mujeres divorciadas a las que El País hizo un sondeo de opinión. Además, tres...



Aun cuando la separación implica un fracaso amoroso, menos entradas económicas al hogar y una autoestima dañada, las mujeres reportan mayor felicidad que los hombres tras el divorcio. Así lo sostienen 40 de 60 mujeres divorciadas a las que El País hizo un sondeo de opinión.
Además, tres cuartas partes de las mujeres opinaron que no necesitaban estar en una relación amorosa para sentirse bien, mientras que para ellos, esto fue cierto solamente en un 58% de los casos.
“Los hombres tienen más miedo a estar solos una vez que han sido domesticados por su matrimonio, y aunque ellos son más propensos a pensar que se trata de una institución pasada de moda, también tenderían a querer quedarse aunque las cosas no estén muy bien”, dijo Pepper Schwartz, profesora de sociología.
De acuerdo a Schwartz ambos sexos suelen mostrarse significativamente más satisfechos después del divorcio que durante los cuatro años que precedieron la ruptura. Aunque en ambos casos su felicidad está bajo el umbral de lo que reportaban antes de casarse.
Pero una vez concretado el divorcio la diferencia se hace más notoria entre sexos. A partir del segundo año, ambos alcanzan niveles de felicidad sobre la línea de base, pero los hombres caen significativamente, y vuelven a remontar hacia el quinto año. En las mujeres, en cambio, la satisfacción posdivorcio es, a partir del año y medio, siempre sobre los índices de felicidad previos al matrimonio, lo que mantiene constante.
“El hallazgo interesante es que después del divorcio, las mujeres tienden a reportar grados de felicidad que son incluso superiores a los reportados antes del matrimonio (su línea de base), lo cual no es el caso de los hombres. El salir de un matrimonio infeliz de larga duración podría tener un efecto estimulante más fuerte para las mujeres”, dice.
El efecto soledad
Susana Guerrero, sicóloga especialista dice que tras la separación desaparece la causa del conflicto y eso motiva que especialmente la mujer -si ha sido muy criticada o dominada- se sienta más satisfecha. “Además, ella queda en muchas mejores condiciones, en general, porque suelen quedarse en la casa, con los niños, las mascotas. Pero el hombre se va con una maleta. Ella sigue con su infraestructura, generalmente con el grupo social, tiene más recursos emocionales. El hombre no habla mucho de sus cosas, no tiene a quién recurrir”, asegura.
Eso hace que los hombres resientan, sobre todo, la ausencia de los hijos, se sienten más solos y tengan más posibilidades de depresión. Eso explica también por qué tienden más que ellas a contraer segundas nupcias.
Renovadas y en forma
No es secreto que tras una ruptura amorosa las mujeres se arreglen mucho más, bajen de peso y se vean más esbeltas, pues ahora el tiempo es suyo y el factor de dominación y ese sentimiento de tristeza se vuelve una fortaleza.
Lucir un nuevo color de pelo, elegir un corte diferente, maquillarse con colores fuertes, exhibir una nueva silueta y renovar el guardarropa parecen ser los cambios físicos comunes que adoptan muchas mujeres luego de atravesar una separación amorosa.
Pero ¿es esto una tendencia, un desquite o solo un arrebato del momento? Para Melba Hernández, de 39 años, sólo es un acto impulsivo.
“Cuando me divorcié, luego de cuatro años de casada, decidí cambiar mi color de pelo de negro a rojo. En ese momento tenía solo 24 años y no le encontré ningún significado especial a ese impulso. Sin embargo, hoy entiendo que quise cambiar por el solo hecho de verme diferente. Entiendo que era una forma de dejar atrás esa parte de mi vida e inconscientemente, también cambiaba algo en mi interior. Quizás ‘pintaba’ un poco mi vida con algo de color y alegría”, dice la mujer, hoy de vuelta a su color natural, felizmente casada y madre de dos niños.
Sin embargo, para los psicólogos José González y Luz Alvira no es un impulso ni un arrebato femenino sino una tendencia porque se observa frecuentemente. “El pelo si lo tiene largo lo corta o se da ‘highlights’, viste más moderno. Se mete al gimnasio, cambia su pelo, su maquillaje, su ropa. Luego del divorcio es como un ‘boost’ que le da a la mujer”, explica Alvira.
La psicóloga Lissette Acevedo coincide con sus colegas al punto de señalar que “es evidente cuando una persona entra de nuevo al mercado”.
Para los tres, es normal que la mujer no quiera verse siempre igual y alterar su manera de proyectarse no implica un desquite sino una forma de deshacerse del sombrero de divorciada y sobreponerse a nivel mental, emocional y social. Es una manera positiva de encontrarse con ella misma, de valorarse y superarse.
¿Aplica en todos los casos?
Los expertos han observado este tipo de metamorfosis mayormente en las mujeres que han sufrido infidelidad, mas no así cuando ellas son las que le ponen punto final a la relación, cuando la unión se rompe por el desgaste del tiempo o por la falta de amor. “Es una respuesta al rechazo”, alega Acevedo y añade “cuando lo internalizan, buscan sobresalir”.
Ahí aparece la transformación física al punto de que la sociedad estereotipa, generaliza y hasta lo percibe como una forma de desquite del ex. “Mucha gente refuerza esta conducta por las razones equivocadas; sin embargo, el cambio siempre viene bien”, dice Alvira.
No obstante, González y Alvira apuntan que todo depende de la gente que rodee a la implicada, ya que “algunas se deterioran físicamente, por el peso de la tristeza”.
¿Y los hombres?
Aunque los cambios físicos son más notables en las mujeres, los hombres también atraviesan por transformaciones.
“Sí cambian, pero es menos notable. Su estilo es más estándar. Casi siempre se enfocan más en ir al gimnasio, en hacer ejercicio”, según la experiencia de Alvira. Para Acevedo, los cambios se reflejan diferente “salen a divertirse más y cambian su forma de vestir”.
“Se acaba una etapa, no termina tu vida”
La mujer, al igual que el hombre, se enfrasca en una vorágine de emociones en el proceso de la separación, por eso es importante buscar ayuda profesional.
Aunque no es una tarea nada fácil es fundamental aprender a cerrar capítulos en la vida, para poder seguir avanzando. “Es necesario entender que el divorcio no es un fracaso, sino una experiencia para crecer. Esta situación va a pasar”, culmina González.
Tres reglas de oro para superarlo
El duelo
“Como tal, debemos considerar que pasaremos por diferentes etapas que van desde la negación, el enojo, la fantasía, la depresión y, por último, la aceptación del rompimiento. Si entendemos que se vivirá este proceso de duelo, podemos ser capaces de llegar en menor tiempo a la etapa final (la aceptación).
Romper con el círculo
“Si durante el matrimonio existió violencia de una o ambas partes -ya sea física, psicológica, emocional, económica o de cualquier otra índole- lo más probable es que ésta se haya replicado mientras duró la relación y, más aún, durante el divorcio. Rompe con éste círculo, no lo continúes.
Inicia nuevos proyectos
“Es común que, durante el proceso de divorcio, creamos que no somos capaces de continuar con nuestra vida, pero en realidad sucede lo contrario. Inicia nuevos proyectos, sigue con los que tenías, cambia tus rutinas para adecuarlas a la nueva situación y, lo más importante, evita voltear a ver qué está haciendo el otro.
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Además, tres cuartas partes de las mujeres opinaron que no necesitaban estar en una relación amorosa para sentirse bien, mientras que para ellos, esto fue cierto solamente en un 58% de los casos.
“Los hombres tienen más miedo a estar solos una vez que han sido domesticados por su matrimonio, y aunque ellos son más propensos a pensar que se trata de una institución pasada de moda, también tenderían a querer quedarse aunque las cosas no estén muy bien”, dijo Pepper Schwartz, profesora de sociología.
De acuerdo a Schwartz ambos sexos suelen mostrarse significativamente más satisfechos después del divorcio que durante los cuatro años que precedieron la ruptura. Aunque en ambos casos su felicidad está bajo el umbral de lo que reportaban antes de casarse.
Pero una vez concretado el divorcio la diferencia se hace más notoria entre sexos. A partir del segundo año, ambos alcanzan niveles de felicidad sobre la línea de base, pero los hombres caen significativamente, y vuelven a remontar hacia el quinto año. En las mujeres, en cambio, la satisfacción posdivorcio es, a partir del año y medio, siempre sobre los índices de felicidad previos al matrimonio, lo que mantiene constante.
“El hallazgo interesante es que después del divorcio, las mujeres tienden a reportar grados de felicidad que son incluso superiores a los reportados antes del matrimonio (su línea de base), lo cual no es el caso de los hombres. El salir de un matrimonio infeliz de larga duración podría tener un efecto estimulante más fuerte para las mujeres”, dice.
El efecto soledad
Susana Guerrero, sicóloga especialista dice que tras la separación desaparece la causa del conflicto y eso motiva que especialmente la mujer -si ha sido muy criticada o dominada- se sienta más satisfecha. “Además, ella queda en muchas mejores condiciones, en general, porque suelen quedarse en la casa, con los niños, las mascotas. Pero el hombre se va con una maleta. Ella sigue con su infraestructura, generalmente con el grupo social, tiene más recursos emocionales. El hombre no habla mucho de sus cosas, no tiene a quién recurrir”, asegura.
Eso hace que los hombres resientan, sobre todo, la ausencia de los hijos, se sienten más solos y tengan más posibilidades de depresión. Eso explica también por qué tienden más que ellas a contraer segundas nupcias.
Renovadas y en forma
No es secreto que tras una ruptura amorosa las mujeres se arreglen mucho más, bajen de peso y se vean más esbeltas, pues ahora el tiempo es suyo y el factor de dominación y ese sentimiento de tristeza se vuelve una fortaleza.
Lucir un nuevo color de pelo, elegir un corte diferente, maquillarse con colores fuertes, exhibir una nueva silueta y renovar el guardarropa parecen ser los cambios físicos comunes que adoptan muchas mujeres luego de atravesar una separación amorosa.
Pero ¿es esto una tendencia, un desquite o solo un arrebato del momento? Para Melba Hernández, de 39 años, sólo es un acto impulsivo.
“Cuando me divorcié, luego de cuatro años de casada, decidí cambiar mi color de pelo de negro a rojo. En ese momento tenía solo 24 años y no le encontré ningún significado especial a ese impulso. Sin embargo, hoy entiendo que quise cambiar por el solo hecho de verme diferente. Entiendo que era una forma de dejar atrás esa parte de mi vida e inconscientemente, también cambiaba algo en mi interior. Quizás ‘pintaba’ un poco mi vida con algo de color y alegría”, dice la mujer, hoy de vuelta a su color natural, felizmente casada y madre de dos niños.
Sin embargo, para los psicólogos José González y Luz Alvira no es un impulso ni un arrebato femenino sino una tendencia porque se observa frecuentemente. “El pelo si lo tiene largo lo corta o se da ‘highlights’, viste más moderno. Se mete al gimnasio, cambia su pelo, su maquillaje, su ropa. Luego del divorcio es como un ‘boost’ que le da a la mujer”, explica Alvira.
La psicóloga Lissette Acevedo coincide con sus colegas al punto de señalar que “es evidente cuando una persona entra de nuevo al mercado”.
Para los tres, es normal que la mujer no quiera verse siempre igual y alterar su manera de proyectarse no implica un desquite sino una forma de deshacerse del sombrero de divorciada y sobreponerse a nivel mental, emocional y social. Es una manera positiva de encontrarse con ella misma, de valorarse y superarse.
¿Aplica en todos los casos?
Los expertos han observado este tipo de metamorfosis mayormente en las mujeres que han sufrido infidelidad, mas no así cuando ellas son las que le ponen punto final a la relación, cuando la unión se rompe por el desgaste del tiempo o por la falta de amor. “Es una respuesta al rechazo”, alega Acevedo y añade “cuando lo internalizan, buscan sobresalir”.
Ahí aparece la transformación física al punto de que la sociedad estereotipa, generaliza y hasta lo percibe como una forma de desquite del ex. “Mucha gente refuerza esta conducta por las razones equivocadas; sin embargo, el cambio siempre viene bien”, dice Alvira.
No obstante, González y Alvira apuntan que todo depende de la gente que rodee a la implicada, ya que “algunas se deterioran físicamente, por el peso de la tristeza”.
¿Y los hombres?
Aunque los cambios físicos son más notables en las mujeres, los hombres también atraviesan por transformaciones.
“Sí cambian, pero es menos notable. Su estilo es más estándar. Casi siempre se enfocan más en ir al gimnasio, en hacer ejercicio”, según la experiencia de Alvira. Para Acevedo, los cambios se reflejan diferente “salen a divertirse más y cambian su forma de vestir”.
“Se acaba una etapa, no termina tu vida”
La mujer, al igual que el hombre, se enfrasca en una vorágine de emociones en el proceso de la separación, por eso es importante buscar ayuda profesional.
Aunque no es una tarea nada fácil es fundamental aprender a cerrar capítulos en la vida, para poder seguir avanzando. “Es necesario entender que el divorcio no es un fracaso, sino una experiencia para crecer. Esta situación va a pasar”, culmina González.
Tres reglas de oro para superarlo
El duelo
“Como tal, debemos considerar que pasaremos por diferentes etapas que van desde la negación, el enojo, la fantasía, la depresión y, por último, la aceptación del rompimiento. Si entendemos que se vivirá este proceso de duelo, podemos ser capaces de llegar en menor tiempo a la etapa final (la aceptación).
Romper con el círculo
“Si durante el matrimonio existió violencia de una o ambas partes -ya sea física, psicológica, emocional, económica o de cualquier otra índole- lo más probable es que ésta se haya replicado mientras duró la relación y, más aún, durante el divorcio. Rompe con éste círculo, no lo continúes.
Inicia nuevos proyectos
“Es común que, durante el proceso de divorcio, creamos que no somos capaces de continuar con nuestra vida, pero en realidad sucede lo contrario. Inicia nuevos proyectos, sigue con los que tenías, cambia tus rutinas para adecuarlas a la nueva situación y, lo más importante, evita voltear a ver qué está haciendo el otro.
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