Gabriel Pace presentó el primer libro de su vida: “Luces y Sombras”
Famoso como estatua, esa de colores y paraguas al hombro en la esquina de la General Trigo e Ingavi, el argentino se revela a los tarijeños como escritor, oficio que ejerce desde sus ocho años.



Con la presentación del libro de cuentos y poesía, “Luces y Sombras”, el 15 de enero el Auditorio de la Casa de la Cultura de Tarija se convirtió en una tertulia pues el autor argentino, Gabriel Pace, orquestó las intervenciones de artistas como las pintoras Exaltación Velásquez y Paola Urzagaste, el saxofonista Luca García, y la banda del Chapaco Kamikaze, quienes entregaron talento y amistad al evento.
Pace, con desenfado total y uñas rojas, se presentó en el podio como un hijo adoptado que hasta ahora trata de dilucidar el misterio de su origen, y ya ni cree en la fecha de nacimiento que aún recita como único asidero: 23 de diciembre de 1969. Chichita y Norberto lo adoptaron por ahí a sus 3 años, y fue “Lala”, apodo de María Laura, la madre de Chichita, quien lo malcrió en el buen gusto por el cine de autor y la literatura.
A sus ocho años comenzó a escribir. Igual leyó a Cortázar, Borges, Arlt y toda la prole literaria de su difusa patria. Gozó privilegios, sortilegios, decepciones. Vive en la punta de sus nervios, encendido por el fuego de la vida, y apuntalando el humor como si fuera el paraguas que siempre lo acompaña cuando se convierte en estatua, se queda quieto y cobra por darse el tiempo de mirar en el burdel de su cabeza las luces y sombras de todas sus memorias, mientras les da forma de poesía, cuento o novela.
Ahí va. Así pasa con los invisibles, los sin horma, los que el teatro escoge para profesionales. Igual es una vida más en el planeta, uno más de los 3 millones de personas que no tienen claro su origen allá en Argentina (como el 6,5% de la población de ese país, a ver), el que les da voz a las experiencias humanas más procaces y sublimes.
Animado hasta el tuétano por el empujón de su compañera, Patricia Durutovich, Gabriel sacó su primer libro a los 55 años. “Luces y Sombras” no merece los grandes premios; merece la lectura desinteresada, porque trae consigo el temblor que nos hizo sentir la reciente pandemia, y la humilde maestría de quien ha desistido de registrar la totalidad de experiencia humana con la intención de convertirla en arte.
Si quieres el libro, llama al 67578010. Y toma esto para sepas de qué va:
Nunca más
Hubo mil momentos pasados,
donde se respiraba pesado,
ahí mismo donde no había juramentos
sino demasiados sargentos.
Donde la gente desaparecía
en el país del no me acuerdo,
muchos agachaban la cabeza
para no medir el lamento.
Hubo fútbol, mundial, guerras,
inflación, desflación
sumado a revolución.
Terrible ensalada rusa
sin bolches en las esquinas.
Temida parafernalia cultural,
vomitada en cada párrafo
sin más para dar.
Tiranía de tiempos azotados
en tiempos retardados.
Curas asesinados.
Maestras castradas.
Trabajadores fusilados.
Postales de un país mutilado,
metiéndonos cianuro
por el culo.
Tangos olvidados.
Ante las madres que marchan
en busca de una pronta respuesta.
Pañuelos blancos.
Pañales descartados.
Bebés expropiados.
Ante la mirada atónita
de los que ya no están.