Fernando Ruiz y el ejercicio de la abstracción
El tarijeño vive en Suiza, donde tiene éxito en su carrera profesional. Sin embargo, es la pintura la que guía sus más profundas ambiciones.
Racional. Estructural. Elemental. Sin firma. La pintura de Fernando Ruiz se preocupa más por expresar las arquitecturas de lo que ha percibido, de las formas que viven a través del cromatismo, que por escenificar un relato emotivo, desatado. Es él quien percibe, pero él está más allá de su relato, un relato sobrio, frugal, con el que nos revela los recuerdos que quedan de la realidad objetiva una vez que cerramos los ojos y buscamos en el paisaje interior. Sus obras son postales de lo que más ha querido y romantizado, y su ejecución es tan sencilla que puede surgir la tentación de no tomarlo en serio. Pero hay que suspender la incredulidad para arribar a ese espacio personal que gentilmente nos ofrece.
Pura Cepa conversó con, Fernando Ruiz, un tarijeño que ha estado fuera de su tierra desde hace 22 años, y que aprovechó una visita a su ciudad natal para exponer lo primero de su producción pictórica, como dándose impulso y permiso para seguir adelante con su pasión de infancia.
Pura Cepa (PC). ¿Por qué te fuiste de Tarija?
Fernando Ruiz (FR). Cuando era niño, decía, “quiero viajar”. Vivía leyendo enciclopedias, viendo almanaques mundiales. Decía que iba a viajar algún día y conocer el mundo. Tarija era muy tranquilo, y yo creo que no hubiera podido abrir mi cabeza que veo hoy sin viajar. Obviamente, tienes que buscar, uno tiene que empujar para ir hasta adelante, porque si no, te quedas nomás tranquilo y las cosas no pasan. Busqué una beca para irme a estudiar a México, y todo salió bien. Estudié Ingeniería Industrial. Luego, quería ir a Europa, participé en un simulador de negocios y saqué un segundo lugar. Me fui a España. Luego, volví a México y trabajé ocho años en el escritorio, en grandes empresas corporativas. Estar todo el día en el teclado te quita un poco de creatividad, pero lo que quería era crecer, crecer, crecer. Después me di cuenta que la ciudad me estaba absorbiendo. Yo era, “quiero tranquilidad”, y fue cuando las cosas se alinearon y me fui a vivir a Suiza. Tuve mucho miedo, porque todo el mundo cree que es un país maravilloso, pero es muy complejo, a nivel lengua, trabajo, cultura. Pero dije, “esto no me va a detener”. Ahorita, trabajo en un organismo internacional, hablo diariamente francés, español e inglés. Y tengo los medios para poder hacer pintura.
PC. ¿Qué significa para ti la pintura?
FR. Siempre tenía la necesidad de conectar con las manos. Para mí, es un momento tan personal, donde realmente yo puedo conocerme a mí mismo, interpretar y expresar lo que yo quiero, como yo quiero. Hay gente que no lo entiende, no lo ve. Yo digo, “mucho gusto, pero es como yo lo siento, como a mí me gusta”. A mí, me hace feliz, y la verdad es que con el arte aprendí a entender que la gente es diferente, que tiene su estilo, y ha sido un proceso bastante largo llegar a decir eso. Todos somos diferentes. Entonces, el arte me lleva a un momento en que estoy abierto, mis sentidos perciben de una manera distinta. Antes era, “esto es así y nada más”. Hace un año que estoy fuerte con la pintura, o sea, de invertirle unas 20 a 25 horas a la semana. Yo no sé si algún día sea conocido, pero al menos sé que mi familia está contenta, y las personas que conozco están contentas. Es una forma de comunicar, de ponerlos a todos juntos y compartir, porque lo que estoy contando es mi vida a través de la pintura.
PC. Decías que tu trabajo te permite financiar tu arte.
FR. Claro, necesitas los medios y los recursos. Incluso para montar esto, el simple hecho de que me traigan las obras acá, y colgarlas es tiempo, y el tiempo normalmente yo lo veo como dinero. Entonces, tienes que saber invertir y es complejo ser un artista sin un ingreso. Yo me siento contento de tener un trabajo que me permite desarrollarme como artista. Lo que hago normalmente tiene que ver con muchos datos, mucha información, mucha tecnología. Entonces, hay que conectar los dos cerebros.
PC. ¿Tienes un taller de pintura en Suiza?
FR. Justamente, eso es una limitante. Mi taller es mi cocina, literalmente. Tengo una rutina, unas cajas con mis acrílicos, pinceles, espátulas, papel, todo. Tengo que sacar todas las cosas, y cuando termino, tengo que limpiar todo y guardarlo como si no hubiera pasado absolutamente nada. Por eso trabajo en formatos bastante pequeños. Trabajaba en lienzo, pero sin un taller, me ocupaba mucho tiempo y espacio. Pensé en un formato que fuera fácil de almacenar y transportar.
PC. ¿Cuáles son tus siguientes pasos en la pintura?
FR. Ahorita, lo que quiero es continuar esta línea. Activé mi Instagram. Es una burla, pero comencé a compartir estas cosas y a la gente le gusta. Comencé a crear una comunidad cercana. Puedes ser muy buen artistas, pero si no sabes venderte no sirve de nada. Ahorita, el arte es mercado. Estoy haciendo la prueba, este es un primer paso. El próximo paso es incrementar el tamaño de los formatos. Acabo de comenzar una nueva serie de Uyuni que tiene seis pieas. Luego, voy a hacer una serie con calabazas, porque la otra vez fui a Alemania y quedé fascinado con la variedad de calabazas que había. Después, estoy intentando con edición digital poner un efecto de calidoscopio a mis obras, que era lo que me fascinaba desde niño, y juntarlas con registros sonoros que tengo. En Suiza, todo es tan tranquilo que el momento que hay bulla me impacta. Entonces saco mi teléfono y comienzo a grabar sonidos. Es un proyecto paralelo.
PC. Decías que trabajas con tecnologías. ¿Cómo te va con la inteligencia artificial?
FR. No te podría decir que es mala, porque ya ha existido anteriormente la revolución industrial, que fue una automatización de procesos. La inteligencia artificial va a reemplazar trabajos, claro, pero al mismo tiempo tienes que verla como una herramienta de productividad que te puede ayudar a hacer más fáciles las cosas. No deja de ser una máquina, y para hacer un buen prompt, todo depende de quién y cómo lo haces. En esta exposición, a mí me ha ayudado muchísimo para entender cómo poner las obras, clasificarlas, escribir sobre las series. Puedes pedirle teoría, te ayuda a tener más ideas, más creatividad.
PC. Con la distancia y 22 años fuera de Tarija, ¿cómo la percibes y qué crees que le hace falta?
FR. Para mí, como he dicho, la apertura de mente es lo que me ha permitido llevar este camino. Viajar, conocer distintas cosas. Realmente, creo que aquí estamos tan acostumbrados a conocer las cosas de una sola manera, que así tienen que ser. Y en cosas tan básicas, como una receta de cocina, no nos permitimos probar cosas nuevas. La gente de mi generación y más, se acaba con eso. Pero cuando hablo con gente más joven, veo que sí hay otro tipo de influencia. Están más abiertos. No creo que a Tarija le haga falta avanzar como ciudad, aunque sí hay cosas que hacer. Creo que lo que hace falta es abrir la mente.